25 de febrero 2008 - 00:00
Por primera vez se expondrá a Marcel Duchamp en el país
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Con este mingitorio de 1917, al que le agregó la firma R. Mutt, como si fuera una marca y lo presentó en un concurso donde fue rechazado, sus revolucionarias ideas adquirieron visibilidad. Al jerarquizar estos objetos de apariencia inexpresiva, rompió con el criterio de lo que hasta la fecha se estimaba de orden artístico y llevó el arte hacia otra senda.
El carácter inescrutable y desconcertante de los ready made permite reconstruir la intención de Duchamp, quien buscó remitir al espectador a sí mismo, le demandó que descifrara qué era eso que tenía frente a sus ojos, y le exigió elaborar su propia interpretación. En otras palabras, su obra involucra al que mira, lo incorpora al proceso artístico, aunque sea a través del rechazo.
«El artista no es el único que realiza el acto creativo, pues es el espectador quien crea el contacto de la obra con su entorno, descifrando e interpretando las características más profundas de la misma», señala Duchamp en sus textos.
Con una actitud provocativa, el autor de los ready made indujo al espectador a observar desde un punto de vista crítico el verdadero aspecto de las cosas y de la realidad. «El arte no es lo que se ve, se encuentra en los vacíos que abre», explica el siempre enigmático Duchamp, que con la «presencia negativa» de sus objetos encuentra la manera de «negar la posibilidad de definir el arte», le tuerce el rumbo de la historia y convierte un mingitorio en fetiche de la vanguardia.
A partir de estas obras, con una libertad hasta entonces desconocida, el movimiento Dadá introduce el caos en la escena artística; el Pop convierte el acero reluciente de los autos, el comic y los productos de consumo en verdaderas obras de arte, y se abre camino para el arte objetual, y la complejidad del arte «antirretiniano» que llega a la desmaterialización de la obra.
Con una imaginación y energía experimental sin límite, el arte se expande hacia el uso de nuevos materiales y medios expresivos como la fotografía, el cine o la literatura, disciplinas que hasta entonces habían estado estrictamente separadas. De este modo, las obras que se presentarán en Proa cuentan una historia llena de secretos, cuyo conocimiento es imprescindible para entender la influencia decisiva de Duchamp en el arte contemporáneo.
Por otra parte, recién a partir de la experiencia de conocer las obras originales, será posible evaluar el arte de los numerosos continuadores que tiene el maestro hasta hoy. Duchamp torna previsible el repertorio que utiliza el arte actual: la apropiación, la cita, la derivación, la subversión o negación del modelo e, inclusive, la copia.
La muestra está curada por la estadounidense Elena Filipovichistoriadora del arte e investigadora especializada en Duchamp. Rosenberg cuenta que el proyecto surgió a partir de una propuesta del coleccionista Jorge Helft, quien destacó la importancia de organizar una exhibición en América latina. «A principios de 2006 comenzamos a trabajar en el diseño con el incondicional e indispensable apoyo de la hijastra del artista, Jacqueline Matisse Monnier», agrega.
La organización es trabajosa. Las obras importantes están en colecciones privadas o museos que las prestarán para esta muestra, como el Pompidou, el de Filadelfia, el de la Universidad de Indiana y el de Arte Moderno de Estocolmo, dueño de dos piezas fundamentales: «La mariée mise à nu par ses célibataires, même» (o «El gran Vidrio»), y el museo portátil en miniatura, la «Boîteenvalise».
Pero la actividad no se acaba en el vernissage. El nuevo auditorio de Proa se va a estrenar con el primer Coloquio Internacional sobre Duchamp en Latinoamérica, coordinado por Paul Franklin, director de la revista «Etant donné. Marcel Duchamp».
Rosenberg señala que dado que Duchamp vivió en Buenos Aires y en Brasil, donde se ha encontrado material inédito, este coloquio suscita interés internacional. «La muestra y el coloquio serán una plataforma de discusión e investigación sobre el arte contemporáneo y la influencia de la obra de Marcel Duchamp, en las artes visuales, la música, la literatura, el cine, el teatro y otras disciplinas», añade la directora.
En suma, hay que esperar hasta noviembre, pero los porteños verán una obra que está dispersa en los museos del mundo, difícil de encontrar reunida, y que por sobre todas las cosas, a los artistas todavía les quita el sueño.
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