11 de septiembre 2008 - 00:00

Sus bellos paisajes no salvan "Abrígate"

A falta de un buen guión y un montaje eficaz, el debutantedirector gallego Ramón Costafreda aplica bien su técnicapublicitaria al hermoso paisaje de Betanzos y a la lindaprotagonista (la argentina Manuela Pal).
A falta de un buen guión y un montaje eficaz, el debutante director gallego Ramón Costafreda aplica bien su técnica publicitaria al hermoso paisaje de Betanzos y a la linda protagonista (la argentina Manuela Pal).
«Abrígate» (Argentina-España, 2008, habl. en español y gallego). Dir.: R. Costafreda. Guión: F. Castets, R. Costafreda. Int.: M. Pal., M. Bouzas, F. Gómez, J. Lombardo, C. Bugallo, M. Salgueiro, A. Neira, J. Naveira, L. Merelas.

Premios del público y la televisión española en la XIII Mostra Latinoamericana de Lleida 2007, cuyo jurado oficial consagró, además, como mejor actriz a la local María Bouzas, que hace de peluquera amiga de la protagonista, esta coproducción hispano-argentina es decepcionante. Se esperaba más, considerando que el primer guionista era Fernando Castets, mano derecha de Juan José Campanella. Sin embargo, parece que al momento del rodaje se impuso el segundo guionista, asimismo director, coproductor, y debutante, Ramón Costafreda.

Pequeña aclaración: el crédito gallego Costafreda debuta en cine, pero lleva años haciendo publicitarios, e hizo también dos telefilms para una emisora de a sua terra, «Máis ca irmáns» (Más que hermanos) y «Má morta truca a la porta» (Mano muerta golpea la puerta). No sabemos cómo son los telefilms, pero lo que es en «Abrigate», o «Abrígate», como uno quiera, se nota mucho la estética publicitaria, muy bien aplicada, eso sí, al hermoso paisaje de Betanzos y alrededores, y al rostro, y alrededores, de nuestra Manuela Pal, que ha crecido bastante desde « Chiquititas», e incluso desde que hizo de hija de Eduardo Blanco en «Vientos de agua», y ahora se está volviendo una feliz combinación de Ornella Muti y Lucía Bosé, todavía light por el momento.

Bien, aquí ella es hija de Javier Lombardo (que aparece casi al final, como un hijo que vuelve al terruño), pero lo más importante en esta historia es que, apenas empieza, ella se queda viuda de un señor mayor, y encuentra inesperado e inmediato consuelo en quien fuera su hasta entonces desconocido hijastro. Por ahí va el conflicto, que hace relativo juego con toda una tradición gallega de viudas, incluso «viudas de vivos», es decir, de emigrantes, y con otros aspectos de la vida. Asunto atractivo, como se advierte, aunque desaprovechado.

Es una pena que la edición altere el orden o la importancia de algunas tomas (por ejemplo, el día en que el hijo recorre los lugares habituales del padre, o la mañana en que la joven vuelve a besar la mano de alguien), y que la dirección desaproveche ciertos momentos románticos, o humorísticos, por lo general faltos de buenos remates. Se aprecian las rías gallegas, su dulce lengua, la linda protagonista, y la música de Xavier Font y Arturo Vaquero, que incluye una grata versión de «El último café», pero al aire libre, sin café, porque están en una fiesta campestre, bailando y comiendo pulpo.

El vestuario, que allá se dice vestiario, es de Adela Costafreda, que casi con seguridad debe ser pariente del director, pero también tiene buen gusto.

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