12 de septiembre 2008 - 00:00
Cristina, a la brasileña: colores, brillos y joyas
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En Brasil,
Cristina
vistió trajes
coloridos y
joyas
ostentosas.
De regreso,
nuevamente
los tonos
apagados,
aunque el
miércoles
sorprendió
con look
hippie chic.
Tampoco como Doña Carmen Polo, esposa del General Franco, a quien deslumbraban las esmeraldas, el oro blanco y los brillantes. Cuenta la historia que esta dama solía emprender recorridas tácticas por los interiores de las joyerías, ponderando un brazalete, inquiriendo por el engarce de un anillo, pidiendo probarse un collar. Lógicamente, los joyeros reaccionaban obsequiándole la pieza en cuestión. Pero cuando los anhelos de la señora de Franco comenzaron a ser metódicos y reiterativos (de allí que la apodaran Doña Collar), las joyerías comenzaron a bajar preventivamente sus cortinas, cerrando sus puertas cada vez que se anunciaba el paso de la mujer por el lugar.
El caso Cristina de Kirchner es distinto, claro. Se escapa cuando puede eludir las cámaras a mirar los escaparates de Bvlgari, como hizo durante su último viaje a Roma en mayo pasado, u otras vitrinas. De allí los pendientes de oro amarillo y negro con incrustaciones de fósiles de caracoles paleozoicos, que lució el domingo pasado en Brasilia junto con un grueso collar de perlas trenzadas y detalle también de oro amarillo con zafiros, para armonizar con un traje azul marino.
Le gustan las gargantillas llamativas como ésa, o como la que usó el día anterior en el acto de la inauguración de una fábrica en el país carioca, trenzada de oro amarillo con un medallón con brillantes y centro de topacio, que resaltaba por encima del tailleur lila.
El lunes, en cambio, optó por algo más sencillo y clásico como un collar de perlas.
Simple, aunque «old fashion» advierten las publicaciones especializadas. Para rematar, los ya conocidos clips ovales de oro y brillantes en las orejas, pero que el cabello no deja asomar del todo.
No faltaron los anillos, el cintillo en el meñique derecho, la alianza de oro blanco y encima uno de oro amarillo y brillantes, que resaltan sus manos, siempre embellecidas por el esmalte blanquecino. Todo un gusto, y también una inversión.
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