15 de octubre 2019 - 00:00

¿Habrá otra corrida antes de la entrega del mando?

Hay tres factores que podrían desestabilizar el momento previo a la entrega del mando: compra de dólares al BCRA, fuga de depósitos y vencimientos de deuda pública.

Banco Central de la República Argentina (BCRA).

Banco Central de la República Argentina (BCRA).

El 12 de agosto pasado, un día después de las PASO, daba la impresión de que íbamos a ser testigos de una de las transiciones de gobierno argentino más largas de la historia. No tanto por la cantidad de días que separan al 11 de agosto del 10 de diciembre, sino por los momentos críticos que se vivieron la primera semana después de las PASO. Ahora estamos prácticamente a mitad de camino de los 4 meses que separan ambas fechas y las noticias no han sido escasas en el terreno financiero: la reprogramación compulsiva de las letras en pesos y dólares y el control de cambios han sido los dos momentos más álgidos y difíciles enfrentados en estos dos primeros meses. Lo cierto es que aunque las reservas vienen bajando todos los días a un preocupante ritmo de casi u$s100 millones al día, todo indica que de aquí hasta la entrega del mando difícilmente vivamos momentos como los experimentados directamente tras las PASO, con un riesgo país creciendo descontroladamente, un dólar subiendo más de 30% y las tasas de interés superando cómodamente el 80% anual. Ahora esos momentos duermen en el desván de los recuerdos y bien puede asegurarse que difícilmente vivamos momentos similares. Veamos cada uno de los factores que podrían desestabilizar financieramente el momento previo a la entrega del mando y analicemos su posible evolución.

Compra de dólares al Banco Central

Esta ventanilla está medianamente controlada con el expediente de vender solo a particulares hasta u$s10.000 mensuales y nada a las empresas salvo por importaciones. Desde este punto de vista, buena parte del dinero depositado en pesos en los bancos es una especie de “dinero muerto” a los fines cambiarios en el sentido de que no puede tener incidencia en el dólar oficial, que determina la suba o baja de la tasa de inflación. Esa es la única ventaja –entre muchas desventajas– que posee el troglodita control de cambios impuesto por el gobierno de Mauricio Macri, al costo de seguir goteando reservas todos los días. Y aunque no hubo ni un solo día desde el control de cambios –entiéndase bien: ni uno solo– en el que se ganaran reservas, los plazos fijos en pesos susceptibles de comprar dólares no superan prácticamente el valor de u$s20.000 millones, por lo que el “goteo” actual de reservas bien puede continuar y hasta reforzarse. Pero lo que no puede es convertirse en un torrente. Para ello se necesitaría una cifra de alrededor del doble de los plazos fijos en pesos que actualmente hay en los bancos. Lo cual no significa, obviamente, que el control de cambios no sea reforzado tras el 27 de octubre, lo que luce probable.

Fuga de depósitos en dólares

La salida de las cajas de ahorro y los plazos fijos en dólares era la causa más preocupante de todas por el doble efecto que la misma tiene en las reservas del BCRA y en la necesidad casi perentoria de los bancos de cancelar créditos en dólares a clientes que no los pueden devolver de un día para el otro. A pesar de que hoy hay cerca de u$s8.000 millones de los bancos depositados en el Banco Central en concepto de encaje de los “argendólares” y casi otros u$s4.000 millones en las entidades para atender la devolución diaria de estos depósitos dolarizados, es perceptible que la fuerte fuga de este tipo de depósitos ha disminuido de manera notable hasta convertirse en una cifra ahora baja. Por lo tanto, este factor de gran peligrosidad –que debiera hacer replantear la conveniencia de permitir estos depósitos en Argentina– hoy no tiene incidencia en el desenvolvimiento diario del mercado financiero. ¿Puede volver a tenerla antes del 10 de diciembre? Hay que ser un tanto escépticos con respecto a tal posibilidad. Ocurre que el tenedor de un depósito en dólares en los bancos argentinos es un ahorrista sumamente conservador al cual no le gusta asumir riesgos. Ni el riesgo de poner sus ahorros en pesos, ni el riesgo de que le roben sus ahorros en su casa, ni el riesgo electoral. Los ahorristas que visualizaron el regreso del peronismo-kirchnerismo al poder como un factor de gran riesgo ya retiraron sus depósitos de los bancos. Hay otro segmento que no considera ese riesgo demasiado apreciable y ha decidido, hasta el momento, mantener esos dólares en los bancos. ¿Porqué? Puede ser porque sabe que en el gobierno de CFK nunca se tocaron los depósitos en dólares que existieron a lo largo de los doce años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner y también puede ser porque no se percibe a Alberto Fernández como un factor de riesgo potencial para este tipo de depósitos. Puede parecer paradójico –o quizás no lo sea tanto– pero el porcentaje de fuga de depósitos en dólares tras las PASO, superior al 30% de los mismos, prácticamente equivale al porcentaje de votos que sacó Macri en esas elecciones. En otras palabras: muchos –muchísimos- tenedores de depósitos en dólares votaron por la fórmula Fernández-Fernández, por lo cual cabría preguntarse porque decidirían huir despavoridos con sus ahorros ante la novedad de haber votado al candidato ganador… No tendría mucho sentido. Cabe concluir que una buena parte de los depósitos en dólares no va a huir del sistema financiero, quizás ya estemos cerca de ese porcentaje.

Vencimientos de deuda pública en dólares

Este es el tercer factor de posibles convulsiones en los mercados dado que los vencimientos de deuda pública entre octubre y diciembre alcanzan los u$s 6000 millones. Este factor podía entonces -con sobrada razón- llegar a convertirse en el indudable primer punto de preocupación cuando se calmó la fuga de depósitos en dólares y el FMI trabó el desembolso de u$s 5400 millones que correspondía que ingresaran el 15 de septiembre. Sin embargo el hecho de que el FMI haya recientemente autorizado el uso de los u$s 7200 millones de las reservas que ese organismo había prestado con la condición de no usar sin su permiso para el pago de vencimientos de deuda descomprime la acuciante situación.

En síntesis, podría decirse entonces que tres enormes frentes de tormenta que amenazaban convertir a los cuatro meses entre las PASO y la entrega del mando en un tembladeral, aunque siguen en el horizonte, se han disipado considerablemente. Ello no significa, claro está, que todo esté solucionado. Ocurre que las reservas siguen descendiendo y lo hacen día tras día de manera incesante, sin intermitencias. El FMI por su parte se muestra renuente a seguir desembolsando fondos. Y el mercado monetario está trabado por el rústico control de cambios utilizado por este gobierno, lo que morigera la compra de dólares especulativa pero ocasiona todo tipo de trastornos. Así dadas las cosas, lo más probable es que este “impasse financiero” se mantenga hasta la entrega del mando acompañado por la depresión económica que implica mantener los jirones del deshilachado “Plan Doble Cero” que había sido pergeñado entre el gobierno saliente y el FMI. ¿Podemos dormir tranquilos entonces al menos en los aspectos financieros? No. Lamentablemente no. Aún cuando este pronóstico de “calma chicha” en los mercados pueda mantenerse hasta el 10 de diciembre, Mauricio Macri va a dejarle a Alberto Fernández un muy bajo nivel de reservas en el Banco Central, amén de un incierto retorno del atraso cambiario. Entre los pagos de deuda y las ventas de dólares que el Banco Central realiza diariamente, lo más probable es que las reservas de libre disponibilidad se ubiquen, al momento de la trasmisión de la banda presidencial en solo u$s 3000 a 5000 millones, como máximo. Por lo tanto, el presidente entrante no tendrá más remedio que atender los problemas sin demora, a fin de calmar no solo a los depositantes de pesos y dólares sino sobre todo a la población que no sabe ni entiende nada de depósitos bancarios pero que bien puede sufrir los avatares de un descontrol con el dólar a través de más inflación y recesión. Todo ello, viéndoselas en figurillas con el siempre espinoso tema del tipo de cambio real. Uno de los primeros problemas a atender será decidir como se pagan los cerca de u$s10.000 millones que vencen en los primeros meses del nuevo gobierno, en buena medida debido a las Letes y Lecap compulsivamente reprogramadas por Macri, cifra que Alberto Fernández hereda. Lamentablemente, estos cálculos implican que no habrá reservas para esos pagos…. A no equivocarse: el nuevo gobierno solo hereda deudas y asumirá casi sin reservas.

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Walter Graziano y Asociados

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