El lunfardo es hoy el dialecto callejero popular de Buenos Aires, muy común en el trato diario de los porteños y utilizado en la mayoría de las letras de tango. Antes de convertirse en un vocabulario coloquial, fue el lenguaje que les sirvió a los detenidos en las cárceles para comunicarse sin que sus custodios supieran qué decían. Una jerga hermética y para iniciados.
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Ese idioma cerrado ha vivido en los muros de la cárcel y fue, entonces, la «cafúa», la «canela», la «canasta», la «cañota». La Policía pasó a ser, la «yuta», la «cana», el «poli», el «rati», el «pata negra». Lo fueron modificando a medida que el mundo de afuera se adueñaba de ese lenguaje, que dejaba de ser hermético.
Y si las palabras forman partede ese «código» cerrado, en la piel están las marcas que los identifica. Símbolos tatuados con tinta china y aguja se vuelven marcas imborrables de su paso por la prisión. Serpientes enroscadas en dagas, leones, escorpiones y puntos en las manos tienen una traducción dentro y fuera de la cárcel. Son rastros que permiten conocer el tipo de crimen que cometieron o su lugar en la jerarquía carcelaria.
Así lo explicó ayer el coordinador de la Comisión de Trabajo Criminalístico del Ministerio de Justicia, Eloy Torales. Fue durante un seminario para jueces, fiscales y miembros de las fuerzas de seguridad, destinado a enseñar la interpretación de tatuajes carcelarios como claves para esclarecer delitos, que organizó el Ministerio de Justicia. Torales sostiene que un tatuaje-«puede indicar, por ejemplo, si el delincuente tuvo condenas anteriores, qué clase de delito suele cometer y en qué cárcel estuvo preso». También, su grado de poder dentro del penal, los mensajes que tienen como destino los jueces, la Policía y a los «buchones» que los entregaron.
Por caso, la serpiente enroscada en la daga significa «muerte a la Policía». La daga (o faca en el argot carcelario) simboliza la justicia del preso o la venganza. Quien la lleva considera que siempre habrá revancha, y es casi seguro que un policía pagará por sus años en la cárcel.
• Liderazgo
La terminología «tumbera» tiene más: los que llevan tatuados a «San La Muerte» son los de mayor jerarquía. Es raro que se discuta su liderazgo en la cárcel. Son los que más muertes tienen en su haber. «San La Muerte» es el protector de los delincuentes. Hay quienes hasta se introducen un pedazo de hueso de un cadáver en la piel para protegerse de las balas policiales en los enfrentamientos.
El escorpión es otro símbolo de poder, aunque en una escala media. El preso que lo ostenta está comunicando que hará cualquier cosa para seguir subiendo en la jerarquía.
El novedoso e interesante seminario estuvo a cargo de Daniel Antiman y de Alberto Suárezde la Dirección de Policía Científica de Junín (Bs. As.), quienes expusieron sobre la interpretación de los tatuajes, las características técnicas, los significados, sus diferentes lecturas según el tipo y la ubicación en el cuerpo. Los especialistas mostraron más de 100 fotografías tomadas en las unidades penitenciarias de la provincia. ,
En tanto, Laura Daró, del Servicio Penitenciario Federal, se refirió a los lenguajes y al arte carcelario: las marcas en las unidades federales y, sobre todo, el caso de la Cárcel de Caseros.
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