«SOS, llegaron mis amigos» (Les bronzés 3: amis pour la vie, Francia, 2006, habl. en francés). Dir.: P. Leconte. Guión: J. Balasko, M. Blanc y cía.. Int.: T. Lhermitte, J. Balasko, M. Blanc, G. Jugnot, O. Muti, M.A. Chazel, C. Clavier, C. Murino.
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Primera advertencia: si piensa ir a las sierras este verano, mejor que su pareja no vea esta comedia, que transcurre toda en un lindo hotel balnerario a orillas del (todavía) azulísimo Mar Adriático. Segunda advertencia: el Patrice Leconte que hizo «La noche es mi enemiga», «El marido de la peluquera», «La maté porque era mía», «Ridicule», «La chica del puente», y «El hombre del tren» se fue de vacaciones, precisamente a hacer esta comedia. Cada tanto se le da por ahí. Vemos, entonces, al Leconte que los «cahieristas» desdeñan por venderse ocasionalmente al simple cine comercial, y los comerciantes aman por lo bien que se venden él y sus pasatiempos.
Para el caso, tomó el guión hecho por los propios actores (Josiane Balasko, Michel Blanc, Tierre Lhermitte, Gerard Jugnot, Christian Clavier y Marie-Anne Chazel), jugando el rol de viejos amigos que se reencuentran una vez por año. Cuando eran jóvenes, dormían hasta en la playa.-Luego progresaron, uno quiso tenerun hotelito, y los otros pusieron una pequeña parte, a cambio de eternas temporadas con todos los gastos pagos, incluso extras. Pero ahora entró
una socia capitalista fuerte (en todo sentido, porque es Ornella Muti), el negocio cambió mucho, y los pequeños socios, si quieren vacaciones gratis, deberán irse al cuarto de servicio. Pero ése es apenas uno de los conflictos. Antes, y a todo lo largo, hay otros mucho más interesantes, relacionados con cuernos, celos, lucimiento de cirugías estéticas, langostas, alguien que sale del placard, otros que prueban la motonáutica, etc., todo en broma. El título original es «Les bronzés 3», pero no hace falta ver los dos anteriores, ambos con mismo director y elenco («Les bronzés», 1978, aquí estrenado como «Los caraduras», y «Les bronzés font du ski», 1979), para entender rápidamente quién es quién, qué cuentas ha dejado pendientes, y con qué cuentos vino y puede volver (en todo caso, aún se consiguen vhs de «Los caraduras», donde están todos delgaditos y con pelo).
Se disfruta fácilmente. Y también se disfruta ver cómo Leconte, para mostrar los pechos nuevos de una mujer, en vez de hacer un plano vulgar como cualquier otro, hace un juego de luces circulares naturales con centro en el pezón, que es todo un canto al sol, al sano erotismo, a Man Ray (que inventó ese juego en un corto de 1923), y, por supuesto, un canto a los pechos al aire, que para eso va cierto público al cine, o mira concursos de baile.
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