Dos amantes célebres, tres hijos, cuatro maridos, 83 films y telefilms, abundantes programas como animadora, 68 años de carrera y casi 91 de edad (los hubiera cumplido en marzo), así podría resumirse la vida de Sandra Milo, popular actriz que acaba de morir en Roma. Otro resumen diría simplemente que era sensual, divertida, amable y siempre bien dispuesta. Y gran contadora de anécdotas, algunas de las cuales eran ciertas.
Sandra Milo: adiós a la estrella que enamoró a Fellini (y a muchos más)
Murió a los 90 años una diva de la pantalla italiana cuya vida, desde sus amores con los soldados americanos durante la guerra, podría constituir una película. Hizo más de 80 films, series, y su última actuación fue en la última Navidad.
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Sandra Milo, estrella del cine italiano, murió a los 90 años.
De su infancia durante la guerra, contaba cómo la madre, para paliar el hambre, se metía con otras mujeres en un campo de trigo que los alemanes habían sembrado de minas. Pesaba más el hambre que el miedo a la muerte. De su temprana adolescencia, cómo coqueteaba con los soldados americanos, y cómo distrajo a uno mientras la madre y una vecina le robaban la moto. A los 15 años se casó con un conde que la doblaba en edad, matrimonio pronto anulado por la Sacra Rota. Casi enseguida se instaló en Roma, se convirtió en modelo y a los 22 debutó en cine en una comedia con Alberto Sordi, “Lo scapolo” (aquí se llamó “El soltero”). Fue sumando comedias, dramas, películas de aventuras y policiales en Francia e Italia, junto a Vittorio De Sica, Totó, Bourvil, Fernandel, y los entonces jóvenes Lino Ventura, Mastroianni, Delon, Belmondo, Gassman, el uruguayo George Hilton, Enrico Maria Salerno y otros grandes, brilló en “El general Della Rovere”, “Adua y sus amigas”, fracasó con “Vanina Vanini”, su primer protagónico absoluto, fue madre por primera vez y a los 30 se encontró con Federico Fellini. “Yo me enamoré enseguida, él no”.
“Nunca dormimos juntos, siempre nos amamos en algún set de Cinecittá”, contaba. Él estaba casado con Giulietta Masina, ella con un productor griego, y los cuatro eran amigos. Giulietta se enteró y fue tolerante. El otro rompió mal y hasta le quitó la hija. Fellini nunca le dio promesa de amor, pero le regaló sus dos papeles más famosos: la amante de Mastroianni en “8 y medio”, y la profesional que asesora a Masina en “Giulietta de los espíritus”.
Después vinieron “La visita” (aquí rebautizada, con poca discreción, “La bella culandrona”), “La mujer es una cosa maravillosa”, “Cómo me enseñaron a amar”, empezaron las temporadas teatrales y los telefilms, sumó un tercer marido y dos hijos más, y se interesó por el socialismo. Tanto se interesó que se hizo amante de Bettino Craxi, histórico secretario del Partido Socialista Italiano. “Fue un amor clandestino de dos años. Dejamos, por miedo a que la familia lo supiera”.
Luego, sin dejar el cine se consagró animadora de variados programas, incluso uno para niños, muy exitoso, incorporó personajes de abuela, siempre pícara, encontró un cuarto marido, más joven que ella, como corresponde, colaboró con varias directoras debutantes, a los 87 marchó en manifestaciones a favor de los artistas afectados por el Covid, en 2022 recibió el David Di Donatello a la Trayectoria, y en la reciente Navidad encarnó a una mujer con Alzheimer que sueña tener un romance, en la serie “Gigoló per caso”, con Christian De Sica. Ese fue su último trabajo.
“Para la Iglesia soy una pecadora, para las leyes soy medio condenable; sin embargo, Dios me ha concedido un milagro”, declaraba a menudo, y lo que contaba tenía algo de verdad: su hija Azurra, azul, nació sietemesina de un kilo, la dieron por muerta apenas nacida, pero una monja se la arrancó al médico y le hizo respiración boca a boca durante largo tiempo, mientras rezaba por la intercesión de la madre María Pia Mastena desde el cielo. La niña revivió, y en 2005 estuvo en primera fila en el acto de beatificación de sor Mastena. Sandra Milo estuvo en la fila de atrás.
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