12 de enero 2005 - 00:00

Nuera y nietos de médica cubana la visitan en mayo

Roberto Quiñones en conferencia de prensa junto con Eduardo Valdés, el disidente del kirchnerismo que se acercó al disidente del castrismo.
Roberto Quiñones en conferencia de prensa junto con Eduardo Valdés, el disidente del kirchnerismo que se acercó al disidente del castrismo.
La médica cubana Hilda Molina conocerá finalmente a sus nietos en mayo próximo. Su nuera, Verónica Scarpati, viajará a La Habana junto a los niños Roberto Carlos, de nueve años, y Juan Pablo, de tres, para que puedan celebrar el cumpleaños de la prestigiosa neuróloga el día 2 del citado mes.

Tal como anticipó este diario el 21 de diciembre, el viaje a la capital cubana lo hará Scarpati con sus hijos, sin Roberto Quiñones, hijo de Molina. Esta era la alternativa más seria que manejaba la familia ante la férrea negativa de Fidel Castro de permitir que la fundadora del Centro Internacional para la Recuperación Neurológica (CIRN) pueda abandonar la isla tan sólo por unas semanas. Scarpati y los niños no son cubanos, mientras que sobre Quiñones pesa la condición de «desertor», según él mismo informó, por lo que un eventual regreso a su país de nacimiento podría derivar en su detención.

Pese a que la prensa sugirió otras alternativas para el reencuentro familiar, como una eventual intervención de España, éstas nunca cobraron visos de realidad.

• Motivos

La decisión del viaje a La Habana se precipitó por dos factores. Por un lado, Eduardo Valdés y Alicia de Oliveira, los dos funcionarios de la Cancillería que debieron dejar el cargo por disidencias con Néstor Kirchner por el manejo del tema, aceptaron ayer hacerse cargo, junto al ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, de la asesoría legal de la familia Quiñones. Por el otro, Molina «suplicó» ayer a su hijo que no viaje a Cuba, «como regalo de cumpleaños de su abuela (Hilda Morejón)», quien hoy cumple 86 años.

La única exigencia de la familia Quiñones para concretar el viaje en mayo es ver la carta que Fidel Castro envió a Kirchner, luego del pedido humanitario que éste formulara para que se pudiera concretar el reencuentro de la familia en Buenos Aires. En esa respuesta, Castro invitó a Quiñones y su familia a visitar Cuba, y supuestamente esgrime las razones que impiden la autorización para que Molina y su madre dejen la isla. Hasta el momento, la misiva sólo habría sido vista por el Presidente; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

«Queremos que estén los chicos en Cuba para el cumpleaños de mi mamá, el 2 de mayo, y también les queremos regalar que vivan el cumpleaños de mi hijo menor el día 9; ésas son las fechas tentativas»,
indicó ayer Quiñones a este diario.

La posibilidad del encuentro con su nuera y sus nietos entusiasmó desde un comienzo a Molina.
«No pongo ningún obstáculo a ello, porque por más terrible que sea un gobierno, no se la va a agarrar con mis nietecitos y una mujer indefensa (Scarpati)», enfatizó la médica en diciembre pasado.

Molina, de 61 años, vive en La Habana con su madre, que hoy cumple 86. La médica fue una ferviente adherente a la Revolución, al punto de que militó en Africa a comienzos de los '80 por la causa comunista y fue parlamentaria de la Asamblea Nacional del Pueblo, cargo al que renunció en 1994, cuando las diferencias con Castro se hicieron insostenibles.

Por su parte, Quiñones y Scarpati se conocieron en Cuba, a raíz del viaje de la joven en 1993 para acompañar a un hermano discapacitado en el CIRN.
Luego de una traumática salida de la isla para cumplir una beca en Japón, a mediados de 1994, Quiñones decidió no regresar. Desde entonces, nunca más pudo ver a su madre, y por consiguiente, ésta no conoció a sus nietos que nacieron en la Argentina.

• Confianza

Según Quiñones, en la carta que envió Castro a Kirchner no puede haber datos confidenciales sobre Molina, por lo que considera factible que el gobierno les permita conocer su contenido. «Mi madre no tiene información secreta, ya que los conocimientos médicos son patrimonio de la humanidad. No fue médica personal con el comandante en jefe, por lo tanto no tuvo acceso a su historia clínica y nunca tuvo otro tipo de relación con el comandante, como sugirieron algunos medios», aclaró ayer el médico.

Quiñones ratificó su confianza en el gobierno argentino:
«Siempre albergo esperanzas en el presidente Kirchner. Es una persona que no baja los brazos y le pido que por favor no nos abandone. Que ellos vayan allá es un primer paso, pero que los derechos humanos de la familia en pleno se respeten».

Molina especificó desde La Habana el porqué de su rechazo a que Quiñones viaje a Cuba. «A mi hijo en Buenos Aires lo esperan en lugares públicos y algunos a los que les paga la embajada cubana le dicen 'gusano, apátrida que trabaja para Bush'.»

«Esas son personas preparadas en mi opinión por la embajada cubana en Buenos Aires, entonces ¿qué no le puede pasar aquí en Cuba?»,
se preguntó la médica. «El gobierno cubano sabe que mi hijo es mi talón de Aquiles», agregó en diálogo con la prensa.

El caso de Molina generó un roce diplomático entre la Argentina y Cuba hace un mes, cuando la médica y su madre se instalaron un día entero en la embajada argentina en La Habana.

Molina aclaró posteriormente que había permanecido como huésped en la representación argentina ante un repentino problema de salud de su madre.

Kirchner reprochó el manejo de la situación al entonces jefe de Gabinete de
Rafael Bielsa, Eduardo Valdés; y al embajador argentino en la isla, Raúl Taleb. Ambos, junto a Alicia de Oliveira, encargada de Derechos Humanos en Cancillería, dejaron sus puestos. Taleb fue reemplazado por el ex frepasista Darío Alessandro, en tanto que fue asignado el abogado Horacio Méndez Carrera para que asesore a la familia Quiñones. En La Habana, Molina fue asistida en estos días por el diplomático Eduardo Gómez.

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