29 de marzo 2005 - 00:00

Berlín: muestra de arte revive debate sobre pasado nazi

«Sin título», de Martin Kippenberg integra la colección Flick.Un arte al que Hitler habría prohibido por «degenerado» yque ahora se expone con capitales que heredó el nieto deun industrial estrella del nazismo.
«Sin título», de Martin Kippenberg integra la colección Flick. Un arte al que Hitler habría prohibido por «degenerado» y que ahora se expone con capitales que heredó el nieto de un industrial estrella del nazismo.
Berlín - No es el primer debate que desata la relación entre arte y nazismo. En este caso, una exposición cuya primera etapa culminó ayer en Berlín y que albergó trabajos de autores contemporáneos del nivel de Bruce Naumann, Paul Mc Carthy, Dieter Roth y Marcel Duchamp, volvió a encender la mecha.

Ocurre que el coleccionista que aporta las obras para una sucesión de muestras que durará hasta 2011 es Friedrich Christian Flick, nieto del empresario estrella durante el régimen de Adolf Hitler. El abuelo, Friedrich Flick, no sólo fue el más importante fabricante de armas del nazismo, sino que utilizó mano de obra esclava, con capitales de empresas confiscadas a judíos. Flick nieto se niega hasta el día de hoy a pagar las indemnizaciones que otras empresas alemanas concedieron hace años.

El debate es claro: Berlín, una de las capitales culturales de Europa, es sede de una exposición de arte contemporáneo y de vanguardia de nivel excepcional, pero la financiación corre a cargo del heredero de una de las fortunas más turbias que se pueda imaginar. Lo paradójico es que Hitler jamás hubiera permitido una muestra con este tipo de obras, a las que prohibió durante su régimen bajo el rótulo de «arte degenerado».

Precisamente, la intención de recuperar para la capital alemana el arte de vanguardia, fue uno de los argumentos utilizados por los gobiernos socialdemócratas local y nacional, para defender la realización de la exposición, que fue inaugurada en septiembre pasado por el canciller Gerhard Schröder. «No es la colección del abuelo o del padre», argumentó ante la prensa Christina Weiss, titular de Cultura.

Hasta el cierre de esta primeraetapa, más de 250.000 visitantes asistieron al Museo de la Estación de Hamburgo, cerca del centro de Berlín, donde tuvo lugar la exposición Flick, quien además aportó los fondos para restaurar la antigua central ferroviaria. La colección incluyó 400 piezas y tendrá un correlato en otras muestras en Berlín durante los próximos siete años, para las que Flick aportará el resto de las 2.500 obras que adquirió en las últimas décadas, que incluye, además de los autores citados a Francis Picabia, Alberto Giacometti, Nam June Paik y Cindy Sherman, entre otros.

La primera etapa de la exposición tuvo como estrella a
Bruce Naumann y la puesta Partial Truth (1997). También albergó fotos del ciclo Tulsa de Larry Clark y obras del arte conceptual de Marcel Duchamp, «pionero en tomar objetos existentes y denominarlos arte», dice el catálogo. Por su parte, bajo el título de Solo Scenes, un panel de 128 monitores muestra 150 horas de grabación de la vida cotidiana del alemán Dieter Roth en sus dos últimos años de vida, en 1997 y 1998.

El apellido
Flick fue eje durantedécadas de una de las tantascontradicciones y polémicas de este país, embarcado en la más próspera de las democracias tras protagonizar uno de los períodos más atroces de la historia. Friedrich Flick ( abuelo) se había convertido en el alemán más rico del Tercer Reich. Hacia 1944 participaba en 132 empresas, con más de 120.000 trabajadores (se presume que hasta 60.000 de ellos eran trabajadores forzados). El industrial del acero perdió parte de su fortuna tras la capitulación de los nazis, hace 60 años, cuando pasó por los tribunales de Nüremberg. Fue condenado en 1947 a siete años en la cárcel, pero al quinto año de cumplimiento de pena, en pleno resurgimiento de Alemania, los capitales eran necesarios, y su figura fue una de las que debió ser rescatada de las tinieblas. Antes de su muerte, en 1972, Flick había reconstruido por completo su fortuna.

Las víctimas de
Flick que aún viven hicieron oir su voz. La prensa alemana citó el caso de la húngara Lilli Viragh, de 85 años, considerada en Auschwitz como «especialmente resistente» y enviada a una fábrica de Flick. Para Roselinde Knarr, especialista en el patrimonio cultural de Berlín y miembro de la organización Servicio Pedagógico del Museo, «estamos en presencia de un oportunista que intentó montar la colección en otras ciudades y no se lo permitieron». Knarr agrega ante este diario que «lo único positivo es que se puede difundir el arte, pero está claro que Flick heredó dinero de los nazis y es grave que hasta ahora no haya pagado las indemnizaciones que se le reclaman», argumenta.

En el transcurso de estos sieteprimeros meses, algunas obras fueron atacadas. Un canadiense intentó lanzar una ampolla de pintura contra la escultura
«Michael Jackson and Bubbles», de Paul Mac-Carthy. Además, los artistas Frieder Schnock y Renata Stih colgaron pancartas cerca del museo en las que reclamaban «entrada gratis para antiguos trabajadores forzados».

En tanto,
Salomon Korn, vicepresidente del Consejo de Judíos de Alemania, consideró la exposición «ensangrentada».

Las críticas también provinieron del oficialismo: el vocero de finanzas del gobernante Partido Socialdemócrata (SPD),
Lothar Binding, calificó a Flick de evasor fiscal y pidió al gobierno que retire su apoyo al proyecto. «Hay regalos que no se pueden aceptar» expresó. Friedrich Christian Flick se estableció en Suiza en 1975, luego de vender su participación en las empresas que heredó. A la hora de defenderse de las acusaciones, lo hace casi a desgano: «Siempre traté de separar la historia de mi familia de la colección, del arte y los artistas», dijo a la prensa. «La colección no debe verse con lentes ideológicos». Lo máximo que se atrevió a decir fue: «Quiero dejar en claro que nunca he dicho que deseo excusar el lado oscuro de mi familia. Mi abuelo cometiómuchas faltas durante el Tercer Reich y fue declarado culpable, con razón, durante el proceso de Nürenberg, pero las culpas fueron suyas, no mías».

Además, el empresario financió un centro de documentación adjunto de la muestra, en el que quedó claro el vínculo de su familia con el nazismo. La muestra de Flick dejó en evidencia que, pese al esfuerzo constante y decidido de la inmensa mayoría de los alemanes, aquel pasado tenebroso sigue cobrando cuentas a esta sociedad.

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