7 de noviembre 2024 - 13:30

Encerraron al guardia en una jaula con 500 monos y se robaron miles de vacunas: el insólito robo en plena polio

El 31 de agosto de 1959 se realizó el robo más increíble en lo que respecta a la salud social. Enterate todos los detalles de este increíble hecho.

Así fue el robo de las más de 75 mil vacunas de polio

Así fue el robo de las más de 75 mil vacunas de polio

Pixabay

A fines de los años 50, la poliomielitis era una de las mayores amenazas para la salud pública en América del Norte, afectando principalmente a los niños y provocando parálisis permanente en muchos de ellos. La introducción de la vacuna de Jonas Salk en 1955 trajo alivio a miles de familias en Canadá y otros países. De todos modos, la demanda era muchísimo mayor a la cantidad de vacunas que habían por el momento. Se cree que eso fue uno de los principales motivos de este insólito robo.

La noticia del robo generó indignación en la población, especialmente entre las familias que esperaban la vacuna para sus hijos. Los medios de comunicación cubrieron el incidente ampliamente, y el caso se convirtió en una de las historias más impactantes de la época en el ámbito de la salud pública.

El robo de las vacunas contra la polio en Montreal dejó al descubierto fallos en la seguridad y control de los medicamentos esenciales, lo que llevó a que el sistema de distribución fuera reforzado. Las autoridades sanitarias implementaron nuevos protocolos de seguridad en el manejo y transporte de suministros médicos para evitar que un hecho similar pudiera repetirse.

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Cómo fue el robo de las vacunas contra el polio en 1959

El robo ocurrió cuando un lote de vacunas llegó a Montreal y estaba listo para su distribución en clínicas y hospitales locales. Según los informes, más de 75.000 dosis de la vacuna fueron sustraídas en un audaz golpe, aunque los detalles específicos del asalto se conocen solo en parte.

Parte de lo que se conoce es que el 31 de agosto Paul Robinson y dos cómplices entraron en la universidad armados con armas. Encerraron al guardia nocturno en una jaula con 500 monos de laboratorio. Después, los ladrones rompieron la cerradura del enorme refrigerador, saquearon todas las cajas de la vacuna y robaron el automóvil del guardia como vehículo de escape.

Los tres ladrones se llevaron un lote inmenso de 75 mil vacunas, esto en su momento equivalía a medio millón de euros. Parte de que Robinson haya sido descubierto se debía a que las vacunas necesitaban ser vendidas rápidamente por la temperatura que necesitaban para mantenerse.

Los ladrones solo pudieron vender 299 viales por una suma de 500 dólares al farmacéutico de Pont-Viau, y al darse cuenta de que no podían vender todas, el resto iba a perder la cadena de frío e ir directo a la basura decidieron llamar a la policía fingiendo ser ciudadanos comunes y que habían encontrado pistas del robo.

Qué pasó con los delincuentes y las dosis

Llevar a Robinson a juicio resultó ser un desafío mucho mayor de lo esperado, y el caso acabó quedando en la nada. Aunque uno de sus colaboradores inicialmente había señalado a Jean Paul Robinson como el cerebro detrás del robo, al momento del juicio, dos años después, este testigo cambió su declaración.

Durante los interrogatorios, Robinson se mostró impasible, y en la corte se presentó como un ciudadano ejemplar que solo había intentado recuperar las vacunas robadas del verdadero autor del plan: un misterioso hombre conocido como Bob.

Según Robinson, Bob había organizado toda la operación antes de esfumarse y evadir la justicia. Finalmente, el juez determinó que, aunque el relato de Robinson era extraño y algo inverosímil, la fiscalía no había demostrado su culpabilidad más allá de toda duda razonable, y Robinson fue absuelto.

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