“Los artistas nos ponemos censuras y decimos por acá no. Queremos darnos permiso de hacer otras cosas, acaso producto de la impunidad que uno tiene cuando pasa los 60 y nos damos lujos de sentir y mostrar”, dice Marcelo Moguilevsky, quien junto a César Lerner presenta su nuevo show, “Tish”, el jueves 17 de agosto en Bebop Club, a las 20.
Moguilevsky y Lerner: “Lo ritual enriquece nuestro presente”
El dúo de folclore klezmer y sefarad, tras una exitosa carrera de cuatro décadas, vuelve a reunirse para ofrecer el espectáculo “Tish”.
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Luego de cuatro décadas tocando juntos y siendo exponentes de la música klezmer y el sefarad, Lerner & Moguilevsky, toman como punto de partida el tish (mesa), ancestral ritual judío de encuentro. Dialogamos con ambos sobre su nuevo concierto y su música.
Periodista: ¿Cómo es el tish, mesa en idish?
Marcelo Moguilevsky: Es un ritual en el cual los hombres, especialmente, se reúnen alrededor de una mesa, la van golpeando y comunicándose con sus cantos, rezos, y con ese pulso, ese golpe, en una mesa colectiva, larga y llena de gente, en una forma de oración común. Para nosotros fue inspirador tomar esa imagen y poder reproducirla en un contexto laico que no tiene que ver con el rezo pero sí con lo colectivo, con lo horizontal, con ese momento donde uno se junta con los demás para cantar y comunicarse espiritualmente. Esto nos involucra en esta nueva etapa que es una novedad y una forma de recrear y reinventarnos hoy, con aquello que más nos ha conmovido de la cultura judía a la que pertenecemos. Mientras pasan los años es interesante ver cómo algunos ritos e interpretaciones nutren nuestro presente y no son sólo una mirada melancólica hacia el pasado.
César Lerner: También se vincula a la tradición de la boda judía para los religiosos, previo a la ceremonia, a la jatuná. Y es un punto de encuentro donde se canta y se pulsiona golpeando la mesa. Pudimos estar en dos festivales en una ceremonia de tish, no siempre como ritual ortodoxo, es decir que participaban las mujeres, y lo amplio que puede ser el judaísmo cuando se abre de la tradición más estricta, es decir la ortodoxia.
P.: ¿En qué más inspira la mesa como punto de partida para una nueva propuesta?
M.M.: La experiencia del tish nació en una noche que hicimos en Cultura Klezmer en el CAFF done habíamos hecho unas largas mesas con público dispuesto alrededor y nosotros oficiábamos, como aquella tradición antigua que viene no sólo del judaísmo sino de África o las primeras civilizaciones donde alguien canta una frase y el pueblo o grupo responde imitando esa frase.
C.L.: “La mesa” es un proyecto que va teniendo pruebas porque involucra a la gente entonces estamos arribando a un show muy diferente de lo que veníamos haciendo. Nos encuentra trabajando de dos maneras, recreando obras que hicimos y atravesadas por un paisaje sonoro diferente, a veces lo electrónico, otras de total austeridad, y otras obras que son nuevas, como música mía para cine, “El abrazo partido” de Burman, y otras que invitan a la participación y despiertan vitalidad. Sea klezmer o nuestras composiciones, toda canción funciona como manera de entrar y salir de un código, un lenguaje inequívoco, para dar lugar a múltiples inspiraciones que provienen del jazz u otras.
P.: ¿Cómo es bajar del escenario para estar con el público?
M.M.: Lo más intenso que nos pasó y no nos había pasado nunca tiene que ver con eso, bajarnos del escenario simbolica o físicamente y poder estar con la gente, no solo para tocar para el público sino con el público. Fue inspirador con cosas sencillas, sentidas, auténticas. Estar con la gente haciendo o sientiendo algo y no sólo tocando para que reciban y escuchen.
P.: ¿Cómo son las nuevas melodías que se continúan con lo hecho por ustedes?
M.M.: Todos los viernes nos juntamos muchas horas a soñar esto y armarlo. Aparecen muchas influencias que tuvimos en la vida, al klezmer y sefarad se le puede sumar nuestra versión de Piazzolla, Hugo Díaz, Charly García, Stravinsky, Da Rienzo o sale el Goyeneche que tenemos dentro. Y que eso pueda traspasar las barreras estilísticas y nutrirnos como buenos porteños y argentinos. El folclore, tango, jazz, música contemporánea, todo nos ha atravesado. En estos encuentros de los viernes aparecen tributos a Paul McCartney, pero estamos con mucha amplitud tratando de seguir esta línea espiritual que es no estar tan impregnados por lo intelectual sino por lo emocional.
C.L.: Nuestra música es porosa y permeable, y nos permite entrar y salir de moldes que pueden ser incluyentes para un género y excluyente de otras. La música actual, estoy al tanto de algunas cosas pero se advierten en nuestro nuevo material paisajes sonoros atentos al uso de lo digital y la producción. Uno trabaja con determinados recursos de programación, son tantas las posibilidades que se abren que hay que estar atentos a cómo se produce esta música.
P.: ¿Qué creen que verá el público en este nuevo show?
M.M.: Mostraremos al dúo acústico con piano, clarinete, percusión, canto pero también cosas que nos pasaron estos años, música de película o estuvimos metidos en la computadora generando otros paisajes sonoros más amplios, eso está invitado a pasar. Tocaremos sobre bandas grabadas en el estudio, estará la loopera que me acompañó en los últimos doce años, y mostrará el entramado que se arma cuando me repito a mi mismo varias veces. Invitaremos a que la gente participe cantando, golpeando su mesa silbando o como quieran. El dúo abrirá el juego al público y abriremos las voces.
C.L.: Invitamos a la participación a través del canto y la pulsión rítmica. Nuestro dúo se está abriendo a que algo de esta forma performática derive en regocijo de la trama colectiva. Por suerte el dúo siempre tiene la puerta abierta donde no se sabe bien qué va a suceder y es eso lo que nos mantiene vivos hace 40 años.
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