Se trata de la versión japonesa del simposio de Jackson Hole de la Reserva Federal, aunque sin caminatas por senderos ni vistas a la montaña. Este año, la reunión anual de banqueros centrales en Tokio se concentrará en dos realidades incómodas: el estancamiento del crecimiento económico y una inflación persistentemente alta.
Los bancos centrales se reúnen en Japón para discutir los aranceles, la inflación y el bajo crecimiento
A pesar de las diferencias en los ciclos de política monetaria, los principales bancos centrales enfrentan un desafío común: calibrar sus estrategias en un contexto de alta incertidumbre y riesgo de errores de diagnóstico.
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Reunión clave en Tokio: crece la tensión entre los riesgos de inflación y desaceleración.
Organizado por el Banco de Japón (BOJ) y su centro de estudios asociado, el evento de dos días comienza este martes y contará con la participación de destacados académicos y funcionarios de bancos centrales de Estados Unidos, Europa y Asia.
Aunque la mayoría de los discursos tienen un enfoque académico y no están abiertos a la prensa, el tema de este año —“Nuevos desafíos para la política monetaria”— apunta directamente a cómo los bancos centrales deben enfrentar la inflación persistente, los riesgos económicos a la baja, la volatilidad en los mercados y los aranceles estadounidenses.
Estas fuerzas contrapuestas, en gran parte consecuencia de las políticas del presidente estadounidense Donald Trump, están generando obstáculos para muchos bancos centrales, independientemente de si están subiendo o bajando las tasas de interés.
El contexto del encuentro
El BOJ, por ejemplo, sigue encaminado a elevar las tasas y reducir gradualmente sus compras de bonos, en marcado contraste con sus pares que están recortando tipos. Sin embargo, los recientes acontecimientos globales han puesto en duda la velocidad de estas acciones.
“El BOJ puede verse obligado a hacer una pausa, pero no necesita abandonar completamente las subidas de tasas”, afirmó Nobuyasu Atago, exfuncionario del BOJ. “Solo debe comunicar que, cuando las condiciones lo permitan, podrá reanudarlas”.
Entre los participantes del evento —que se celebra en la sede del BOJ en el centro de Tokio— se encuentran representantes de la Reserva Federal (incluido John Williams de la Fed de Nueva York), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Canadá y el Banco de la Reserva de Australia.
En la conferencia del año pasado, se discutieron las lecciones aprendidas del uso de herramientas de política monetaria no convencional durante las recesiones. También se debatió si Japón —único entre los grandes bancos centrales en mantener tasas ultrabajas— podría finalmente salir de décadas de deflación y baja inflación, ahora que hay señales incipientes de aumentos salariales sostenidos.
Este año, si bien los temores giran en torno a recesiones provocadas por los aranceles, los temas de las sesiones del evento reflejan la persistente preocupación de los responsables de política por una inflación elevada y duradera. Una de las sesiones abordará la “demanda de reservas, control de tasas de interés y endurecimiento cuantitativo”, mientras que otra analizará un informe del FMI publicado en diciembre titulado “Política monetaria y temores inflacionarios”, que advierte sobre los riesgos de asumir que los bancos centrales pueden ignorar las presiones inflacionarias provocadas por shocks de oferta.
Política errática y dilemas compartidos
Ese mensaje podría resonar especialmente entre los principales bancos centrales, que enfrentan dilemas similares exacerbados por la guerra comercial global y la política comercial errática de Trump.
Aunque se preveían más recortes de tasas, la Reserva Federal se ha visto obligada a adoptar una postura de espera, advirtiendo la semana pasada sobre el riesgo de una inflación creciente impulsada por los aranceles.
En el caso del BCE, aunque se espera un recorte adicional en junio, está creciendo la posibilidad de una pausa posterior, a medida que se intensifican los desafíos inflacionarios. “Los aranceles pueden ser desinflacionarios en el corto plazo, pero representan riesgos al alza en el mediano”, advirtió Isabel Schnabel, integrante del directorio del BCE, durante una conferencia en la Universidad de Stanford el pasado 9 de mayo.
El BOJ también enfrenta el desafío de equilibrar la presión inflacionaria interna con los riesgos de desaceleración provocados por los aranceles estadounidenses. El 1 de mayo, los aranceles de Trump llevaron al banco central japonés a recortar drásticamente sus previsiones de crecimiento, lo que sugiere una pausa en su ciclo de subidas, aunque la tasa de interés a corto plazo sigue en apenas el 0,5%.
No obstante, el gobernador Kazuo Ueda ha manifestado su disposición a reanudar las subidas si la inflación subyacente sigue encaminada hacia la meta del 2%.
En abril, la inflación subyacente en Japón alcanzó un máximo de más de dos años, con un 3,5%, impulsada por un alza del 7% en los precios de los alimentos, reflejando el impacto que el aumento del costo de vida tiene sobre los hogares.
“El BOJ claramente no ha logrado cumplir su mandato de estabilidad de precios”, señaló Atago, ahora economista jefe del Instituto de Investigación Económica de Rakuten Securities. “La inflación seguirá siendo una preocupación, y probablemente ya están reaccionando tarde ante las presiones internas”.
Ueda ofrecerá el discurso inaugural del evento el martes, seguido por una conferencia del gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), Agustín Carstens.





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