22 de julio 2002 - 00:00

Campanella deleitó con su incomparable técnica

Recital de Michele Campanella (piano). Obras de Muzio Clementi, Ludwig van Beethoven y Robert Schumann. (17/7, Teatro Coliseo. Org.: Inst. Italiano de Cultura).

Es un icono de la pianística italiana, casi un prócer, un legendario intérprete modélico del romanticismo; Michele Campanella anduvo por esta ciudad, invitado por la Embajada de su país. Dictó algunas «master class» y ofreció este único recital, que fue el punto de reunión de los pianistas locales y maestros del instrumento. Como si un gurú hubiera convocado a una meditación colectiva.

Para decepción de muchos, no tocó Chopin ni Liszt, como si Campanella hubiera optado por un repertorio más «académico» que ofrecer un recital artístico, por lo tanto, mucho más interesante. Comenzó con la Sonata en Sol Mayor Op. 7, N° 3 de Muzio Clementi (1752-1832), compositor romano que pasó gran parte de su vida en Inglaterra, sus restos descansan en la Abadía de Westminster, y su música es atendida en la madurez interpretativa. En nuestro medio es Aldo Antognazzi su gran defensor. Campanella presentó la obra con una concepción orquestal y robusta en el sonido, con medios simples pero contundentes.

Con una innegable madurez conceptual y pleno dominio de sus recursos, Campanella abordó con sobriedad la Sonata N° 15 en Re Mayor Op. 28 de Beethoven, conocida como «Pastoral»; en una ejecución absolutamente viril y con la reflexión que se vio humanizada por la intuición; sobre todo en el «Andante», donde creó un clima evocativo de paisaje al óleo. En los «Estudios Sinfónicos» Op. 13 de Robert Schumann, con la inclusión de 5 estudios póstumos, la cátedra llegó a su punto más alto; convirtió los complejos Estudios en poemas sonoros, cada uno de ellos declamado con sus voces y rítmicas, con sus murmullos y arrebatos, en una exposición de prístina claridad.

Así Michelle Campanella rubricó frente a nosotros en qué se asienta la fama que lo acompaña por más de 30 años, con cientos de discos grabados, premios, entre los cuales el mejor debe ser el respeto reverencial con que se lo escucha, para aprender sin cuestionar, como tiene que ser la actitud frente a un verdadero maestro. Como único «encore» ejecutó un Nocturno de Alexander Scriabin para la mano izquierda, que será una experiencia inolvidable.

Dejá tu comentario

Te puede interesar