La coreógrafa, directora y coach de danza Agus Cumba ha creado un nuevo estilo de danza, la “danza catarsis”, que a juzgar por la impresionante viralización de sus espectáculos en redes, tras distintas presentaciones, ha tocado de una forma especial al público. La danza catarsis, tal como ella la define, combina no sólo las disciplinas específicas de su arte sino también contenidos terapéuticos, sociales y políticos.
Agus Cumba y la danza catarsis: el arte contra todas las opresiones
Coreógrafa, directora y maestra internacional, su sello propio combina el arte puro con la narrativa social: las obras, de alto impacto, tocan temas como el bullying, los "haters" y la lucha contra el femicidio.
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Estos últimos aspectos se ponen más de relevancia cuando sus creaciones —como ocurre con frecuencia— están al servicio de una causa, como la lucha contra los femicidios. Su coreografía “Ni una menos”, por caso, tuvo un alto impacto visual y emocional.
“La obra fue presentada en muchas marchas contra los femicidios”, dice en el diálogo con este diario. “Esa coreografía llegó a los ojos de la mamá de Lucía Pérez, víctima de un atroz femicidio en Mar del Plata, en 2016, y fue ella quien me convocó para presentarla en sus marchas. Fue muy fuerte. Ahí tomé conciencia de que una coreografía no tiene que ser sólo de pasos, sino que también debe contar una historia, y profundicé desde entonces ese camino”.
Cumba es marplatense. Con su madre fundaron en esa ciudad la escuela de arte Liberanza. “El nombre no sólo significa ‘liberación’ en italiano”, cuenta “sino que juega con la idea de la danza y la libertad. La escuela apunta a profesionales que se propongan llegar más lejos en sus disciplinas. Por allí pasaron importantes coreógrafos del país y del exterior para dar master classes. Y el padrino honorario es Guillermo Francella, quien dio su propia clase magistral sobre actuación en febrero de 2011. Liberanza fue la única academia marplatense que compitió a nivel internacional, dos veces en los EE.UU., y la primera de todo el país que estuvo, en el nivel infantil, en las mundiales en Las Vegas, en 2016.”
Cumba ha creado espectáculos como, entre otros, "El ser humano, un universo", "Sé vos mismo", "Adicciones" e "Icónica", además del mencionado “Ni una menos”. Su formación reconoce maestros como Tricia Miranda, Yanis Marshall, Tight Eyex, y Matt Steffanina; ella menciona a dos en especial: “Shaun Evaristo, creador y director del estudio Movement Lifestyle de Los Angeles, y Gaby Pardo, que ahora está viviendo en España, y que fue pionera de las danzas urbanas en la Argentina”. Cumba también fue jurado internacional y dictó seminarios en más de 40 estudios en Chile, Ecuador, Panamá, Colombia y Perú. En el año 2018 obtuvo la beca de “BuildaBeast Convention” en Los Ángeles.
Esta es una parte del extenso diálogo que sostuvimos con ella:
Periodista: ¿Qué es exactamente la danza catarsis?
Agus Cumba: Es transmitir una historia a través de la danza: puede ser una historia como tal, una sensación, un elemento, siempre en performances de alto impacto, mezclando danza, actuación y acrobacia. Estoy registrando este estilo de danza para impartirlo no sólo en la Argentina sino también en el exterior. En Buenos Aires inauguré un espacio hermoso en el Centro Cultural Lito Cruz. Allí me dedico a formar y pulir bailarines profesionales, y destacar en ellos su interpretación a través del movimiento. Es una nueva herramienta, una nueva forma de expresión a través del cuerpo.
P.: ¿Es artístico y terapéutico? La palabra “catarsis” viene de la tragedia griega, pero fue muy empleada en psicoanálisis.
A. C.: Así es. Yo utilizo en mis clases elementos terapéuticos para lograr que el artista, ya profesional como dije antes, llegue a explotar una técnica adquirida con anterioridad.
P.: ¿Qué otro proyecto está desarrollando?
A.C.: Estoy terminando un nuevo espectáculo que tendrá todas las coreografías que presenté en el Argentina Got Talent el año pasado, en Telefé. Sobre 100.000 participantes quedamos entre los mejores cuatro de todo el país. Y esas coreografías fueron realizadas con el lenguaje de la danza catarsis: trataban sobre temas sensibles como las drogas, el bullying, la seguridad personal. Esa reacción emocional tan fuerte en el público me impulsó a desarrollar este próximo espectáculo, en el que contaré una historia real, sobre cosas que atravesamos a diario, transformada de una manera positiva a través del arte. La danza catarsis, como lo pude observar a partir de la reacción del público, se puede transmitir no sólo de manera técnica, sino también masivamente a través de espectáculos.
P.: El Got Talent del año pasado fue entonces un importante impulso.
A. C.: Mucho. Las coreografías que presenté allí fueron las más vistas de todo el programa a través de las viralizaciones en redes sociales. Llegaron y siguen llegando a millones de personas. Y a este espectáculo ya definitivamente basado en este estilo propio seguirán otros, ese es mi norte. También estoy diseñando algo que tendrá mucha repercusión pero de lo cual, por el momento, no puedo brindar mayores detalles. Sólo que se trata de las coreografías para una miniserie que difundirá una plataforma, sobre un personaje muy popular. Ya hablaremos cuando sea posible.
Danza y narrativa
P.: ¿Es sostenible hoy la tradicional oposición entre “arte por el arte” y “arte con mensaje”?
A.C.: No estoy de acuerdo con tal oposición. Todo depende de la obra que me ocupe en determinado momento, la que más me atraiga, aunque siempre la narrativa detrás del movimiento es para mí fundamental. Desde ya, a veces hago obras por encargo que no están sujetas a un mensaje.
P.: ¿Cómo se genera una idea, una concepción para una nueva obra?
A.C.: Por suerte pude viajar mucho por Europa, los Estados Unidos, y en esos viajes fue donde me surgieron las mejores ideas. La inspiración, ya sea para una obra de forma pura como de contenido, suele aparecer en los momentos más relajados o los más tensos. Entonces, a veces me surge primero la forma, y una vez que la forma está configurada puede aparecer la narrativa. Me ha pasado muchas veces eso, crear la composición coreográfica, con elementos técnicos, con acrobacia, con movimiento, y al final empiezo a trabajar en lo que sería el porqué, la razón de ese paso, la justificación de ese movimiento. Por ejemplo, en “El ser humano, un universo”, yo quería transmitir qué relación tenemos con los cuatro elementos de la naturaleza.
P.: ¿Cuánta es su producción coreográfica al año?
A.C.: Aprendí que menos es más. Prefiero crear unas pocas obras al año, pero poner todo en ellas.
Enfrentar al algoritmo
P.: ¿La performance potencia la música preexistente, desde la clásica al rock, para emplear dos ejemplos?
A.C.: Sin duda. De todas formas, prefiero producir mi propia música para las coreografías que hago. Creo un guión narrativo, contado por mí, grabo las voces en off, y pongo los bailarines, los acróbatas, los actores, con escenografías y vestuarios. En una palabra, hago una película en vivo, con movimiento. Y resalto lo fundamental: emocionar al espectador, nada de darle cosas oscuras e incomprensibles. Siempre soy clara: en un teatro puede haber personas de diferentes lugares, pensamientos, sensibilidades, ideologías. Hay diferentes estilos de arte, desde luego, pero a mí nunca me interesó la ambigüedad, poner a adivinar al público. Generalmente, también, incluyo cosas de mi historia personal, en movimiento, y eso puede producir identificación en el público.
P.: Hacer catarsis…
A.C.: ¡Tal cual! Y contar mi perspectiva de lo que vivimos todos los días. Por ejemplo el bullying, que traté en una de las coreografías del Got Talent, que fue una de las más vistas, en el país. Millones de vistas en las redes sociales. Allí se defiende el ser uno mismo, el ignorar lo que piensen los demás, porque siempre te van a criticar, hagas lo que hagas. El tema de los “haters”, desgraciadamente tan de moda hoy, está presente en mis obras. Entonces, de esos polos de los que hablábamos antes, yo defiendo el del arte con contenido. Un bailarín puede ser espectacular en lo técnico y dejar frío al público si no transmite algo. El mundo hoy en día se maneja por emociones, y si logro que la gente se vaya feliz de un espectáculo mío me doy por satisfecha.
P.: ¿Qué es lo que más falta hace para lograr esa buena performance?
A.C.: La creatividad. Producir cosas distintas de lo que se ve en todas partes, en la televisión, en los teatros. También me gusta mezclar géneros, no limitarme a una coreografía que sólo tenga contemporáneo sino también afro, jazz, urbano… Que sea cautivante. Darle algo novedoso al público.
P.: El problema hoy para los creadores es el “algoritmo”: el público quiere tal cosa y hay que darle tal cosa para satisfacerlo y obtener réditos, y eso limita la creación o, como se decía en los 60, la llegada de la imaginación al poder. Supongo que la danza no está tan sujeta a ese algoritmo como, por ejemplo, una serie para plataforma.
A.C.: Todas las artes son víctimas de esta masificación, de la moda. Pero hay que mantenerse en lo distinto. Con este nuevo lenguaje de performance que estoy difundiendo, si bien se aparta de lo que se hace habitualmente, la gente que lo ve se queda. Hay que ser original, distinto y creativo, porque en algún momento el público se va a cansar de ver siempre lo mismo. Por ejemplo, ahora en danza está de moda el reggaetón… lo mismo pasó con la cumbia, que tuvo su momento de furor, pero por suerte la gente se hartó. Hay que generar contenidos de alto nivel para ese público cansado de que le den a consumir siempre lo mismo. Y todo vuelve: en la vestimenta se está usando ropa vintage, por ejemplo. Al final, la gente termina optando por lo que es creativo y original.
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