“Si perseguir lo normal es dejar de escucharse a sí mismo, uno termina comprando las felicidades que vende el sistema y la búsqueda de likes. Lo que uno encuentra en eso nunca es felicidad porque cuando la tenes entre las manos, advertís que eso no era algo propio y genuino”, dice Fran Ruiz Bartlett, quien tras el furor de “Margarita” se fue a vivir a Córdoba y de algún modo esta obra, “Dramaterapia”, tiene temas que parecen premonitorios a su actual búsqueda, si se recuerda que fue escrita hace más de 7 años.
Fran Ruiz Barlett: "Siempre me pareció muy interesante eso que ocurre en los laberintos de la mente"
Tras el furor de “Margarita”, Fran Ruiz Bartlett se fue a vivir a Córdoba y de algún “Dramaterapia” tiene temas que parecen premonitorios a su actual búsqueda. Se presenta los domingos en El Método Kairós.
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Fran Ruiz Barlett: "Soy hijo de madre terapeuta y fui al psicólogo desde muy pequeño. Una mezcla entre padre actor y mi mamá, es parte de mi linaje".
Se volvió a estrenar con otro director, Leo Camo, y elenco integrado por Camila Castillo, Faustina Pasarotti, Gonza García G, Lucía Gutiérrez, Lucía Hayes, Pablo Andrés Pighin, Paz Díaz Colodrero, Sebastián Fernández, Sol Tobias. Músicos: Taiel Gonzalez, Violeta Ayerra, Fran Abbondati, también director musical. Se presenta los domingos a las 20 en El Método Kairós, El Salvador 4530. Conversamos con Ruiz Barlett.
Periodista: La terapia en el centro como “Toc Toc” , “Bajo terapia y tantas”, ¿por qué el grupo de análisis?
Fran Ruiz Bartlett: No es sencillo determinar por qué. Tendrá que ver con que soy hijo de madre terapeuta y fui al psicólogo desde muy pequeño. Siempre me pareció muy interesante eso que ocurre en los laberintos de la mente, siento que eso que habita en mí, una mezcla entre padre actor, madre terapeuta, es parte de mi linaje. Arranqué tan chico con terapia por mi sensibilidad y nunca tuvo tanto punto de referencia en lo que me pasaba a mi sino cierta sensibilidad a situaciones de terceros, muy sensibilizado por cuestiones aledañas a mi. Hay algo de esa sensibilidad que intenta expresarse en esta obra, esta visión un poco de que hay heridas cuyas sanaciones de alguna manera solo se terminan de cocinar en lo colectivo. Esto me permitía conjugar personajes que venían de lugares disímiles pero podían empatizar en la herida, como si uno pudiera teorizar que en la vulnerabilidad que creemos ver en unos y otros, de contextos sociales, culturales y políticos diferentes, se diluyen en la vulnerabilidad, en alguna matriz en la que todos estamos atravesados por los mismos dolores. Eso está muy latente en la obra.
P.: Se develan pequeñas verdades cotidianas, heridas del pasado, frustraciones personales, ¿por dónde van esas revelaciones?
F.L.B.: En realidad no hay grandes revelaciones en la obra sino cambios de perspectiva. Quizá haya un pensamiento que tenga que ver con mis inquietudes filosóficas en relación a que cambiar la perspectiva es una forma de sanar. “Puede que los escenarios cambien un poco pero las batallas son siempre las mismas”, tiendo a pensar que lo que constituimos como yo racional tiene una herida por debajo que nos acompaña toda la vida. La oposición a esas heridas o querer taparlas, esa idea tan segmentaria de que el dolor es un estado y la felicidad otro, nos impide amigarnos con nuestras heridas y ofrecerles perspectiva. No es lo mismo decir que las cosas malas me pasan que decir que me constituyen, eso acerca dramaterapia. Si pienso que la muerte de mi papá es algo malo que me pasó y no algo que me constituye, la situación es muy distinta respecto del dolor. Hay una mirada de integrar el afuera y evitar mirar al dolor como cosa separada de nosotros.
P.: Miedos escondidos bajo el disfraz de lo normal, ¿como es esa normalización?
F.L.B.: Cabe preguntarse qué es el normal, algo que indagamos con Malena Ratner en nuestra obra llamada “Lo normal”. Ese concepto hay que tomarlo con pinzas, si uno estudia se ve que lo considerado normal en un tiempo luego cambia, como dice Spinetta, “el lenguaje de los locos en un futuro será el lenguaje de los cuerdos”. Esa idea de “lo normal” es riesgosa, si perseguir lo normal es dejar de escucharse a sí mismo, uno termina comprando las felicidades que vende el sistema y las medallas del capitalismo. Lo que uno encuentra en esas felicidades que te venden nunca es felicidad. Cuando la tenes entre las manos advertís que era algo que no era tuyo. La obra plantea eso y que uno es su propio maestro y hay que perseguir la escucha de uno. Son historias disímiles y lo que ocurre como ritual, como el teatro, que no esté sujeto al entendimiento sino a la emoción. La emoción, que pareciera ser la sustancia que gobierna el vínculo entre público y actores, tiene que ver con la ternura. Hoy día ese es uno de los estados más revolucionarios. Se nota hoy, con este presidente que la ternura debe ser bandera. En la obra se puede sentir ternura por personajes con los que quizá no tendrías vínculo.
P.: ¿Cómo estructuraste la puesta y como trabajaste las áreas artísticas?
F.L.B.: Como vivo en Córdoba la dirigió Leonel Camo,, que fue actor de mi primera puesta y como quería dirigirla convenimos que utilicemos la misma puesta en escena, lo que hizo con todo talento y amor. se sumó Fran Abbondati, director musical, y en la puesta que veo hoy resulta sinceramente conmovedor. La sensibilidad de todos los actores resulta avasallante. Lo que ocurre en la cultura me convoca, conmueve y sorprende. Los jóvenes vienen con una fuerza indomable que me resulta esperanzador.
P.: ¿Cómo está hoy El Kairós y cómo es sostener este espacio?
F.R.B.: Estamos en un momento de transición en el que me alejé un poco de todo, estoy en la sierra en Córdoba buscando mi voz, después de todo el ruido que fue “Margarita”. Así que continúan mis alumnos.
P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?
F.R.B.: El teatro es siempre espacio de resistencia, en tantos años de defender un espacio, escuela, obras, uno tiene conciencia clara, como dice Dolina, “de que lado de la cama me acuesto”. Uno conoce qué políticas ayudan a la cultura y estamos en un momento complicado. Es raro ue haya mirada combativa hacia la educación y cultura, nadie dirá que la cultura y educación no son necesarias pero es la primera vez que veo una batalla tan grande contra lo cultural, con declaraciones de Presidente o expresiones del Ministro de Cultura nacional diciendo que lo que legitima una obra es la cantidad de gente que la ve. Los que venimos del teatro independiente tenemos una visión contraria, somos artistas independientes porque defendemos convicciones no necesariamente populares. Es doloroso, uno se esfuerza mucho, siempre me resulta interesante pensar cuando escribo si busco una medalla o el like del mundo o lo que mi corazón quiere decir.
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