11 de julio 2008 - 00:00

Sofisticada travesía por el mundo femenino

El director Emilio GarcíaWehbi transforma en experiencia escénica la instalación Dolor exquisito, de la estrella del arte conceptual francés, Sophie Calle. Excelente actuación de Maricel Alvarez.
El director Emilio GarcíaWehbi transforma en experiencia escénica la instalación "Dolor exquisito", de la estrella del arte conceptual francés, Sophie Calle. Excelente actuación de Maricel Alvarez.
«Dolor exquisito» de S.Calle. Dir.: E.García Wehbi. Int.: M.Alvarez. Esc.: J. Lázaro. Vest.: M.Churba y A. Saltzman. Luces: A.Le Roux. (Sala Beckett.)

En la última Bienal de Venecia, la fotógrafa y escritora francesa, Sophie Calle (1953, París) presentó un video de los últimos siete minutos de agonía de su madre.

La obra de esta super estrella del arte conceptual, inspirada casi siempre en experiencias autobiográficas (muchas de ellas planeadas con suma astucia), es una inagotable fuente de identificaciones, debido a que consigue reflejar la vida cotidiana de cualquier ser humano, con sus sufrimientos, ilusiones y fracasos, mediante un hábil entrecruzamiento de realidad y ficción.

No sorprende, entonces, que el director Emilio García Wehbi haya encontrado en «Dolor Exquisito», una de las instalaciones de Calle, elementos más que suficientes para transformar su propuesta en una experiencia escénica.

La anécdota real que dio origen a «Dolor Exquisito» remite a una ruptura amorosa. Hace cerca de veinte años la autora viajó a Japón con una beca de tres meses. Al término de ese plazo se reuniría con su novio en un hotel de Nueva Delhi, cosa que finalmente no sucedió porque a último momento él decidió no viajar y dar por terminada la relación.

La obra de Calle estaba estructurada en dos partes. La primera («Antes del dolor») era una especie de diario de viaje dirigido a su novio), mientras que la segunda («Después del dolor») exponía -a través de textos y fotografíaslos avatares de su ruptura amorosa junto a una serie de testimonios anónimos asociados a experiencias de intenso dolor. García Wehbi utilizó la misma estructura para su montaje, sólo que ahora los recuerdos y anécdotas de la artista francesa son interpretados con gran encanto y versatilidad por Maricel Alvarez. El espectáculo se inicia con una bella sucesión de fotografías del viaje a Japón que realizaron la actriz y el director, siguiendo los pasos de la artista francesa. Y esas dos travesías superpuestas terminan fundiéndose en una sola. Ya no importa diferenciar una de otra, ni esforzarse en distinguir lo verdadero de lo apócrifo, puesto que las confesiones de Calle se han convertido, inevitablemente, en material de ficción.

Rodeada de objetos de exquisito diseño, con un vestuario «de marca» e instalada en una especie de set televisivo de líneas futuristas, Alvarez transita por los diferentes estados anímicos de esta mujer, deliciosamente mundana y con un ego a toda prueba, entregándose sin reservas a los vaivenes de su dolor.

En la segunda parte, la protagonista analiza su ruptura sentimental desde distintos ángulos, mientras escucha junto al público los desgarradores testimonios de un grupo de actores cuyos rostros aparecen distorsionados en una video-instalación. Las desgracias ajenas contribuyen a que la heroína de esta historia relativice la dimensión de su dolor y así pueda dar por terminado su Vía crucis amoroso.

«Dolor exquisito» invita a una sofisticada travesía por ciertas zonas del universo femenino en las que conviven, en completa armonía, la angustia y la banalidad, el sufrimiento y la búsqueda del placer. Actriz y personaje dan vida a una cautivante anfitriona, con la que el público intima fácilmente. Es algo tramposa, reiterativa y superficial, también hay que decirlo, ¿pero quién se resiste al encanto de una bonne vivante?

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