18 de abril 2006 - 00:00

Martino: un tango bueno, algo frío

A MiriamMartino lesobran losrecursosvocalespara elrepertorio,aunque sumuy prolijoshow tienealgo defrialdad.
A Miriam Martino le sobran los recursos vocales para el repertorio, aunque su muy prolijo show tiene algo de frialdad.
«El tango y su gente». Actuación de Miriam Martino (voz, actuación). Arreglos instrumentales: Popi Spatocco. (La Casona del Teatro; todos los sábados.)

Dueña de una voz naturalmente dotada y evidentemente trabajada, Miriam Martino tiene recursos de sobra para abordar cualquier repertorio. A lo largo de su vida, ha pasado por distintos géneros; inclusive por las canciones infantiles. Y ahora ha decidido apostar abiertamente al tango.

Armó un espectáculo que hace pie en los clásicos y en las piezas antiguas, pero también escapa -promediando el concierto- hacia las composiciones de Piazzolla-Ferrer, Piazzolla-Borges y Eladia Blázquez. Así, hace sonar títulos antológicos, como «Corrientes y Esmeralda», «Tinta roja», «Dónde hay un mango», «Yo soy del 30», «Pero hay una melena», « Rubias de New York», «Café de los angelitos», «A un semejante», «Alguien le dice al tango», «Argentina primer mundo» o «Chiquilín de Bachín», entre muchos otros.

La propuesta es prolija. Martino se muestra cuidada en las afinaciones. Y es muy bueno -aunque, lamentablemente, los costos quisieron que fuera grabado y no en vivo- el acompañamiento instrumental dirigido y arreglado por Popi Spatocco. La cantante juega además un papel de actriz, interpretando las canciones desde un personaje que sobrevuela todo su espectáculo e intercalando textos imaginados que van dando cuenta de una supuesta historia personal y, también, de la historia argentina reciente.

No habría, entonces, mayores cosas para cuestionar; salvo que, ese exceso de prolijidad, de sobriedad en la elección de los títulos y en la postura « políticamente correcta», convierten a su show, de a ratos, en algo frío. Y sólo logra salir de la cuidada medianía en sus interpretaciones de «La canción de Buenos Aires» de Azucena Maizani y Manuel Romero, o en «Martirio», la imponente creación de Enrique Santos Discépolo.

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