«Perejiles», de R. Halac. Dir.: J.M. Paolantonio. Mús.: L.M. Serra. Esc.: A. Belatti. Int.: E. Bustamante y Cutuli. (Teatro Andamio 90).
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En «Perejiles», Ricardo Halac pinta dos personajes marginales que son como camaleones. En el comienzo el encuentro entre una trapera y un ciego parece causal, pero poco a poco se va develando la relación que existe entre ellos. Cada uno ha sido enviado para delatar al otro; sus correrías al servicio de una «organización» perversa y ubicua, los transforma en cómplices.
No hay negocio turbio o mafioso en el que no hayan intervenido. En realidad forman una especie de pareja perfecta, destinada a unirse y a destruirse según la conveniencia de las alianzas que establezcan.
Actúan en todos los estrados, se transforman en infinitos seres y un poco al modo de los personajes de Brecht, van desnudando sus almas a través de canciones.
El texto es gracioso y entretenido y se apoya principalmente en la labor de los actores. Esto ha sido cabalmente observado por José María Paolantonio que sabe extraer de ellos todas sus posibilidades. Sus marcaciones son seguras y el ritmo no decae en ningún momento.
Dúctil y seductora, Edda Bustamante muestra condiciones que le permiten enfrentar con solvencia los números de baile y entonar con picardía las canciones, lo mismo que Cutuli, poseedor de una simpatía natural que logra hacer casi querible a un personaje de negra catadura.
La obra pinta problemas actuales y la acertada música de Luis María Serra como las intencionadas letras de las canciones, se unen al profesionalismo de los intérpretes para brindar un espectáculo entretenido y sin pretensiones, que sin ninguna grosería denuncia actitudes, que narradas de otro modo, resultarían escalofriantes.
La escenografía de Alberto Belatti, lo mismo que el vestuario, subrayan acertadamente el ambiente en el que se desarrolla la pieza y el carácter camaleónico de sus personajes.
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