9 de julio 2001 - 00:00
Los reality pelean para no perder a su público
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"Gran Hermano".
La secuela del «Gran Hermano» trajo aparejados serios cuestionamientos sobre verosimilitud
y violación a la intimidad de los participantes: en España fue objeto de una ponencia en el Senado que pidió la comparecencia de los responsables y en Francia hubo que cambiar las reglas. El COMFER había multado tanto a «Gran Hermano» como a «El Bar» pero el caso no trascendió. Distinto fue lo ocurrido en Francia, donde el Consejo Audiovisual, ante la emisión del primer «Gran Hermano», allí «Loft story», otorgó a los participantes el derecho a aislarse de la casa dos horas por día y revirtió la modalidad de eliminación con el objeto de «introducir elementos positivos» al concurso. El público ya no vota quién abandona la casa, sino quién se queda.
En relación a los contratos abusivos que firman los participantes con «Gran Hermano», concursantes de los diferentes países (España, Italia, Suiza y Alemania, entre otros) querellaron a los responsables. A nivel local, no se dio lo mismo, pero hubo demostraciones por parte de algunos participantes, que intentaron «rebelarse».
El contrato de exclusividad con «Telefé» vence en tres años y el canal seguirá siendo representante de los concursantes y decidiendo ante las eventuales ofertas que realizan otras emisoras o empresas. Por caso, a Tamara le han llovido propuestas para presentarse en boliches, pero Telefé está estudiando los ofrecimientos.
En cuanto al sueldo de 2.000 pesos que perciben por mes, los concursantes dejan de cobrar a fin de julio.
Otro rasgo que se repitió fue la modalidad del casting. Se privilegió, en segundas partes, que los participantes buscaran aventura y desafío antes que fama y dinero. No sorprende la decisión si se tiene en cuenta que el público ya conoce las implicaciones mediáticas del caso. En tanto, también en segundas partes, se destaca la insistencia en los participantes sobre la pregunta «¿hay algo en su vida privada que pueda dañar a su familia o a su entorno?».
No llama la atención tampoco que una selección más minuciosa pretenda evitar que actividades pasadas de los participantes (y que interesen a los televidentes, desde luego) se difundan en otros programas y, sobre todo, en otros canales.
En España, el lanzamiento de «Gran Hermano II» amilanó tanto a los canales de la competencia, que debieron planear relanzamientos en coincidencia con la fecha de emisión de ese reality show. TVE recurrió a una reconocida actriz de televisión, Lina Morgan, para ofrecerle participar en «Academia de baile Gloria», que compitió contra «Gran Hermano II», y Antena 3 salió a tentar a sus mejores conductores para frenar el impacto que pudiera causar el «Big Brother».
Además, la emisora de «Gran Hermano», Telecinco, decidió levantar «¿Quién quiere ser millonario?» para ubicar en ese espacio a su caballito de batalla. En nuestro país, el lanzamiento de la secuela de «Gran Hermano» coincidirá con el estreno de la miniserie de Adrián Suar, «El 22», por Canal 13. Esa emisora vio frustrada su principal apuesta para la segunda mitad del año, ante la negativa del equipo argentino a participar de la Copa América, cuyos derechos de televisación están en manos de Canal 13. Entretanto, Telefé volverá a cambiar algunas fichas para reubicar a «Gran Hermano», y recién en setiembre se verá la segunda parte de «El Bar», por América.
Otro rasgo de las segundas partes fue la expulsión de participantes de la casa: aunque en España ocurrió en las dos emisiones, a medida que se expandieron los programas fue frecuente que uno de los participantes presentara rasgos violentos y amenazara o agrediera a compañeros. El «Gran Hermano» decidió su expulsión, en todos los casos.
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