17 de mayo 2009 - 19:24

«La sangre brota»

El film de Pablo Fendrick tiene un fondo atractivo, aunque su estilo entre rebuscado y hermético disminuye
El film de Pablo Fendrick tiene un fondo atractivo, aunque su estilo entre rebuscado y hermético disminuye


«La sangre brota» (íd., Argentina -Francia-Alemania, 2009, habl. en castellano) Dir.: Pablo Fendrick Int.: Arturo Goetz, Nahuel P. Biscayart, Guillermo Arengo, Susana Pamin, Stella Gallazzi.

La sangre brota con cierta morosidad

Juegos de azar, drogas, sexo y peleas familiares por dinero son los condimentos de una película donde, si bien hay conflictos para mantener atento al espectador, estan narrados de un modo demasiado moroso como para sostener la intensidad durante 90 minutos. Hay dos protagonistas, un taxista y profesor de bridge que tiene un día difícil en las calles de Buenos Aires, y un joven aprendiz de traficante de drogas decidido a seducir a una chica menor de edad.

El joven es el hijo del taxista, dato que la película tarda un poco en contar, más por el estilo entre rebuscado y hermético que por algún golpe de efecto que cierre dentro de la trama. El taxista tiene otro hijo que vive en los Estados Unidos, cuyo mensaje explicando que necesita dinero para volver a la Argentina detona el drama familiar.

Bien filmada y actuada, la película tiene muchos momentos interesantes, incluyendo algunos misterios vinculados a un pasajero del taxista empecinado en ir y venir del hipódromo junto con su secretaria sexy. Lamentablemente una de las escenas culminantes de la película, la de un partido de bridge donde el taxista intenta conseguir dinero para el retorno de su hijo, no está contada con el detalle que serviria para darle sentido a este elemento de la trama.

Por otro lado, las situaciones de sexo y violencia inminente mantienen el susponeso y la intriga, pero finalmente no se resuelven en forma demasiado contundente (lo que no implica que no exista algo de la sngre que se promete desde el título). En cambio algunas situaciones de humor absurdo están bien marcadas por el director, en especial algunos diálogos feroces y ciertos apuntes sobre la relación del taxista con una terapeuta alternativa que le da grabaciones con técnicas de relajacion para conducir su taxi.

Se pueden destacar las actuaciones de los dos protagonistas, Arturo Goetz y Nahuel P. Biscayart. En los rubros técnicos hay logros en la fotografía y especialmente en el sonido, con una mezcla imaginativa que ayuda a intensificar las situaciones de una película que daba para más.

D.C.

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