Una bandera argentina acaparando una de las sedes del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y al menos cien trabajadores de la industria audiovisual escoltándola. "Cine argentino unido", se leía en la franja blanca y sintetizaba la posición de los representantes nacionales que compitieron en uno de los eventos más prestigiosos de habla hispana del sector. Después de la foto, llegó el comunicado: “profunda preocupación por los dichos del candidato presidencial de un partido de ultraderecha que amenaza con el cierre del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)”.
Cine argentino unido: la industria audiovisual nacional expresó su potencial en San Sebastián
Luego de las amenazas con intervenir la producción de cine nacional, los trabajadores del sector se manifestaron en un festival internacional.
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Los representantes del cine argentino en el Festival de San Sebastián.
“Lo vamos a cerrar, igual que la Televisión Pública, igual que Télam”, prometió Javier Milei en una entrevista televisiva, donde opinó que los programas de estímulo a las producciones nacionales constituyen "privilegios" y que la inversión cultural "genera déficit. Si genera déficit, es porque vos no generás un producto apetecible para el mercado. En condiciones normales no deberías existir".
"En términos estrictamente económicos, cada peso que se invierte en fomento del audiovisual genera un efecto multiplicador en la economía", explica a Ámbito el director de cine y presidente del INCAA, Nicolás Batlle, quien agrega: “El cine es arte e industria. Un gran generador de trabajo ya que el 80% de la estructura de costos de un film son recursos humanos”.
El propio instituto hizo público un estudio de su observatorio donde precisa que los puestos de empleo privado registrado en el sector crecieron un 45% entre 2007 y 2022, con un período de caída determinada por la desinversión estatal: el 2016-2019. En los últimos años, por su convergencia tecnológica, sus proyecciones de integración con el sector de videojuegos, su capacidad de exportación transnacional y la potencialidad de generación de valor agregado, la actividad audiovisual fue incluida como Economía del Conocimiento.
Unas de las dudas recurrentes sobre el INCAA es su método de financiación. Si bien existen partidas presupuestarias del Tesoro nacional, la fuente de financiamiento principal se encuentra estipulada por la Ley N° 24.377 conocida como la "ley de cine", que propone un impuesto del 10% sobre el precio de las entradas del cine y un porcentaje de la recaudación del ENACOM sobre la facturación de los canales de TV y servicios de cable. En definitiva: al cine lo pagan aquellos que lo consumen.
Aún reconociéndolo como un sector dinámico de la industria nacional -que aporta 5,2% a la economía argentina, contemplando los efectos directos e indirectos sobre otros rubros, como el turismo y la gastronomía- los beneficios intangibles de la inversión cultural no tienen posibilidad concreta de medición. “La posibilidad de tener una cultura propia, un cine propio, un espejo donde mirarnos. El derecho a contar nuestras propias historias. La cultura no es un gasto, es inversión”, señala Batlle. Un ejemplo concreto es la plataforma Cine.ar, administrada por el INCAA y pionera de las on demands gratuitas de difusión de las producciones nacionales, derecho con el que la mayoría de los países del mundo no cuenta.
El arraigo federal, la heterogeneidad de los programas de promoción (para municipios, fundaciones privadas o universidades), y la capacidad de captación de inversiones de plataformas internacionales representan oportunidades para el sector que, a su vez, destina fondos para primeras producciones audiovisuales. Ese fue el caso de Camila Fabbri, escritora, directora de teatro y actriz, con reconocimientos en la Argentina y en el exterior, que estrenó “Clara se pierde en el bosque” en el Festival Internacional de San Sebastián en su primer trabajo frente a la dirección cinematográfica.
"El INCAA ofreció un apoyo casi del 100% para la realización de mi película. Contamos también con un mecenazgo, que fue un apoyo del Estado. Fue mi primera película y se hizo con esos dos apoyos. Es una producción meramente argentina", sostiene Fabbri para este medio y asegura que "si estos dos entes desaparecieran, obviamente esta película no existiría".
Además, la directora remarcó que durante el rodaje convocaron "un montón de trabajadores y todos tienen sus contratos en blanco gracias al Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), al igual que los actores que tienen su sindicato". “Es una ganancia tangible porque hay contratos laborales que terminan con un rodaje, pero después empieza otro y hay otro rodaje. Viven de eso la mayoría de trabajadores del cine", detalla.
Proyección internacional del cine argentino
Este año, el público nacional volvió a fijar su atención en la ceremonia de los Premios Óscar. La posibilidad latente de que “Argentina, 1985” fuera electa como Mejor Película en Lengua Extranjera volvió a posicionar al cine nacional en el principal escenario de la industria audiovisual global. A pesar de que finalmente esa producción no recibió el Óscar, Argentina continúa ostentando un lugar de privilegio: es el único país latinoamericano que se llevó la estatuilla en dos ocasiones, con “La Historia Oficial” y “El Secreto de sus Ojos”.
“Creo que es indudable la potencia y creatividad que tiene nuestro cine. La participación de nuestras películas en los principales festivales del mundo así lo certifican. Más de quince películas en el Festival de San Sebastián este año. También tuvimos muy buena participación en Cannes, Biarritz, Sitges. El INCAA representa un incentivo para que los creadores puedan realizar sus obras y que lleguen al público”, resalta Nicolás Battle y rescata que “por segundo año consecutivo el cine de animación nacional estuvo presente en el Festival Annecy y su mercado MIFA”.
Según el presidente del INCAA, el organismo “siempre fue el semillero de talentos” y enumera los distintos programas de estímulo y financiamiento: concursos de cortometrajes, concursos de ópera prima, concurso federal de proyectos, las ocho sedes nacionales de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC).
“Se trata de potenciar ese fuerte talento emergente que tiene nuestro país en términos audiovisuales”, remarca Batlle y apunta “que se multiplicaron los incentivos provinciales y municipales a través de los sistemas de cash rebate o tax rebate, que posibilitan, muchas veces combinados con fondos nacionales, generar una industria competitiva”.
Argentina en el Festival de San Sebastián
Como habituales protagonistas del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la comitiva argentina volvió a exponer la potencialidad narrativa de sus producciones. Los quince proyectos representan una cifra récord de participación en la 71° edición de uno de los certámenes más prestigiosos del cine en habla hispana. En ese marco, la ceremonia de premiación también se tiñó de blanco y celeste: la película “Puan” (dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat) ganó en la categoría mejor guión y mejor actor (por el rol protagónico de Marcelo Subiotto) y el film “El castillo” (cuyo director fue Martín Benchimol) se llevó el premio en la categoría Horizontes Latinos.
En esa selección también participó “Clara se pierde en el bosque”, de Camila Fabbri. “La adultez tiene un paralelismo con estar perdido en el bosque, que es un lugar que aparenta mantenerte a salvo porque está en la naturaleza pero también es un espacio que se puede parecer a esa rotura del pasado y de la adolescencia”, explica la directora sobre la trama de la película, y añade: “La idea de perderse en el bosque es una especie de metáfora de no tener muy en claro cuando es que uno se termina de encontrar”.
Sobre la responsabilidad de encarar una ópera prima, indicó que “asumí el rol de dirigir una película como en su momento asumí el rol de dirigir una obra de teatro” y reconoció que “si bien son dos mundos muy distintos, hay algo de haber atravesado la dirección de casi cuatro obras de teatro que creo que ayuda mucho al momento de encarar un rodaje, sobre todo por el trabajo con los actores y actrices, que es el grueso más grande que asumí yo en esta película en la que conté con un equipo muy eficiente y maravilloso”.
Para la historia, que relata el proceso de maternidad de una sobreviviente de la tragedia de Cromañón -temática que Camila Fabbri abordó en su libro “El día que apagaron la luz"-, la directora explicó: “no tuve que volver a sumergirme en esas imágenes, o al menos no de una manera oscura y dolorosa como si fue quizás el proyecto del libro. El armado de guión de esta película tuvo que ver más que nada con meterse en un presente de ser una mujer de treinta y picos que se pregunta cosas sobre la maternidad y su economía como mujer soltera y sobre una herida muy grande que quedó del pasado”.
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