8 de julio 2024 - 14:57

Esclavas sexuales japonesas: desgarradora evocación de una infamia

“Partió de mí un barco llevándome”, de la argentina hija de coreanos Cecilia Chang, se ocupa de las víctimas de las "mujeres de solaz" del ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial

Melanie Chong protagoniza la emotiva película Partió de mí un barco llevándome

Melanie Chong protagoniza la emotiva película "Partió de mí un barco llevándome"

Argentina hija de coreanos, Cecilia Kang va expandiendo su mirada, desde el retrato de familia de su primera obra, graciosamente llamada “Mi último fracaso”, hasta el amplio cuadro de su nueva película, que apunta hacia las cicatrices de la historia asiática, los sentimientos de tres generaciones y la propia experiencia de filmación.

Esta es una película parcialmente escrita a medida que se hacía, donde vemos el trabajo de casting, la elaboración de un personaje y la forma en que muchas cosas se reconfiguran y se completan con la experiencia de un viaje clave.

El título surge de unos versos de Alejandra Pizarnik (“explicar con palabras este mundo/ que partió de mí un barco llevándome”) y se aplica a la historia de las “mujeres de consuelo”, o “de solaz”, vulgo esclavas sexuales del ejército imperial japonés, que las arrancaba de sus hogares, y también a la historia de las inmigrantes, que, al ser extraídas de su tierra, como dice Kang, se atan más a la cultura de origen, frente a sus hijas que ya se sienten argentinas.

Esto y otras cosas se ven a través de una jovencita con la cual viajamos incluso hasta la tierra de sus mayores, donde conoce el museo dedicado a esas pobres víctimas de la soldadesca (y de la discriminación posterior) y también visita a un hermano que hizo el camino contrario al de sus padres: él emigró a Corea (pero todavía extraña un poco).

La película avanza casi como un cuaderno de apuntes, combinando ficción, mostrada con franqueza, y documental. Tiene frescura, dice lo suyo con la mayor naturalidad, y moviliza a su público sin engaños. Interesante, esa camada de argentinos hijos de extranjeros que va apareciendo en la pantalla argentina, como Juan Hsu (“La Salada”, “La luna representa mi corazón”) y Cecilia Kang.

La obra toca también el dolor y el reclamo por esas mujeres que hoy tienen un museo, un monumento, y un movimiento que reclama por ellas en Seul. ¿Qué fueron y qué pasó con esas mujeres de solaz?

En pocas palabras, fueron servidoras sexuales de algunos cuarteles militares japoneses durante la guerra. Primero iban a ser voluntarias japonesas, para evitar riesgos de posibles espías extranjeras. Pero a medida que Japón fue arrasando el Este asiático, todo se fue haciendo cada vez más bestial. Los soldados del emperador ya no querían voluntarias, sino esclavas de los países conquistados, y así las trataban, y en muchos casos las mataban.

Después de la guerra, en las víctimas sobrevivientes predominó el silencio, por vergüenza y por miedo a los prejuicios de sus connacionales. Y en los gobiernos, predominó la hipocresía. Hubo esclavas desde Filipinas hasta Corea, incluso holandesas residentes en Java, como Jan Ruff-O’Herne, que en 1994 publicó sus memorias, “50 años de silencio”.

Significativamente, la primera denuncia pública la hizo un japonés, el escritor Kakou Senda, con su novela “Jyugun ianfu”, 1973, inmediatamente llevada al cine por la poderosa Toei Company. Libro y película provocaron discusiones, y mucha negación.

Recién en los ’90, ya viejitas, algunas filipinas, chinas y coreanas testimoniaron públicamente lo que habían vivido, se organizaron movimientos que todavía siguen, Japón aceptó oficial y parcialmente culpas y pago de indemnizaciones, y el cine de China y Corea empezó a producir melodramas y documentales sobre el tema.

Pero la película más popular, que en apenas 20 días tuvo tres millones de espectadores, no fue un melodrama, sino la comedia dramática coreana “Yo puedo hablar”, 2017, con Na Moon-hee como una viejita cascarrabias que quiere aprender inglés para ir a EEUU a denunciar sus padecimientos durante la guerra, asunto tomado de un hecho real: en 2007 un grupo de víctimas testimonió ante la Cámara de Representantes de EEUU, para que ésta impulsara un mayor reconocimiento de culpas por parte de Japón. El propósito fue logrado (pero en realidad las mujeres no hablaron en inglés, sino en coreano).

“Partió de mí un barco llevándome” (Argentina-Singapur, 2023); Dir.: Cecilia Chang. Int.: Melanie Chong, Alex Chong, Mora Lestingi, Julio Chávez.

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