“La adolescencia es como un segundo nacimiento, aflora la propia identidad, los chicos empiezan a tener su propia voz”, dice Carolina Refusa, quien interpreta a la madre de una adolescente en “Clic, cuando todo cambia”.
La adolescencia como un "Clic" y un momento fundante
Se presenta “Clic", cuando todo cambia”, escrita por las españolas Itziar Pascual y Amaranta Osorio, dirigida por Alejandro Casavalle, y con actuaciones de Refusa, Andrea Moneta, Marianela Zapelli, Tomás Cochello, Carolina Refusa y Nicolás Armengol. Todos los sábados a las 17 en El método Kairós.
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La obra escrita por las españolas Itziar Pascual y Amaranta Osorio está dirigida por Alejandro Casavalle, y cuenta con actuaciones de Refusa, Andrea Moneta, Marianela Zapelli, Tomás Cochello, Carolina Refusa y Nicolás Armengol. Puede verse todos los sábados a las 17 en El método Kairós. Conversamos con las Refusa y Moneta.
Periodista: ¿Qué te atrajo de este texto que aborda una etapa bisagra en la vida de hijos y padres?
Carolina Refusta: Lo primero fue emoción, lloré, y luego me atravesó la impotencia de esta madre frente a esta adolescente que quiere experimentar la vida, salir y llevarse todo puesto. Me retrotrajo a mi propia adolescencia e inclusive a mi como madre con dos hijas de 12 entrando en esa etapa. Tuve que desidealizar a mis niñas y ver quiénes son. Trabajo con adolescentes y poder acompañarlos en ese proceso de encontrarse me conmueve. Tuve muy buena compañía en mi adolescencia con un adulto que me escuchaba y eso es lo que necesitan. Tanto adolescentes como padres atraviesan crisis importantes, e inevitablemente la adolescencia de los hijos trae lo que vivieron los padres. Según lo que vivimos repetimos patrones o hacemos exactamente lo contrario.
Andrea Moneta: Muestra ambos universos, el de hijos y padres, que los adolescentes no lo ven. En esa etapa ellos están en su propio mundo, sueños, emociones mientras los padres pierden de vista ese universo que se forma en los adolescentes. A veces uno se olvida lo que pasó en su propia adolescencia y hace que sea difícil comprender a los hijos. Hay sufrimiento por parte de los padres que pasan por mucho sacrificio para tener a los hijos, criarlos, cuidarlos, contenerlos, darles amor, hacen su mayor esfuerzo, y eso de chico uno no lo ve y en cambio ve las faltas.
P.: ¿Qué temas toca la obra?
C.R.: Problemas de imagen y de alimentación, los límites y el cruzarlos, los desbordes, el poco autocuidado que a veces tienen y donde están estos adultos que no ven a estos adolescentes. Están en sus crisis vitales, sostener el trabajo, la pareja, la comunicación. Los miedos, el desgaste del cotidiano, la vorágine.
A.M.: El bullying, el sistema educativo, problemas alimenticios, la soledad, los amigos viejos y nuevos, los cambios, las frustraciones en los padres, las ausencias, las drogas, el alcohol, el sexo, la rebeldía. Esa rebeldía joven lleva a la protagonista a tener un gran click que cambia por completo su vida.
P.: ¿Cuál es el desafío de sus personajes?
C.R.: Ser verdadera, y para eso dispongo de mi historia, lo que me conmueve, alegra, divierte, el desafío es estar a la altura de la historia que se quiere contar. Confiar en la maquinaria para que cada cosa tenga su detalle. Llegar al público.
A.M.: El crecer y poder ser feliz sin que las cosas tengan que ser de otra manera. Ella tiene una situación que le pide ser fuerte y abrazarse a sí misma.
P.: ¿Cómo mutó la obra del papel al escenario?
C.R.: La obra leída tenía peso pero la puesta la armó Alejandro. Todo tomó gran vuelo en la escena, es una obra de actuación y la puesta acompaña muy bien, aún sin escenografía se arma en el escenario despojado, el sonido es un actor más.
A.M.: Se pensaron muchas cosas para la puesta que hoy no están pero fueron necesarias para llegar a donde estamos. Respetamos el proceso creativo de la obra, los acontecimientos nos guiaron por donde tenía que ir la puesta.
P.: ¿Cómo es hacer hoy teatro independiente?
C.R.: Es distinto a hace quince años, se le dedica lo que se puede porque uno tiene otras actividades. Cuando se estrena es prioridad pero es diferente a cuando empecé, yo soy diferente. Lo que no cambia es la libertad de elegir el material, sabiendo el proceso y esfuerzo por delante, el material viene a destapar algo. El deseo es que el público se cuestione y transite más liviano la vida. Hacer teatro independiente y elegir con quiénes es un placer.
A.M.: Da muchas alegrías más allá de lo material, es más espiritual en mi caso. Es una semillita que se planta y que uno nunca sabe cuándo puede florecer pero al mismo tiempo requiere de mucha paciencia, compromiso y persistencia. Estamos bastante bien y por eso lo podemos hacer, pero lo difícil es la producción.
P.: ¿Cómo ven la cultura y el teatro?
C.R.: Me preocupa que todo se volvió efímero, instantáneo, y eso va en contra de los procesos. Hay mucha oferta buena que no se puede sostener en el tiempo para ver como puede ser el material a lo largo de las funciones porque se hacen 8 funciones y listo. El teatro breve de pocos minutos me cuestiono si tiene la esencia del teatro, así como no vemos obras de 3 horas. Estoy atravesada por el tiempo. El encuentro es increíble, ver a otros, pospandemia estalló la necesidad de encontrarnos y está el temor de que vuelva a pasar, eso aterra. La cultura es algo que tenemos que seguir transmitiendo para tener identidad, se enseña desde casa, desde la familia.
A.M.: Es un gran dispositivo expresivo que funciona como herramienta para poder observarnos, reflexionar y, como en la obra, hay más preguntas de respuestas. Invita a volver a conectarnos con nosotros mismos y con quien verdaderamente somos.
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