"Felicidades", la obra en la que nada puede salir mal

Cuenta con un dream team encabezado por el dramaturgo Mariano Pensotti, quien también hizo la puesta en escena; Daniel Veronese como director, Mariana Tirante en la escenografía y los cinco protagonistas tan convocantes como solventes: Adrián Suar, Griselda Siciliani, Benjamín Vicuña, Jorgelina Aruzzi y Peto Menahem.

“Felicidades” es, a priori, la obra en la que nada puede salir mal, con un argumento que precipita primero la hecatombe y luego la calma. No puede salir mal porque parte de un texto original de un autor local como Mariano Pensotti, sólido dramaturgo y director que viene pisando fuerte (cautivó con “Los años” en el Cervantes y tantas otras en el off como “El pasado es un animal grotesco”). El primer acierto es no haber recurrido a la fórmula de un texto extranjero probado sino la apuesta por el talento local a nivel dramaturgia.

Además cuenta con dirección del experimentado Daniel Veronese, quien vuela de un circuito a otro sin escalas, entre el riesgo y lo conocido, más el quinteto infernal encabezado por Adrián Suar, Griselda Siciliani, Benjamín Vicuña, Jorgelina Aruzzi y Peto Menahem. Y se presenta de jueves a domingos con 15 funciones semanales.

La historia se hilvana entre conflictos que van en un in crescendo, primero un matrimonio al borde de la separación, luego su encuentro con otra pareja que los espeja y abre el juego de contrastes, para dar paso al médium, Peto Menahem, a partir de lo que llegarán los acontecimientos más desopilantes y sobrenaturales. La idea de una casa que se agranda y achica conforme se dicen verdades o mentiras se vale de un dispositivo escénico que es lo mejor de la obra, diseñado por la gran Mariana Tirante, habitual colaboradora de Pensotti.

La obra transcurre como una serie de TV liviana y graciosa sobre el escenario, con actores de sobrado oficio en el arte de hacer reír y habitués de esta clase de personajes. Hasta se permiten hacer chistes con hacer siempre lo mismo. No conviene avanzar más sobre la trama pero sí decir que la solvencia de Pensotti en construir tramas propone un in crescendo que pasea por todos los temas, hasta el climax con la madre muerta de la protagonista, las infancias de los personajes y aquello que alguna vez fueron y en lo que se convirtieron.

Cabe destacar la labor en los rubros artísticos de Sofia Di Nunzio en vestuario, Matías Sendón en luces, Gastón Briski en diseño de sonido y música original y efectos sonoros de Diego Vainer.

La obra divierte más de lo que emociona, con menos transformación en los arcos dramáticos de lo que Pensotti suele acostumbrar, con menos riesgo, pero con la fórmula infalible para cautivar a amplios públicos. Por momentos los rasgos de personaje resultan arquetípicos, pero acaso sea la caradura que le otorgan estos actores. Son menos enigmáticos de lo ofrecido por Pensotti hasta aquí, pero más hilarantes y sumidos en el desparpajo. Una obra donde se los ve jugar y disfrutar, y al público reír a carcajadas.