12 de septiembre 2008 - 00:00

Cristina, a la brasileña: colores, brillos y joyas

En Brasil,Cristinavistió trajescoloridos yjoyasostentosas.De regreso,nuevamentelos tonosapagados,aunque elmiércolessorprendiócon lookhippie chic.
En Brasil, Cristina vistió trajes coloridos y joyas ostentosas. De regreso, nuevamente los tonos apagados, aunque el miércoles sorprendió con look hippie chic.
«Un poquitito de envidia», dijo Cristina que le daba Brasil, pero en cuestiones femeninas no puede quejarse. Esas tierras le permiten darse algunos gustos que no se anima aquí, en su casa. Varias cuestiones la desalientan a armarse de muchos brillos y colores, como ayer, más a tono con una profesora al sacarse una foto con alumnas en el día del maestro. Eso sí, de tanto en tanto la traiciona el setentismo, que le hizo relucir esta semana una falda larga hasta los pies, de bambula, y cinturón artesanal, un look hippie chic. Pero todo más apagado, como el invierno. En cambio llegar a otro país de visita le da libertad a Cristina para vestidor especial y alhajero al día.

A propósito de los festejos por el aniversario de la Independencia brasileña, la Presidente amplió la exhibición de oropel e intentó expandir el glamour, con un arsenal de joyas, algunas que ya usó y otras para el estreno. Modelos nuevos y sin repetir y, con el clima a favor en esas latitudes, hasta se anticipó a la temporada veraniega, como una maniquí.

Las asesoras le encargaron para la ocasión a la modista presidencial Susana Ortiz varias opciones ultra chic, sin preocuparse por el volumen del equipaje por todas esas telas e hilos, inspirados en el actual verano europeo. Así se llevó trajes brillantes y colores shocking, como los que se ofrecen en los escaparates de las marcas más exclusivas en el Viejo Continente, todo combinado cuidadosamente con los zapatos y accesorios. Demasiado 'bling-bling', se quejaron algunos modistos brasileños, como si la ropa allí escapara al pecado de ostentación.

Pero es probable que Cristina haya buscado sintonizar con Brasil hasta con la vestimenta, no sólo con un discurso que intentó la seducción, con su ajuar en la visita oficial.

El acento, sin embargo, del look lo tuvo en las alhajas. Ni prestadas, ni cedidas en canje, ni obsequiadas por empresarios afines a la Casa Rosada, como -dicen- solía elegir, por catálogo y a priori, Eva Duarte de Perón en la joyería de Uber Ricchiardi.

Tampoco como Doña Carmen Polo, esposa del General Franco, a quien deslumbraban las esmeraldas, el oro blanco y los brillantes. Cuenta la historia que esta dama solía emprender recorridas tácticas por los interiores de las joyerías, ponderando un brazalete, inquiriendo por el engarce de un anillo, pidiendo probarse un collar. Lógicamente, los joyeros reaccionaban obsequiándole la pieza en cuestión. Pero cuando los anhelos de la señora de Franco comenzaron a ser metódicos y reiterativos (de allí que la apodaran Doña Collar), las joyerías comenzaron a bajar preventivamente sus cortinas, cerrando sus puertas cada vez que se anunciaba el paso de la mujer por el lugar.

  • Fuga

    El caso Cristina de Kirchner es distinto, claro. Se escapa cuando puede eludir las cámaras a mirar los escaparates de Bvlgari, como hizo durante su último viaje a Roma en mayo pasado, u otras vitrinas. De allí los pendientes de oro amarillo y negro con incrustaciones de fósiles de caracoles paleozoicos, que lució el domingo pasado en Brasilia junto con un grueso collar de perlas trenzadas y detalle también de oro amarillo con zafiros, para armonizar con un traje azul marino.

    Le gustan las gargantillas llamativas como ésa, o como la que usó el día anterior en el acto de la inauguración de una fábrica en el país carioca, trenzada de oro amarillo con un medallón con brillantes y centro de topacio, que resaltaba por encima del tailleur lila.

    El lunes, en cambio, optó por algo más sencillo y clásico como un collar de perlas.
    Simple, aunque «old fashion» advierten las publicaciones especializadas. Para rematar, los ya conocidos clips ovales de oro y brillantes en las orejas, pero que el cabello no deja asomar del todo.

    No faltaron los anillos, el cintillo en el meñique derecho, la alianza de oro blanco y encima uno de oro amarillo y brillantes, que resaltan sus manos, siempre embellecidas por el esmalte blanquecino. Todo un gusto, y también una inversión.
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