11 de noviembre 2025 - 14:49

Alberto Gieco: un aventurero del cine en Mar del Plata

DIálogo con el director santafesino, jurado en le Competencia Nacional, quien durante su larga permanencia en Brasil rodó el film de culto "Punk" y hasta participó en películas XXX

Alberto Gieco, uno de los jurados de la Competencia Nacional en Mar del Plata.

Alberto Gieco, uno de los jurados de la Competencia Nacional en Mar del Plata.

Mar del Plata - Las andanzas de Alberto Gieco, director de “El infierno de los vivos” y el film de culto "Punk" (sobre la subcultura de ese nombre en San Pablo), son dignas de un libro de memorias. En estos días está en el festival marplatense de cine como miembro del jurado de la Competencia Nacional, junto con la directora de arte y diseñadora de producción Graciela Coca Oderigo y el periodista Carlos Morelli.

Dialogamos con él:

Periodista: Entiendo que es santafesino.

Alberto Gieco: Pero no de la ciudad. Yo soy del campo, de Santa Clara de Buena Vista. Fui a la ciudad porque quería estudiar en la escuela de cine de la Universidad Nacional del Litoral, pero justo había sido intervenida por el gobierno militar de ese momento. La iban a cerrar. Entonces estudié Letras y me hice socio de uno de los dos cineclubes que había en esa época. Terminé dirigiendo debates, cursos de historia y literatura, hice cortos en Super 8 que ahora tengo digitalizados. Pero quería hacer cine profesional.

P.: ¿Entonces?

A.G.: En 1978 me fui a San Pablo, Brasil. Hice el escalafón, participé en dramas y comedias populares, “A filha de Calígula”, “O sexo nosso de cada día”, “As aventuras de Mario Fofoca”, “Jeitosa, um asunto muito particular” ...

P.: Suena variado e interesante.

A.G.: Siempre debía haber alguna escena de contenido sexual. Hasta que empezaron a pedir escenas de sexo explícito. Me tocó participar en una o dos de esas y me fui de la empresa.

P.: ¿Se refiere a “Bacanais na ilha das ninfetas”, por ejemplo?

A.G.: Pasé a trabajar en algo muy distinto. Fui asistente de dirección en cuatro películas de Ana Carolina, incluyendo “Sonho de balsa” y “Amelia”, y con Suzana Amaral en “La hora de la estrella”, sobre novela de Clarise Lispector, y así, directoras muy respetables. En 1984 logré hacer mi proyecto, “Punks”, que con el tiempo pasó a ser película de culto. Hace poco fui al reestreno.

P.: También trabajó con Héctor Babenco.

A.G.: Me había llamado mucho antes para trabajar con él en “Pixote”, pero justo me fui de vacaciones a Minas Gerais y perdí el trabajo. Me llamó por segunda vez para “El beso de la mujer araña”, y ahí estuve como continuista. Fue una experiencia maravillosa, con unas locaciones increíbles, un gran equipo. Solo para las escenas de cárcel estuvimos un mes. Pero a veces era difícil trabajar. Babenco tenía carácter fuerte y el protagonista Wiliam Hurt también. Se peleaban. Hubo un tiempo en que directamente no se hablaban. El director mandaba al asistente a darle las indicaciones al actor, y cualquier cosa éste le decía al asistente, no al director.

P.: ¡Como Tito Lusiardo y Florencio Parravicini en una escena de “La vida es un tango”! Pero en la vida real eso es grave.

A.G.: Después me llamó para hacer “Jugando en los campos del Señor”. ¡Meses de rodaje en el Amazonas! Justo me había casado con una montajista y pude incorporarla al equipo. De Belén de Pará nos llevó el productor Paul Zaentz directo a Los Angeles para terminar el montaje. Y ahí nos quedamos. Babenco volvió a llamarme para rodar ‘Corazón iluminado’ en Argentina, y le dije que no. Lo quiero mucho, tenía un talento enorme pero mal carácter y le dije que no.

P.: Se quedó en Los Angeles.

A.G.: Allá fui asistente de dirección de muchas películas de cine independiente que a veces participaban en el Festival de Sundance y similares, enseñé cine y literatura, disfruté mi familia, tuve el gusto de conocer al tío de Paul, el viejo Saul Zaentz, productor de tres películas ganadoras del Oscar, que tenía todo servido para hacer una fortuna con “El señor de los anillos” asociándose con Weinstein y apenas se lo propusieron dijo “Yo con Weinstein no trabajo”. Resignó el negocio, pero mantuvo sus principios. Ya era viejito, parecía Papá Noel con la barba blanca, y seguía yendo al estudio de filmación, no para vigilar ni para dar órdenes, sino solo para estar ahí con los empleados. Diez años trabajé en Los Angeles.

P.: Y después se instaló de nuevo en Santa Fe.

A.G.: La primera vez que volví, yo vivía en Brasil, fue como jurado de un festival de cine nacional que organizaba la gente de Pro Arte de Santa Fe. Al frente del jurado estaba María Luisa Bemberg. Después volví varias veces de visita, y desde hace un tiempo estoy de nuevo en Santa Fe.

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