17 de noviembre 2025 - 13:35

Claudio Barragán: una escultura en busca de sus ancestros

El destacado pintor y escultor inauguró una nueva muestra en Espacio Pinasco. Sus obras son una exploración profunda de su propia identidad y emociones.

Guardián, de Claudio Barragán, en su muestra en Espacio Pinasco.

"Guardián", de Claudio Barragán, en su muestra en Espacio Pinasco.

Barragán es un apellido ilustre en nuestras artes visuales. Uno de ellos, Luis (1914-2009), integró el grupo Orión, muy inclinado al surrealismo junto con Orlando Pierri, Vicente Forte, Bruno Venier, Ideal Sánchez, Leopoldo Presas, Alberto Altaleff, Juan Fuentes y Rodrigo Micelli a quienes logró reunirr el destacado crítico de entonces, Ernesto Rodríguez, en 1939 y 1940.

Orión se originó en el “infatigable cazador celeste que con Sirio, su perro de luz, atisba riquezas de caza oculta, es decir “la caza de la belleza”. Estos artistas partían de la necesidad de participar de una realidad onírica. Luis Barragán concibió un surrealismo de tono metafísico del cual se alejará para dedicarse a signos, rectas y curvas de gran significado espiritual.

Raúl Santana, en su libro “Huellas del ojo”, en una reseña sobre una muestra en 2002, se preguntó: “¿de dónde vienen y hacia dónde viajan estas imágenes que entran y salen del plano, llegando abruptamente hasta sus márgenes como si todo siguiera más allá de ellos?.

En cuanto a su hermano, Julio Barragán (1928-2011), un autodidacta , merecedor de importantes premios, transitó distintas etapas y según consta en el libro de Romualdo Brughetti, “Nueva Historia de la Pintura y la Escultura en la Argentina”, pasó del realismo mágico al neocubismo, del expresionismo al cubismo; sus tonalidades respondían a un estricto equilibrio plástico, destacándose siempre por un trazado armónico.

¿Por qué estas referencias a artistas actualmente devorados, casi invisibilizados, por las urgencias y el énfasis puesto en la contemporaneidad? Sería importante volver a verlos. Porque en esta columna nos ocupamos de Claudio Barragán, hijo de Julio, nacido en 1956, que se dedicó a la pintura siguiendo los pasos de su padre y su tío.

Hacia principios de la década del 90 se inclinó hacia la escultura y en 1992 presentó su primera muestra de esta disciplina en el Centro Cultural Recoleta. Descubre que sus antepasados se dedicaban a la talla y la imaginería en Soria (España) desde el siglo XVII.

Utiliza maderas y trabaja a la manera de los carpinteros de la ribera que se dedicaban a la construcción de barcos. Su imagen son los caballos que en muchos casos pinta con colores vibrantes, caballos altivos, imperiales, conquistadores, que han acompañado al ser humano en su evolución en gestas patrióticas inspirados en el de Troya, una creación mítica que se ignora si realmente existió, reproducida desde la antigüedad en la literatura, en el teatro, en películas.

Otra de sus realizaciones son las máscaras que muchos artistas han utilizado para explorar la identidad, la alienación y lo grotesco, entre ellos, James Ensor, Picasso, Duchamp. Se va a encontrar mucho de esto si se realiza una atenta lectura y que a este artista le permite también una exploración profunda de su propia identidad y por qué no, de sus emociones.

Espacio Pinasco. Quintana 125, Planta Baja. Clausura el 28 de noviembre. Lunes a viernes de 12 a 19.

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