Palermo siempre tiene algo nuevo para mostrar, pero esta vez la novedad llega copa en mano. El pasado julio abrió Wino, un restaurante que respira vino en cada detalle y propone vivirlo sin rigideces. La carta despliega 120 etiquetas que recorren las regiones vitivinícolas argentinas que no suelen encontrarse en el circuito gastronómico habitual, del Norte al Litoral, pasando por Cuyo y la Patagonia. Además, suma proyectos internacionales que van de Francia e Italia hasta Australia. Entre sus joyas, destaca la sección de añadas, que recorre 50 años de historia (1975–2024), un verdadero cofre para coleccionistas.
El nuevo templo porteño donde el vino manda
En pleno Palermo, Wino despliega 120 etiquetas, añadas históricas y una cocina pensada para compartir, en un espacio vibrante que invita a descubrir y volver.
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WINO: vinos
Lo interesante es cómo se acerca el vino al comensal. Hay servicio por botella a precio de vinoteca, lo que permite probar grandes etiquetas sin que la cuenta se abulte, y también take away para llevarse lo que más gustó. Para quienes prefieren ir de a poco, hay 15 vinos por copa que rotan periódicamente y la posibilidad de descubrir estilos a través de los flights semanales de cuatro copas ($15.000). Hay para todos los gustos: blancos frescos para arrancar, tintos comparativos para medir estilos y variedades, un recorrido exclusivo de Malbec en distintas regiones y un Wine Tour que viaja por terroirs diversos. Estos vuelos se ofrecen de martes a viernes en un imbatible 2x1, durante el happy hour, de 18 a 20.
Y para los curiosos, está la sección de añadas históricas, con etiquetas que recorren cinco décadas. Entre ellas, un López 1975, un Weinert Malbec Estrella 1977, un Luigi Bosca Malbec DOC 1999 o un Escorihuela Gascón M.E.G. 2005. Botellas únicas que no suelen encontrarse fácilmente y que convierten a Wino en un verdadero cofre enológico en Palermo. Cada servicio se presenta en copas Riedel específicas para cada varietal, potenciando aromas, texturas y estructura.
El espacio acompaña esa idea de experiencia total. En planta baja, el salón principal suma 48 cubiertos y se anima con un aire teatral: techos altos, cortinas que juegan con la luz y telas que dan movimiento. En la planta alta, la cava esconde una sala VIP para 12 personas (ampliable a 20), con mesa comunitaria, biblioteca y proyector. Ese ámbito íntimo funciona como living privado para degustaciones dirigidas, presentaciones de bodegas, encuentros corporativos o cumpleaños, siempre con un servicio flexible y la posibilidad de sumar la propuesta gastronómica del lugar.
Recomendados de la cocina
A cargo del chef Federico Gauna, la carta acompaña sin competir con el vino. Es breve, sabrosa y pensada para compartir en el centro de la mesa. Entre los destacados están los buñuelos verdes con emulsión cítrica, el hummus con pickles caseros, los baos de pesca curada con crocante de boniato y el chorizo de autor (50% vacuno, 50% cerdo, con provolone y jalapeño).
Por otro lado, en los principales, se encuentra el ojo de bife a pastura, los gnocchi de boniato con cordero braseado o el Nino Bergese relleno de calabaza y yema muestran el costado más sofisticado de una cocina que no pierde el espíritu hogareño.
El final dulce merece mención aparte: la mousse de chocolate 80% cacao con palta, junto a bombonería artesanal con rellenos inesperados como chocolate blanco con queso azul o laja de chocolate negro con curry; el alfajor Koji, una versión helada y original con dulce de leche y miso, y la torta Ópera, un guiño parisino que se gana su lugar en la carta.
Wino es, en definitiva, un espacio donde el vino marca el pulso y todo lo demás se acomoda alrededor: copas memorables, cocina con carácter, ambientación vibrante y un servicio cercano que invita a volver.
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