2 de julio 2002 - 00:00

Avatares de la TV

También en TV los brasileños celebraron su victoria del mundial haciendo dos de las cosas que mejor saben: disfrazándose de mujeres y «cargando» a los argentinos.Así, el inefable Faustao, conductor de un oprobioso «ómnibus» dominical por Rede Globo, armó un panel con ex jugadores, modelos, aprendices de actor y otras yerbas, para hablar de «futebol». La mesa además debió elegir el mejor chiste de una terna propuesta por gente de la calle. Los tres, sugestivamente, eran chistes de argentinos. El finalista -que perdiódecía: «La diferencia entre una pila y un argentino es que la pila tiene un lado positivo».

• El ganador, ese viejo chascarrillo en el que ciudadanos de varias nacionalidades deben lanzarse desde un avión para que éste no caiga a tierra. En este caso, los protagonistas son jugadores: Salas se arroja al vacío gritando «Por amor a Chile», Solano «Por Amor a Perú», y Pelé, al grito de «Por amor a Brasil», empuja a Maradona... Como se ve, lo importante para quienes votaban no era la vetustez o la falta de gracia de los chistes, sino que fueran «antiargentinos». El propio conductor del show, ante el cariz que tomaba el programa, admitió: «No voy a poder volver a la Argentina nuinca más...» El ganador. en tanto, se llevó mil reales.

El «Domingao do Faustao» también colocó un móvil en el desfile del orgullo gay (evento reflejado en la Charlas de Quincho de este fin de semana), en el que se vio a miles de travestis demostrando su alegría por la victoria de los muchachos de Felipao. El movilero anunció la presencia del primer equipo homosexual de fútbol, acorde al suceso. Faustao, gracioso, comentó: «Es el único equipo en el que todos juegan de espaldas al arco...» Después de las declaraciones de los futbolistas, el conductor volvió sobre sus pasos con una arenga encendida defendiendo el derecho a la elección sexual de todos. «Homosexualidad no es una cuestión de carácter», repitió varias veces, antes de darle paso a un travesti sentado en el panel, que llamó a concurrir a la manifestación que a esa hora se desarrollaba en Copacabana. Faustao pareció salvar, entonces, su correción política. Otro móvil, ubicado en el hotel de Tokyo donde dormían los jugadores brasileños, detectó a un japonés con la camiseta argentina, que justificó su elección en su gusto por Batistuta. Las cargadas que sufrió fueron dignas de un Andy Kuznetsoff en sus días más sangrientos.

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