Caliente comienzo de temporada: en Buenos Aires han comenzado las subastas de arte de los argentinos con una demanda que ha superado con creces a la pobre y escuálida oferta. En los lotes de interés se han duplicado y hasta cuadruplicado las bases solicitadas; curiosamente, el principal comprador de las primeras tres subastas (Arroyo, Roldán y Banco Ciudad) ha sido el Museo y galería de arte Aguilar, que ya a fin de año había sido el mayor oferente a la hora de la verdad.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Arroyo mejoró su eficacia en 20% y vendió todo lo ofrecido, salvo un lote. En el Banco Ciudad, los compradores presentes eran pocos, pero todos fueron a comprar y nadie a «curiosear»; en Roldán, sorprendieron los buenos precios de Soldi, Berni y Quinquela, y las ventas permiten sacar conclusiones sobre qué es lo que se paga más y cómo se fija un precio.
El tema de las obras determina a veces que una pieza se pueda vender en cuatro veces más valor, aunque tenga el mismo tamaño o sea de la misma época. En el caso de Raúl Soldi, que había estudiado en la Academia di Brera en Milán, eran las pinturas de figuras sus preferidas y las que él consideraba «serias». Los paisajes, contaba, eran meros «divertimentos» para él. Los coleccionistas opinan de la misma manera, ya que pagaron $ 174.000 (56.400 dólares) por una típica figura de 1945 con una pátina amarillenta, que era provocada por la poca luz que tenía en su casa de Villa del Parque el artista.
Allí llegaba a las siete de la tarde, luego de trabajar todo el día diseñando escenografías para películas, y se ponía a pintar luego de cenar y con escasa luz. En la misma época conoció Montevideo y pintó un delicioso paisaje de la capital oriental, que en el mismo remate de Roldán se pagó $ 34.000 (11.000 dólares). De ahí surge la comparación: que las figuras de Soldi se llegan a pagar cuatro veces más que sus paisajes.
El comprador procura tener las obras más representativas de un autor y, en el caso de Soldi, sus niñas mezcla de «ángeles y mujer», son las que lo representan.
Lo mismo ocurre con Antonio Berni: un típico niño santiagueñose pagó $ 120.000 (39.000 dólares) y minutos después un lindísimo paisaje se pagó tan sólo diez por ciento de dicha cifra; aunque era de menor tamaño, es un precio cinco veces menor que el pagado por una figura. Las razones explicadas por la obra de Soldi se repiten en Berni (curioso que los dos nacieron en el mismo año y fueron amigos).
Benito Quinquela Martín es el más popular de nuestros artistas; sus obras siempre son pujadas con intensidad y se venden muy bien: alcanzaron entre $ 80.000 y $ 70.000 las ofrecidas, y que subieron sus buenas bases. También es costumbre que cuando algún artista esta siendo publicitado por muestras retrospectivas, sus valores suban como ocurrió en estos remates con la obra de Oscar Vaz y de Jacques Witjens, que estaban siendo expuestas en galerías. Se nota una fuerte suba en los precios de KoekKoek, Carnacini y Presas, y sin duda cuando aparezcan obras de gran calidad se alcanzarán records absolutos en estos autores.
El mercado está demandante y los propietarios solamente envían a la venta obras de mediana calidad, confirmando el principio de que «para papel pintado por gobiernos, más nos vale papel pintado por artistas».
Dejá tu comentario