11 de julio 2008 - 00:00
Sofisticada travesía por el mundo femenino
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La obra de Calle estaba estructurada en dos partes. La primera («Antes del dolor») era una especie de diario de viaje dirigido a su novio), mientras que la segunda («Después del dolor») exponía -a través de textos y fotografíaslos avatares de su ruptura amorosa junto a una serie de testimonios anónimos asociados a experiencias de intenso dolor. García Wehbi utilizó la misma estructura para su montaje, sólo que ahora los recuerdos y anécdotas de la artista francesa son interpretados con gran encanto y versatilidad por Maricel Alvarez. El espectáculo se inicia con una bella sucesión de fotografías del viaje a Japón que realizaron la actriz y el director, siguiendo los pasos de la artista francesa. Y esas dos travesías superpuestas terminan fundiéndose en una sola. Ya no importa diferenciar una de otra, ni esforzarse en distinguir lo verdadero de lo apócrifo, puesto que las confesiones de Calle se han convertido, inevitablemente, en material de ficción.
Rodeada de objetos de exquisito diseño, con un vestuario «de marca» e instalada en una especie de set televisivo de líneas futuristas, Alvarez transita por los diferentes estados anímicos de esta mujer, deliciosamente mundana y con un ego a toda prueba, entregándose sin reservas a los vaivenes de su dolor.
En la segunda parte, la protagonista analiza su ruptura sentimental desde distintos ángulos, mientras escucha junto al público los desgarradores testimonios de un grupo de actores cuyos rostros aparecen distorsionados en una video-instalación. Las desgracias ajenas contribuyen a que la heroína de esta historia relativice la dimensión de su dolor y así pueda dar por terminado su Vía crucis amoroso.
«Dolor exquisito» invita a una sofisticada travesía por ciertas zonas del universo femenino en las que conviven, en completa armonía, la angustia y la banalidad, el sufrimiento y la búsqueda del placer. Actriz y personaje dan vida a una cautivante anfitriona, con la que el público intima fácilmente. Es algo tramposa, reiterativa y superficial, también hay que decirlo, ¿pero quién se resiste al encanto de una bonne vivante?
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