11 de julio 2013 - 10:00

"Por trabas estamos perdiendo la carrera en industria del cine"

Juan José Campanella
Juan José Campanella
Con un Oscar en la mano puede parecer difícil intentar más. Pero redoblar la apuesta es parte de su naturaleza y, gracias a eso, ahora va por la primera película argentina animada en 3D. Juan José Campanella estrena este 18 de julio "Metegol", una historia que fácilmente une a grandes y chicos frente a la pantalla grande. Se invirtieron en ella 20 millones de dólares y artistas como Diego Ramos, Horacio Fontova y Miguel Ángel Rodríguez, entre otros, les pusieron voz a los personajes. Campanella habló con ámbito.com acerca de su más reciente trabajo, que se basa en un cuento de Roberto Fontanarrosa y que sorteó varios obstáculos hasta llegar hasta aquí.

Periodista: ¿Podría haberse hecho esta película sin el aporte de privados?

Juan José Campanella: No. Fue sólo aporte de privados. Hasta ahora, al INCAA se le pidió un crédito de 2 millones de pesos, como lo piden todas las películas. Nos dieron 1,6 millones de pesos pero la película salió 20 millones de dólares. Todavía no está en la etapa de recibir ningún tipo de subsidio.

P.: ¿Cree que va a ser una película bisagra para el cine argentino?

J.J.C.: Espero, hemos apuntado a eso, a crear una industria. Lo que nos mantenía a todos, a la gente que trabajaba en Metegol, era probar que podemos hacer una industria, porque nadie se quiere ir. Acá tenemos gente recontra talentosa que tiene laburo afuera, porque a los animadores que tenemos se los chupan enseguida. Muchos no se quieren ir, tienen familia acá, quieren seguir trabajando acá. Esa es una de las apuestas, armar la cosa acá. Pero necesitamos el mundo, este tipo de inversión acá no la recuperás ni loco.

P.: Hay ciertos guiños muy argentinos, como el funcionario que escapa en helicóptero o el personaje cordobés, ¿en algún momento vio esto como una limitación para que la película funcione fuera del país?

J.J.C.
: No. El funcionario que escapa en helicóptero es el único chiste que tiene un plus para argentinos. Con el cordobés van a encontrar su equivalente, como en las películas yanquis, que sus personajes tienen sus acentos y, cuando las doblan, encuentran otra cosa. De hecho, en España creo que es un andaluz. Cada país tendrá lo suyo.

P.: ¿Qué lo llevó a decidirse por un lenguaje 100% argentino y no por neutro?

J.J.C.: Esta es una pregunta nueva. A mí me sorprendió que me lo mencionen. Yo no concebí el neutro nunca en la vida. Es una historia de Fontanarrosa... si hiciera Inodoro Pereyra, ¿me pedirían que hable como mexicano? ¿O uno se imagina a Larguirucho, Pucho o Patoruzito hablando como mexicano?. Lo que pasa es que hemos tenido experiencias de doblaje argentino muy feas, que no funcionaron y que los mismos que las hicieron dijeron 'no las hagamos más'. Pero es doblaje, es muy distinto a hacer algo original. El público acá nunca tuvo problemas con algo original porque era hablado en argentino. La verdad, yo no lo concibo de otra manera.

P.: ¿Por qué eligió basarse en un cuento de Fontanarrosa?

J.J.C.: La película está inspirada por un cuento de él. Yo soy fan de Fontanarrosa, desde antes de los cuentos, desde Inodoro Pereyra y Boogie el aceitoso en la revista Hortensia. Cuando Gastón Gorali me presenta el proyecto era éste, no es que se nos ocurrió algo y después dijimos 'traigamos a Fontanarrosa'. Esto nació con Fontanarrosa.

P.: ¿Cree que usted es la excepción para ese público local que dice no ver cine argentino?

J.J.C.: Para algunos sí, para otros ni siquiera. Y hay otros que ven otro tipo de cine argentino y no el mío. Hay de todo. También podría incluir a Juan Taratuto y Fabián Bielinsky. Hay un cierto cine que se preocupa por la audiencia un poco más y la audiencia agradece.

P.: ¿Se identifica con alguna parte de la película, ya sea como el Campanella actual o el que fue de niño o adolescente?

J.J.C.: El actual, la relación del padre con el nene me identifica mucho. Y es la parte que me sigue emocionando, el final me emociona mucho.

P.: ¿Tuvo problemas durante la filmación como consecuencia de la restricción de importaciones?

J.J.C.: Sí, eso fue problemático. Tuvimos mucho tiempo 40 computadoras paradas. Hubo un momento en que avanzamos a paso de hormiga porque, desde que hacíamos doble clic hasta que abría el archivo, demoraba 45 minutos. Eran tan pesados esos fotogramas que necesitábamos una red nueva. Fue un obstáculo, no fue insalvable. En cierto momento nos permitieron pasar las computadoras, pero algo que tendría que haberse dado de un día para otro demoró meses. Me parece que, valga la redundancia, la restricción irrestricta es una política errónea. En este momento el cine -y estoy seguro que otras industrias también- está en una transformación sísmica del mundo análogo al digital. Podemos empezar a la par de los países desarrollados y esto no nos lo está permitiendo. Estamos perdiendo esa carrera de nuevo. Que venga alguien con una plancha y diga 'estamos recuperando la fábrica con 12 empleados que hacen una plancha' y por eso no podamos entrar una red y empezar una industria de alta complejidad, me parece que no concuerda con el discurso de 'estamos reindustrializando'.

P.: ¿Este problema lo llevó a pensar en suspender la película?

J.J.C.: No, pero estuvimos a punto de tener que posponer un año el estreno de la película. Por días. Si no estrenábamos en vacaciones de invierno, teníamos que esperar hasta el año que viene, todo por demoras que se fueron acumulando.

P.: Después del Oscar, ¿siente una presión mayor cada vez que vuelve a realizar una película?

J.J.C.: Lamentablemente siempre fui de alta "autopresión". Más que por el Oscar, por todo lo que pasó con El secreto de sus ojos, Oscar incluido. Son desafíos que uno se pone, de siempre ir por un poquito más. Pero yo soy conciente que es algo en lo que no tengo que entrar, porque ¿qué más?, ¿me tiene que llevar ocho años la próxima película?. Espero en la próxima película hacer algo más chiquito.

P.: Entonces su próximo desafío, paradójicamente, es hacer algo más chico.

J.J.C.: Exacto, más sencillo.

Entrevista de Guadalupe Rivero

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