10 de enero 2003 - 00:00
"En mis tiempos, todas éramos unos angelitos"
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Periodista: ¿Qué la decidió a actuar en un infantil?
P.: ¿Su espectáculo «Alfonsina» es un homenaje a la que fue su maestra?
A.B.: En realidad no estudié con ella. Yo empecé a hacer teatro infantil en el Labardén a los cinco años y actué en una obra que escribió y dirigió la propia Alfonsina Storni. De lo único que me acuerdo es que yo tenía que mandar una carta a los Reyes Magos y al ponerme la estampilla en la boca me la tragué. Entonces me puse a llorar y Alfonsina me consoló: «No te preocupes, no te va a pasar nada. ¡Vamos, vamos a escena que vos vas a ser actriz!». A Alfonsina le debo tres cosas en mi vida: que me haya pronosticado mi carrera de actriz, haber hecho la película «Alfonsina» en 1957, y haber sido premiada como mejor actriz por ese trabajo. Gracias al dinero que me otorgó la Academia cinematográfica
me fui a Europa por 11 meses. ¡Eran otros tiempos!
P.: ¿Nunca fantaseó con la idea de retirarse?
A.B.: Siempre estoy con la idea de no seguir, no crea que todo es placer, pero de pronto estoy ahí y sigo. Mi problema es que no sé qué haría si dejara la actuación. Si yo tuviera otra vocación, o una escuela para enseñar... pero me di cuenta de que no tengo condiciones de docente, lo intenté, pero me pongo muy nerviosa. Si hay alguien que no sirve lo mando a pasear y eso no conviene porque pagan.
A.B.: ¡Pero ella estaba muy enferma! Tenía problemas del corazón y vivía con mucho miedo, por eso se internó en la Fundación Favaloro.
P.: Me refería a décadas anteriores cuando rechazó trabajos de envergadura, como «Medea», para luego filmar con Palito Ortega.
A.B.: Ah, sí. Yo me acuerdo que Daniel Tinayre le había propuesto hacer «Hello Dolly» antes de ofrecérselo a Libertad Lamarque. Eso me lo dijo el propio Tinayre, pero ella le contestó: «No, ya estoy muy grande para estar en el teatro». Vaya uno a saber, no estaría con fuerzas. Estaba muy vencida y se hizo muy mística últimamente. Dios se la llevó en buen momento. A mí me daba pena verla. Dios quiera que, si llego a esa edad y en ese estado, no me vea nadie. Es tristísimo, yo la vi por televisión hecha una cosita, en cambio, mentalmente era brillante y nunca perdió esa voz divina. Era muy especial, una trágica extraordinaria y una cantante de tango maravillosa. Yo la escuchaba cantar y me enloquecía, pero recién la vi años más tarde por televisión, porque en la época nuestra del cine nunca veíamos lo que hacían las otras actrices. Nadie me miraba a mí y yo no miraba a las demás. ¡Había un estreno y ninguna iba a ver a la otra!
•Cine
P.: ¿Qué opinión le merece el cine argentino actual en relación al de aquella época de
oro?
A.B.: Esta es una época muy distinta, hay mucha más violencia. Aquella otra era más romántica, por lo tanto el cine también lo era. Yo hice libros muy importantes en cine, Miguel de Unamuno, Alejandro Casona, Benito Lynch, Lugones y obras francesas muy buenas como «Los ojos más lindos del mundo», pero también me gusta mucho el cine de ahora. Vi «Un oso rojo», que me fascinó, o «Historias mínimas». A ese muchacho, Sorín, hay que darle un premio porque es de una imaginación extraordinaria. Se habla de una época de oro porque durante la Segunda Guerra Mundial el cine argentino entró en Latinoamerica con una fuerza brutal. El cine argentino invadió y enloqueció a todo le mundo, pero después nos tocó una época que muy mala. No había celuloide, por eso en el año 46 los Estudios San Miguel, que nos tenían contratadas a Mecha Ortiz, María Duval y a mí, separadamente, decidieron juntarnos en «Las tres ratas». Así nació esa película, por falta de celuloide.
P.: En su época las actrices eran divas inaccesibles.
A.B.: Es que no había televisión y, además, la prensa era discreta. Todas éramos unos angelitos según «Antena» o «Radiolandia», jamás ponían las cosas que se ven ahora. A mí el caso de esa familia Süller me parece una vergüenza nacional. No se puede creer que esa gente, sólo porque le pagan, sea capaz de decir cualquier cosa. Nosotras éramos muy distintas. Cuando yo me separé de Alberto Closas jamás hice un comentario. Ninguna de las estrellas, Delia Garcés, Libertad Lamarque, hacían escándalo de su vida privada. Eramos intocables y además siempre salíamos a la calle muy arregladas. Ahora ya no se estila, pero es que cambió la vida.
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