12 de junio 2008 - 00:00

Penderecki: un lujo musical

Vilnius Festival Orchestra. Dir.: K. Penderecki. Obras de Penderecki, Shostakovich y Dvorák. (Teatro Coliseo.)

Luego de las históricas cuatro presentaciones de Daniel Barenboim de la semana pasada, el Mozarteum Argentino trajo para sus dos ciclos de abono a otro de los más trascendentes músicos de la actualidad, el polaco Krzysztof Penderecki, quien ya nos visitó en varias ocasiones. En esta oportunidad lo hace al frente de la notable Vilnius Festival Chamber Orchestra, una agrupación destinada a dicho festival e integrada por diecinueve brillantes músicos, con una importante presencia femenina, férrea disciplina y una potente.

Sin debilidades técnicas y virtuosismo, estas condiciones se pudieron observar tanto en las obras contemporáneas de la primera parte del programa (Shostakovich y Penderecki), como en la creación que cerró el concierto enmarcada dentro del Romanticismo musical.

La «Sinfonía de cámara», Op. 110 de Shostakovich se escuchó en una versión intensa y sumamente expresiva. Las magníficas cuerdas de la Vilnius sonaron potentes y aguerridas para los movimientos rápidos y delicadas para los lentos. Con contrastes anímicos la curva que describe la obra fue progresando hasta un final conmovedor, digno exponente de la profundidad conceptual que es patrimonio de la música del autor ruso.

En la misma primera parte, se tocó «Sinfonietta per archi», de Penderecki. El autor dirigió sólo los primeros compases de la obra y luego se sentó en una silla destinada a él en el fondo del escenario. Así, sus músicos tocaron sin más guía que la mirada atenta del compositor. La obra es una típica realización de su estilo preciso: cuerdas sutiles y de gran fuerza, lenguaje ecléctico y sonoridad fascinante. La obra sonó ferviente en sus tres movimientos rápidos: Allegro molto-Scherzo: vivace y Vivace. En la parte final del programa, director e instrumentistas se sumergieron en la bella música del Dvorák más romántico: la Serenata para cuerdas, en Mi Mayor, OP. 22. Un trabajo decantado, de gran espiritualidad y disciplinada realización que motivo ruidosos aplausos. Repitió un movimiento de la obra y estrenó una « Chacona» en homenaje al Papa Juan Pablo II, una creación breve y de intimidante reconcentración, bella y emotiva del mismo Penderecki.

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