15 de abril 2004 - 00:00

Siniestro duelo de dos dementes

Jonny Depp y John Turturro
Jonny Depp y John Turturro
«La ventana secreta» («Secret Window», EE.UU., 2004, habl. en inglés). Dir.: D. Koepp. Int.: J. Depp, J. Turturro, T. Hutton, M. Bello.

David Koepp es más conocido como el guionista de «Parque Jurásico» y « Carlito's way» que como director de un puñado de films de tono siniestro y retorcido, como la excelente «Ecos mortales». Sin perder el tono intimista, en «La ventana secreta» obvtuvo más presupuesto y un elenco de primerísima línea sin contar los derechos para adaptar una nouvelle de Stephen King, «Ventana secreta, jardín secreto».

Los primeros 10 minutos logran reproducir con toda la fuerza del original la intromisión de un escritor lunático en la poco feliz existencia de un autor de best-sellers angustiado por su reciente divorcio y la falta de inspiración. John Turturro es John Shooter, el demente cuentista pajuerano que recorrió medio país para tocarle la puerta a Mort Rainey (Johnny Depp) acusándolo de plagiar uno de sus relatos sobre un hombre que planea el asesinato de su mujer.

La supuesta víctima del plagio asegura haber escrito el cuento en 1997, mientras que el supuesto plagiario, si bien reconoce el parecido entre ambos cuentos, no puede ignorar que su trabajo fue publicado en uan revista de misterio en 1995, detalle que vuelve a todo el asunto mucho más confuso y desquiciado.

A medida que avanza la historia, se complica la situación de Depp y su ex mujer (María Bello) y el acoso del psicópata se vuelve más denso, el espectador empezará a preguntarse quien está más chiflado, si Turturro o Depp, que parece no poder evitar cometer todo tipo de errores en lo relativo a este extraño chantaje.

La delgada línea entre la ficción y la realidad es una de las eternas obsesiones de
Stephen King. Convertir la misma historia en una película era un reto difícil, ya que el director debe mostrar las imágenes tal como son, sin poder apelar a los mismos trucos literarios de King. Sabiendo esto, Koepp potenció al máximo el talento de Depp y Turturro, y casi cuando su duelo no da para más en el terreno de lo realista, muestra el truco del relato original dando paso a un show pensado a la medida del histrionismo desencadenado del Depp menos sobrio y moderado, aplicándole una agradecida dosis de humor negro a una historia que por momentos amenzaba no atreverse a abandonar ciertos límites de sobriedad y melancolía casi abusivos. Koepp no logró un clásico, pero sí un producto sólido, con dos o tres hallazgos formales destacales, buena música de Philip Glass y más de un par de toques siniestros que ningún fan del pyschothriller podría despreciar.

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