18 de septiembre 2025 - 13:55

Una Navidad del Conurbano transformada en una noche sin paz

Se estrenó “Hay que ser bueno porque Dios mira”, escrita por Laura Otermin y dirigida por Patricio Azor. Está protagonizada por Ana María Castel, Tomás Castaño, Silvia Kalfaian, David Páez y Juan Cruz Wenk y puede verse los sábados en Itaca Complejo Teatral.

Ana María Castel: En países occidentales no se le da el grado de importancia a la Navidad que se le otorga en nuestro país , incluyendo la ruidosa cohetería. 

Ana María Castel: "En países occidentales no se le da el grado de importancia a la Navidad que se le otorga en nuestro país , incluyendo la ruidosa cohetería". 

“En los grupos familiares donde a veces no hay mayor intercambio durante el año, es posible que en las fiestas salten temas acallados, animosidades, resquemores. Pero también suele haber un lado A: reencuentros sinceros, la alegría de manifestarse amor, de compartir la comida preparada con esmero, sin olvidar el vitel toné”, dice Ana María Castel, protagonista de “Hay que ser bueno porque Dios mira”, escrita por Laura Otermin y dirigida por Patricio Azor.

La obra da vida a personajes tan reconocibles como entrañables, se trata de una pieza costumbrista, sobre la vida de una familia que vive en el Gran Buenos Aires, que completa su elenco con Tomás Castaño, Silvia Kalfaian, David Páez y Juan Cruz Wenk. Se presenta los sábados a las 20.30 en Itaca Complejo Teatral, Humahuaca 4027. Conversamos con Castel.

Periodista: La autora dice que la Navidad no es una fiesta cualquiera en este país, sea pomposa o austera. ¿Qué tiene de diferente esa celebración acá respecto del resto del mundo? ¿Qué dice la obra sobre esto?

Ana María Castel: Tengo entendido por referencias que, en general, en países occidentales, no se le da el grado de importancia que se le otorga en nuestro país a la Navidad, incluyendo la ruidosa cohetería. En parte por el arrastre de una tradición católica que todavía pesa, aunque se practiquen poco virtudes cristianas como la verdadera caridad. También, porque es la primera de las tres fiestas entre fin de año y principio del nuevo, si tenemos en cuenta Reyes, alegría de niños y niñas que todavía pueden poner los zapatos. Acá, Navidad se considera la reunión familiar por excelencia, casi una obligación. Raras son las personas que eligen pasarla por alto. Y la mesa de Nochebuena es una juntada que puede resultar propicia para que estallen, a veces en forma soterrada, conflictos sofocados, ajustes de cuentas, resentimientos, celos... Hay que ser bueno porque Dios mira, registra, observa distintas navidades en plan de comedia, sin juzgar, desde una condensación escénica que no pretende ser un documental.

Periodista; ¿Qué hay de los arquetipos de familia, en especial como una foto de Navidad? Eso de que la familia come y grita, ¿qué otros tópicos aborda la obra?

A.M.C.: Bueno, eso de que la familia que come y grita podría sonar a simplificación. Y tampoco creo que exista un arquetipo fijo, hay muchos matices. En los grupos familiares variopintos, donde a veces hay integrantes que no tienen mayor intercambio a través del año, es posible que salten temas acallados, animosidades, resquemores. Pero también suele haber un lado A: reencuentros sinceros, la alegría de manifestarse mutuamente amor, de compartir la comida preparada con esmero, sin olvidar el vitel toné, claro-. A través de la obra se revelan secretos familiares y hay una aproximación a la deconstrucción de cierta mentalidad masculina que se desentiende de responsabilidades dentro del grupo familiar.

P.: Es una obra que habla del caos escondido que se huele en estos eventos, en donde el apuro por llegar, las cosas no dichas, los invitados y los no invitados crearán el ambiente convirtiéndolo, por momentos, en una noche sin paz. ¿Qué más podés reflexionar?

A.M.C.: Si bien es cierto que “hay que ser bueno” plantea una suerte de catarsis en estos estallidos donde se dicen las verdades de los distintos integrantes de esta familia humilde, donde el núcleo lo forman mujeres, también debo decir que, sin dejar de lado el humor, se apuesta a buscar formas de acordar, de pacificar, de armonizar escuchando, prender las razones del otro.

P.: Qué quedó de tu actriz de TV, un medio hoy tan transformado en otra cosa…

A.M.C.: Modestamente, como decía Vittorio Gassman en ese clásico inolvidable de la comedia italiana titulado Il Sorpasso, me considero una actriz todoterreno: he hecho mucho teatro, mucha televisión, algo de cine. Siempre dispuesta a adaptarme a cada lenguaje, a la propuesta de quien ejerce la dirección. Obvio es decir que actualmente no se hace ficción en la TV abierta. Pero se abrió el camino de las plataformas y, felizmente, series locales como El eternauta, El marginal, En el barro, entre otras, tienen mucha repercusión. Si me llamaran, soy materia dispuesta. Aunque debo aclarar que, por ahora, estoy con dos obras teatrales en cartel.

P.: ¿Cómo es hacer teatro independiente en la actualidad?

A.M.C.: Desde ya que la situación económica en general, y las restricciones particulares impuestas a la cultura por el gobierno, dificultan la producción y realización de obras. Sin embargo, el teatro es un lugar de resistencia, de mística que no decae, de artistas que no se achican frente a los escollos, de público que no se rinde y sigue concurriendo a las salas alternativas. No hay más que ver en este momento la riqueza temática y la enorme amplitud de la cartelera teatral para confirmarlo.

P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura?

A.M.C.: En cuanto a la cultura en términos muy generales y hasta donde yo puedo apreciar, prosigue -contra viento y marea- ofreciendo numerosas manifestaciones: edición de libros, muchos y diferentes talleres funcionando, exposiciones de artes visuales -con Bellas Artes a la cabeza, cuya entrada es gratuita para los argentinos- muy concurridas. Y habría que sumar espectáculos de danza, recitales, charlas... Yo incluiría en este rubro cultural las marchas pacíficas en favor de la universidad pública, del Instituto del Teatro, del sostenimiento del Gaumont con entradas muy accesibles, y con público suele aplaudir cuando finalizan los films argentinos.

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