Todo es reconocible en “Con esta luna”; la gente es la que uno se cruza a diario, el taxista que nos lleva a algún lado, la mesera del bar del cafecito. Se podría peregrinar por los mismos bares, calles y avenidas por los que pasa la historia. Marcelo Guerrieri recupera la narrativa popular porteña, y la amplía mezclando sucesos policiales, dramáticos, fantásticos. Guerrieri es antropólogo, docente de la licenciatura en Artes de la Escritura de la UNA, y ha publicado “Árboles de tronco rojo”, “El ciclista serial”, “Detective bonaerense” y “Farmacia”. Dialogamos con él.
Guerrieri: una literatura que se reconoce como heredera de Arlt
Antropólogo además de narrador, declara que se vale del trabajo de campo previo para fundamentar sus múltiples escenarios de ficción.
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Periodista: Su novela comienza con la votación de la 125 y la grieta.
Marcelo Guerrieri: Hay algo en el conflicto con el campo de fuerza narrativa porque condensa de forma dramática, en una situación, la tradición de tensiones campo-ciudad, civilización-barbarie, peronismo-antiperonismo, entre otras, que son constitutivas de nuestro imaginario nacional, y que en esos días se expresaron en discursos e imágenes y que se resolvió con la votación en el Senado, el empate y el “voto no positivo”, la definición del vicepresidente en contra de su propio gobierno. A mí eso, como escritor, me llamó a narrar. Es una situación que condensa sentidos profundos. Por eso la novela comienza en la madrugada del 17 de julio de 2008 con dos grupos enfrentados de taxistas viendo en un bar la transmisión de la votación. La grieta no me interesa como tal sino porque señala algo que en distintos momentos de nuestra historia se va nombrando de forma diferente. Lo que ocurría ese día tenía resonancias, mostraba, el pensamiento binario. Y en la novela la polarización se desarrolla en distintos planos: animal-humano, sagrado-profano, etcétera.
P.: ¿Contar el mundo de los taxistas le permitió recuperar esa narrativa porteña que inaugura Arlt y pasa por Sabato, Kordon, el primer Asis?
M.G.: Me crié en Lomas de Zamora, estuve un año en Upsala y dos en Barcelona. Si bien vivo en CABA hace 20 años, tengo la mirada de alguien que no es de la ciudad, que vino del margen y la fue descubriendo. Acaso eso haga que la ciudad tenga tanto protagonismo en mi novela. A los taxistas llegué a partir de una investigación antropológica que hice para la facultad. Un trabajo de campo sobre las paradas de descanso de los taxistas. Verlos contándose historias me llevó a la ficción. Me remitió a los gauchos y sus historias alrededor de un fogón. Y ahí se me impuso trabajar sobre la oralidad. Y a partir de allí a hechos y relatos que daban pie a misterios, a sucesos fantásticos, a leyendas de las provincias en la ciudad. En la novela, consciente o inconscientemente, está en mi admiración por Arlt, el uso que hace Kordon de lo marginal, Sabato acaso por usar una plaza como centro, y Puig por la cultura popular, el cine, que me permite diversos momentos discursivos donde los taxistas ven y comentan películas, y eso hace que también esté Leonardo Favio, y que siempre se esté cruzando, acompañando, la música más diversa.
P.: ¿Fue de la antropología a la ficción?
M.G.: No, yo empecé antropología con idea de escribir ficción, no para ser investigador. Buscaba volver compleja mi mirada sobre el mundo para dar densidad a lo que escribiera. Me pareció interesante hacer un puente entre conceptos de la antropología y la literatura. Para aprovechar esa mirada puse como protagonista de “Con esta luna” a un estudiante de Antropología. Eso permite, por ejemplo, que el conflicto del campo lo analice a partir de “El gen egoísta” de Dawkins o que cuando los taxistas están impresionados porque creyeron ver un lobizón él tenga algo que decir desde otra perspectiva. Mi trabajo de investigación con los taxistas me hizo explorar ese conjunto social, saber de ese ambiente, de la forma de relacionarse, de los códigos no escritos, sus lenguajes y modismos; me dio material para escribir sobre una realidad de la que no participo.
P.: La suya es una novela arborescente que, a partir del estudiante universitario, se cuentan diversas historias íntimas.
M.G.: Busqué que cada uno de los personajes principales tuviera sus 15 minutos de gloria. El taxista que tiene la búsqueda de su hijo, y esa historia que siempre cuenta donde va a llevar dos pasajeras a Andonaegui al 1000, y que siempre la cambia buscando irse del mundo, olvidarse de su dolor. Además, hay grupos contrapuestos como Los Vizcachas y Los Cinéfilos. Ese enigma liga la historia con la novela popular; pero, a la vez, hay momentos laterales que son un rastreo de ese universo y de la ciudad que los contiene. Creo que la literatura puede ser una apuesta vital desde la escritura, como me enseñó el maestro Laiseca en uno de sus talleres.
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
M.G.: “Con esta luna” la escribí en paralelo con un libro de cuentos. La pandemia me llevó a volver al personaje de “El ciclista serial”, Aristóbulo García, que había estado en mi blognovela “El detective bonaerense”, una novela pensada desde lo digital, del hipertexto, de la actualidad, del diálogo con el lector. Con “El ciclista serial” gané el Concurso Nueva Narrativa Sudaca Border de Eloísa Cartonera que tuvo como jurado a Piglia. Ahora, en lo que estoy escribiendo, García tiene que resolver un caso durante el aislamiento.
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