27 de noviembre 2023 - 00:00

EE.UU.: un fin de año a toda orquesta

La economía se modera después de un tercer trimestre exuberante, la Fed no tiene ya motivo de queja y cesaron las hostilidades en el terreno de las tasas largas. En noviembre, el S&P 500 escaló 8% y acumula 18,75% en lo que va de 2023.

Jerome Powell

Jerome Powell

Siguen los éxitos en Wall Street. La economía se modera después de un tercer trimestre exuberante, la Fed no tiene ya motivo de queja y cesaron las hostilidades en el terreno de las tasas largas, muy lejos de la frontera caliente de 5%. Las compañías mencionan cada vez menos una recesión cuando presentan sus balances. Y la recesión de utilidades, la única que de veras ocurrió, se revirtió un trimestre antes de lo esperado gracias a una mayor actividad y una expansión de márgenes atada a la tenaz reducción de costos y un salto de productividad. Las ganancias por acción del S&P 500 ya no decaen y rondan un aumento interanual de 4,1%. Wall Street corrigió 10% con las tasas largas de punta y una Fed más hostil, y ahora los toros se toman la revancha. En noviembre, el S&P 500 escaló 8% y acumula 18,75% en lo que va de 2023. La guerra contra la inflación lo volteó el año pasado, pero hoy recoge los frutos de un aterrizaje sin percances. La inflación dio cero en octubre. Y no solo en EE.UU., también en Gran Bretaña. En la Unión Europea arrojó 0,1%. Son lecturas puntuales ayudadas por una merma abrupta de los precios de la energía. Sin embargo, anticipan el próximo regreso de la estabilidad de precios que se perdió por la pandemia. Y sin que ninguna zozobra de la macroeconomía sea necesaria.

La prometida nueva era de tasas largas por encima de 5% se canceló antes de entrar siquiera en vigencia. Desde ya que a las tasas largas no las erizó una inflación en baja. Lo que trepó fueron las tasas de interés reales. Una economía por demás robusta contribuyó por sorpresa. El banco central, con su pausa agresiva, incitó a la suba. ¿Cómo frenar tanto ímpetu con Powell de brazos cruzados sino con tasas largas más altas? Ese capítulo se cerró. Los bríos no eran sostenibles y no se sostuvieron. La ansiada moderación, esbozada primero en la creación de empleo (y la caída de las búsquedas laborales), se hizo presente en octubre con el declive de las ventas minoristas. La información más fresca, el informe PMI que recoge datos de hasta el 21 de noviembre, confirma un aterrizaje en armonía de la inflación y la economía real. No será La Biblia pero sí una fuente confiable. La expansión se atemperó en octubre y repitió en noviembre. Las expectativas del sector privado para los próximos doce meses desensillaron. Según el informe, y hay que tomarlo con pinzas, las compañías habrían reducido su nómina de personal en noviembre por primera vez en tres años y medio. Y es la primera vez que se da no solo en el sector industrial sino también en servicios. Las presiones inflacionarias, por su parte, ceden virulencia. Los costos laborales y de insumos crecieron al ritmo más bajo en tres años. Y los precios finales, por debajo del promedio de esos tres años y de una manera “consistente con una inflación cercana a la meta de 2% de la Fed”. No todo es color de rosa -es llamativo el aumento a 4,5% de las expectativas de inflación a un año del consumidor que detecta la Universidad de Michigan (a diferencia de la caída a 3,6% que mide la Fed de Nueva York)- pero el balance consolida la pax monetaria y financiera.

Wall Street toma riesgos que no se atrevía a correr un mes atrás. Su avance no es una encerrona cazabobos -un rally de mercado bajista- sino una trampa para pesimistas activos y vendedores en descubierto. No se podría haber montado mejor. Después del Día de Acción de Gracias, la estacionalidad es la más propicia del año para los activos de riesgo, y a mayor beta, más todavía. Las compañías apuran la recompra de sus papeles. El sentimiento viró en una baldosa y prevalece la ambición sin llegar aun a valores extremos. El cash se acumula ocioso. La retribución es buena -arriba de 5,25% en letras del Tesoro- pero la tentación de migrar es grande. Lo que hoy se da se acabará con un aterrizaje exitoso. Y para asegurarlo hay que tomar más duración. Lo que supone tasas largas menores y la potenciación del círculo virtuoso. No solo suben las acciones, también los bonos emergentes y los de baja calidad crediticia. Y todavía no comenzó diciembre. El guión es muy simple una vez develadas las incógnitas. Y su ejecución es impecable. El problema para la Bolsa sería tropezar por atropellarse. O que la economía no solo se modere sino que se enfríe en demasía, aunque sea un bache transitorio, y los inversores vuelvan a asustarse. Un problema por el tiempo que les dure el susto.

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