Un reciente estudio privado xsobre el sector petróleo y gas en América Latina saca a la luz los escollos más relevantes que atraviesa la transición energética en la región. En Argentina, donde Vaca Muerta se perfila como motor de ese cambio, el reporte identifica una paradoja: aunque el gas natural tiene un rol estratégico por su madurez en el mercado interno, su escala de exportación aún resulta insuficiente frente a los desafíos globales.
Detectan riesgos y obstáculos para la transición energética: ¿el GNL de Vaca Muerta es la salvación?
Un informe privado advierte que altos costos, falta de incentivos y fallas de infraestructura amenazan la transición energética en América Latina. En Argentina, el gas natural licuado aparece como una esperanza, pero requiere un salto de escala técnico, normativo y financiero.
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Desafíos y esperanzas para el sector energético argentino y Vaca Muerta
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Desembarca en Texas comitiva de petroleros argentinos en busca de inversiones para Vaca Muerta

El proyecto GNL argentino no puede ser concebido aisladamente: debe integrarse con la expansión de líneas de gas, compresión, tratamiento, conexión de pozos y la gestión de impactos ambientales y sociales.
El informe de Aggreko recopila opiniones de más de 300 profesionales del sector latinoamericano y señala que el 91% considera factible hacer más sostenible la industria, pero apenas el 53% afirma contar con iniciativas concretas como incorporación de fuentes renovables o mejoras en eficiencia operativa.
Los principales obstáculos para avanzar: altos costos, la carencia de incentivos robustos y los déficits de infraestructura y logística.
Obstáculos estructurales: costos, incentivos y resiliencia energética
Uno de los puntos que alerta el informe es la frecuencia de interrupciones de energía en operaciones petroleras y gásferas, un riesgo que puede paralizar producción y agravar pérdidas. En este contexto, se vuelve urgente fortalecer modelos de suministro más resilientes, diversificando fuentes y apuntalando infraestructura crítica.
En cuanto al costo, el informe subraya que muchas compañías aún enfrentan “precios de capital elevados, falta de financiamiento a largo plazo y competencia global intensa”, lo que retarda inversiones de mayor escala. En consecuencia, la transición energética -no sólo en Argentina sino en toda la región- corre el peligro de quedarse en planes parciales si no se superan esas barreras.
¿Puede el GNL de Vaca Muerta jugar el papel salvador?
A nivel regulatorio, los últimos meses trajeron señales de apertura: la flexibilización de concesiones y la eliminación de topes a las exportaciones fueron recibidas como medidas que podrían atraer inversiones y activar proyectos de licuefacción de gas a partir del recurso no convencional. Pero esas señales todavía deben convertirse en seguridad jurídica sustentable a 20 o 30 años.
En medio de esos desafíos, el Gás Natural Licuado (GNL) emerge como la gran apuesta para transformar la ventaja del gas en una palanca de valor global. En recientes acuerdos, YPF, Shell y Eni reordenaron su plan de trabajo para acelerar el proyecto de GNL desde Vaca Muerta, compartiendo infraestructura para reducir costos y acortar los plazos de ejecución.
Este proyecto contempla fases escalonadas: una capacidad inicial de 12 millones de toneladas anuales, con dos unidades flotantes (FLNG) de 6 millones cada una, y diseño modular para crecer en etapas sucesivas. Además, YPF avanza también con la construcción de dos buques de GNL con la empresa Wison, que permitirán afirmar la cadena completa de licuefacción en mar abierto.
Según el informe privado, en zonas fuera del sistema interconectado, el uso de gas natural comprimido (GNC) para generación local puede reducir costos hasta en un 40% respecto de térmicas convencionales, liberando capital para inversiones y mitigando emisiones. “Además, se obtienen ganancias en eficiencia, se reduce la huella de carbono y se logra un mayor control sobre el consumo de combustible”, afirma Daniel Rossi, gerente de sector O&G de Aggreko.
Pese a su potencial, llevar el GNL a escala implica sortear los mismos desafíos estructurales: financiamiento, estabilidad regulatoria, logística de infraestructura costera, conexiones midstream y acuerdos internacionales.
Riesgos y condicionamientos que podrían impedir el despegue
Aunque la producción de gas y petróleo crece con fuerza -Argentina marca récords impulsada por Vaca Muerta- esos avances pueden verse condicionados por la volatilidad global, las restricciones del mercado financiero y la falta de coherencia macroeconómica.
Otro riesgo clave es que las inversiones proyectadas en millones de dólares para las fases de GNL (y los gasoductos asociados) dependerán de una tasa de retorno a largo plazo que solo tiene sentido con contratos firmes de compra o mercado externo garantizado. En este sentido, la competencia global (países con gas barato y políticas de estímulo) ejercerá presión sobre precios y plazos.
Además, el proyecto GNL argentino no puede ser concebido aisladamente: debe integrarse con la expansión de líneas de gas, compresión, tratamiento, conexión de pozos y la gestión de impactos ambientales y sociales. Un paso en falso en cualquiera de esos eslabones puede reducir la competitividad del proceso completo.
El informe de Aggreko sitúa claramente el dilema: la transición energética exige ambición, pero los obstáculos estructurales están allí. En Argentina, el GNL desde Vaca Muerta puede ser la herramienta que trascienda la dependencia de consumo interno y eleve al país al mapa de exportadores globales de gas. Pero solo si converge una combinación de voluntad política, financiamiento estable, respaldo técnico y visión estratégica de largo plazo.
Como advirtió el documento, las buenas intenciones no bastan: es momento de alinear el discurso con decisión ejecutiva, para que el GNL no sea una promesa frustrada, sino el impulso que permita que Vaca Muerta no solo alimente al país, sino que exporte su prosperidad al mundo.
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