Mar del Plata - Transcurrió el fin de semana de mayor movimiento en Mar del Plata con dos importantes megaespectáculos, a tan sólo 6 kilómetros de distancia y que reunieron entre ambos 53.000 espectadores, mientras la guardia policial se repartía para cubrir la jurisdicción del Estadio Mundialista, donde unos 30 mil hinchas coparon la cancha para el primer superclásico del año. En el balneario La Morocha se realizó la primera fiesta electrónica, Nokiatrends, una suerte de Creamfields marplatense, que convocó 35.000 personas al ritmo de la electrónica, y en Playa Grande se realizó la quinta edición de la Gala Zurich (18.000 espectadores), en la que actuó la Orquesta Sinfónica de Mar del Plata, dirigida por Mario Perusso con la soprano María Pía Piscitelli y el tenor Gustavo López Manzitti.
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La nueva edición del festival electrónico comenzó a las 13 con el grupo marplatense Altocamet, donde se alternó consumo variado: desde las habituales bebidas energizantes y aguas saborizadas hasta la venta de anteojos del sol y pirulines. La organización y el control volvieron a ser adecuados mientras la recorrida por el gran predio, con un escenario a espaldas del mar, alternaba chicas colocándose protector solar durante la actuación del inglés Justin Robertson y los carteles de siempre comunicando estados de ánimo o alertando a los presentes: «Caution, excesive sound level».
A tono con una fiesta electrónica excesivamente cool, la postal exhibía asistentes casuales con mate, crucigramas y hasta madres cambiando pañales en la arena cubierta con el clásico colchón de lata de energizantes y aromas dispares. Cuando Robertson cerró su set con «Go», de Moby, como Sasha y Hernan Cattaneo en la última Creamfields, los franceses Rinocerose se preparaban para su show más roquero. Tuvieron dos invitados: el cantante finlandés Nuuti Kataja, que se paseaba por el hotel con una botella de vino tinto a cuestas y la remera de Boca, número 10 de Maradona, y otro, Jessie Chaton, quien lucía melena afro como la de Ben Stiller en «Starsky y Hutch».
Estos músicos no hicieron delirar tanto como si lo logró el encargado del cierre, Ricardo Villalobos y su set de minimal electro pop. Pero los Rinocerose tocaron varios hits y hasta gritaron «Diconnecting people», justo lo contrario de lo que anuncia el slogan de la marca de celular que auspiciaba la fiesta.
El cierre con Villalobos tuvo momentos altos como «The sinner in me» de «Depeche mode» y el tango «Naranjo en flor», en un set con predominio de sonidos mínimos, tribales, primitivos, con violines y percusión, disciplina que domina a la perfección este DJ chileno, radicado en Alemania, pero con el carisma latino desde las bandejas. Para formar parte del line up del festival, había solicitado que le buscaran una buena casa quinta alejada con destino de «after hour» para los amigos.
Varias horas antes, cuando había terminado el festival alrededor de las 21.30, esos músicos metaleros, atemorizantes en el escenario, conversaban serenos en el lobby de un hotel cinco estrellas, a la escucha de un espectáculo en vivo de bossa, jazz y boleros. El finlandés Kataja, que durante el show había mostrado nervio extremo, recordaba que la noche anterior había intentado, sin suerte, que Mauricio Macri -alojado en el mismo hotel de los DJs- le firmara la remera de Boca a cambio de un pase libre a la fiesta. Pero fue difícil covencerlo.
Macri es fanático de los locales «Intoxicados» y por lo visto prefiere el rock nacional a los electrónicos europeos. Tal vez si hubiera sabido que en el vip se toparía con Marley, Ursula Vargues, Fabio Posca, Ronnie Arias o varias vedettes de las revistas marplantenses, habría resultado más fácil lograrlo.
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