"La crianza dejó de ser un territorio privado y silencioso, para convertirse en una construcción compartida. En un contexto donde el 'lado B' de la maternidad comenzó a visibilizarse con fuerza y el escenario se transforma en un laboratorio vivo, un espacio donde las experiencias de la maternidad pueden ser abiertas, miradas y reconstruidas”, dice Natalie Aboud, directora de “Secretos de un vínculo”.
El escenario como un laboratorio vivo para exponer el lado B de la maternidad y la crianza
“Secretos de un vínculo” está inspirada en el libro “Emocines de la maternidad” de Adriana Grande y cuenta con actuaciones de Josefina Botto, Jennifer Moule, Bárbara Goldschstein y Emilia Rodríguez Miñó. Se presenta los sábados de octubre y noviembre en el Border.
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Josefina Botto, Jennifer Moule, Bárbara Goldschstein y Emilia Rodríguez Miñó en"Secretos de un vínculo".
Inspirada en el libro “Emociones de la maternidad” de Adriana Grande, médica psicoanalista especializada en la relación entre madres, padres e hijos, cuenta con actuaciones de Josefina Botto, Jennifer Moule, Bárbara Goldschstein y Emilia Rodríguez Miñó. Se presentas los sábados de octubre y de noviembre a las 17 en Border Teatro (Godoy Cruz 1838, CABA). Conversamos con Aboud.
Periodista: ¿Qué se reflexiona a partir de las anécdotas y conceptos en torno a los desafíos de la crianza? ¿Cuáles son esas anécdotas o vivencias que podemos adelantar?
Natali Aboud: Una de las reflexiones que atraviesa la obra es cómo afrontar los desafíos de la crianza de una manera más amable, promoviendo una crianza respetuosa tanto para el hijo como para las madres y padres. La puesta propone un espacio de reflexión colectiva, una invitación a observar sin juzgar, a pensar junto a otros nuevas formas de acompañar situaciones que a veces nos desbordan. En escena se dice: “Hay que hablar el idioma del niño, que es jugar”, y desde esa premisa se despliegan herramientas para abordar momentos difíciles, como los famosos berrinches, desde el juego y la empatía. A su vez los personajes de la obra cuando se dan cuenta que el jugar es el camino, empiezan a decir: ¨Juguemos a quién aguanta más con los ojos cerrados¨, como un guiño a los adultos, que sabemos que a veces no tenemos ganas de jugar y es un esfuerzo, buscando un alivio en saber que a todos con muchas cuestiones nos pasa algo similar.
P.: ¿Cómo se plasma la experiencia y lo que cuentan los libros en la puesta ?
N.A.: La crianza es acción, y la obra propone tomar distancia de esa acción para poder reflexionar y, sobre todo, autoobservarse. Esa distancia se potencia en la puesta desde varios aspectos: por un lado, a través de la adaptación de un libro teórico sobre la crianza hacia un lenguaje teatral, donde más que explicar, se busca transmitir mediante la interpretación de las actrices. El libro ¨Emociones de la maternidad¨, de Adriana Grande, conceptualiza y analiza situaciones que muchas veces no sabemos cómo nombrar. En la puesta, esa experiencia se traslada a un grupo de cuatro amigas y madres que utilizan el libro como guía de estudio y se proponen encarnar, literalmente, los conceptos que analizan. Por ejemplo, cuando leen una definición sobre los vínculos cóncavos y convexos, una de ellas propone: “¿Y si lo probamos con el cuerpo? Yo puedo ser el vínculo convexo”. A partir de ahí, la escena representa esa idea desde lo corporal, lo musical y lo visual, generando una experiencia sensorial y física más que discursiva.
P.: ¿Cómo creció la obra concebida como creación colectiva?
N.A.: Reflexionamos sobre la importancia de compartir con otras personas la crianza. Darnos cuenta que a muchas nos pasa lo mismo frente a determinadas situaciones difíciles nos llena de alivio y nos sentimos acompañadas. También sobre cómo integrar las distintas emociones opuestas que pueden surgir de la experiencia tan transformadora de ser madres, sentir sin juzgar y sin creer que algo está mal o bien. Encontrar la propia forma de maternar, tratando de alejarnos de los mandatos y el deber ser. Otra reflexión a la que llegamos es que la crianza implica una gran responsabilidad afectiva y está bueno trabajar el interior de cada uno para poder brindarle a nuestros hijos la mejor versión, ya que ese niño luego será adulto y sus primeros años marcarán su vida, como se dice en la obra: ¨la adultez es el eco de la infancia¨.
P.: ¿Cuándo surgió este lado B de la maternidad? Pienso en tantos contenidos sobre el tema y la maternidad contada desde adentro, ese desacralizar la madre con el bebe….
N.A.: Con el feminismo surge la posibilidad de visibilizar los malestares y contradicciones que atraviesan la experiencia de ser madre. Aparece la necesidad de romper con la ilusión de una maternidad color de rosa y a hablar de maternidades reales. La obra se inscribe en esa conversación, pero no se queda únicamente en la exposición del conflicto o en la catarsis emocional. Propone un recorrido donde también hay lugar para el disfrute, el humor y la ternura. Invita a pensar la crianza como un proceso dinámico, en constante movimiento, donde es tan importante poder decir lo que duele como reconocer lo que nos hace bien. Desde esa honestidad surge una posibilidad de integración: aceptar la complejidad de la maternidad sin juzgarla. Maternar no es algo innato si no una construcción, un aprendizaje donde en ese crecimiento hay lado a, b, c, z y esta bueno nombrar todas sus partes.
P.: ¿Cómo construyen las redes sociales y el formato reel humorístico este vínculo madre/hijo?
N.A.: Creo que el formato reel humorístico funciona como una forma de catarsis y de sentirse acompañadas en la tarea de criar. Exponer la vida íntima y descubrir que muchos se identifican con lo que mostrás puede hacer más llevadero algo que, por momentos, resulta asfixiante. Pero, hay que tener cuidado: las redes tienden a simplificar y a transformar todo en contenido “consumible”. Lo que al principio libera puede volverse producto y generar nuevos mandatos. Por eso, es importante ser conscientes del exceso de exposición y de lo que una comunica: detrás de cada publicación hay también una responsabilidad.
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