6 de mayo 2024 - 14:25

Valeria Ricciardi, la marplatense que lanzó los "alfajores de autor"

Embajadora Turística de Mar del Plata, declarada de "interés cultural", su fama se acrecentó al fin del Mundial 2022 cuando el Dibu Martínez descubrió y empezó a recomendar, entre jugadores y famosos, sus creaciones

Valeria Ricciardi en la Feria Argentina del Alfajor que se realizó en Buenos Aires el año pasado.

Valeria Ricciardi en la Feria Argentina del Alfajor que se realizó en Buenos Aires el año pasado.

Así como hay un “cine de autor”, en oposición al industrial, en la gastronomía desde hace tiempo se habla de “chefs autorales”. Sin embargo, el caso de la marplatense Valeria Ricciardi, pastelera profesional, excede lo conocido. Ella es “autora de alfajores” y nada menos que en la misma capital del alfajor, su ciudad natal, que hace poco la distinguió oficialmente con el título de embajadora turística de Mar del Plata, y sus creaciones gastronómicas recibieron la declaración de interés cultural por parte del Municipio de General Pueyrredón.

Sus “alfajores de autor”, además, han sido disfrutados y recomendados por el Dibu Martínez, Lionel Messi, Enzo Francescoli, Lourdes Sánchez, Julieta Camaño y Sebastian Bataglia, entre muchos otros famosos, y entre sus distinciones ya suma la Medalla de bronce en la categoría "Mejor galleta del mundo" y Medalla de plata en el "Mejor Packaging 2023" en el Mundial del Alfajor 2023, que se celebró en Buenos Aires.

En diálogo con este diario, Ricciardi cuenta que se volcó a la creación de un diseño propio de alfajores hace poco, más concretamente durante la pandemia. “Hasta entonces, yo trabajaba en una conocida marca de helados, en la que introduje diseños propios de paleta que le dieron una identidad en el mercado”, dice. Su labor allí la llevó a a asumir un papel de liderazgo, supervisando la producción y logística de más de 40 locales. En este rubro, además, fue docente en la Carpigiani Gelato University.

Pero vino la pandemia y, pese a que “como madre de cuatro hijos, y divorciada, yo necesitaba el trabajo en relación de dependencia, me atreví a abrirme camino por cuenta propia y dedicarme a la preparación de alfajores con un sello personal". Los define de esta forma: "Mis alfajores no tienen la tradicional cobertura de chocolate sino un baño de almendras caramelizado que les da, además de un sabor distinto, una sensación de ‘bomba de sabor’ crujiente en la boca”.

Fue con ese diseño que se atrevió a salir al mercado con sus alfajores "Valeria Pattiserie", y, sostenida por una amplia experiencia en la heladería y en las preparaciones de mesas de dulces, donde también fue referente, y competir con marcas centenarias en el corazón mismo de la ciudad alfajorera por excelencia.

La historia del alfajor es muy curiosa: si bien no es un dulce “de bandera” como su habitual relleno, el dulce de leche, la historia lo fue llevando a una regionalización singular. Tanto es así que cuando le preguntamos qué otros países compitieron en ese Mundial del Alfajor del año pasado, señala que aunque Estados Unidos no estuvo, porque no lo conocen, o porque mayoritariamente no aceptan aún el sabor del dulce de leche, sí en cambio participaron Canadá, con una golosina equivalente, y España, a quien históricamente le debemos la incorporación del alfajor a nuestra cultura, por su lado "moro".

“Alfajor”, palabra que viene del árabe, era una golosina muy consumida en Andalucía y otras regiones del sur español durante la permanencia musulmana en la península: fue así como los conquistadores la trajeron a estas latitudes y, según se cuenta, los próceres de Mayo los tenían como uno de sus postres favoritos.

Con Dibu Martínez.JPG

Encuentro con el Dibu

Pero veamos cómo Ricciardi, que empezó de a poco a distribuir sus creaciones después de la pandemia, tuvo un golpe de suerte desde que el Dibu Martínez conoció sus alfajores y los empezó a recomendar. Así lo cuenta ella:

“El triunfo de la Selección en el Mundial me dio más energías todavía, y una mañana, mientras estaba entregando unos pedidos en el barrio donde vivía el Dibu, me acerqué a su casa para llevarle una caja de mis alfajores. Sin cita, nada. Sólo me presenté. No me los voy a olvidar nunca, fue el 24 de diciembre de 2022, el día de la Nochebuena, poco después de que ganáramos la copa en Qatar”.

“Mis hijos me esperaban con gran ansiedad en el auto”, prosigue Ricciardi. “Primero me recibió la guardia que me dijo que no podía pasar. Le expliqué de qué se trataba, y entonces me pidió que aguardara un momento. Al ratito apareció la esposa del Dibu, que muy amablemente me hizo entrar. Él estaba tendido en una camilla mientras le hacían el tatuaje de la copa del mundo. ¡Justo llegué en ese momento! Y encima me pidió disculpas por recibirme en esas condiciones”.

“Después de que los tatuadores terminaron su trabajo —continúa— hizo pasar a mis hijos, que no podían creerlo, y probó los alfajores. Esa reunión no sólo fue una inmensa alegría para mí sino que me cambió la vida. A partir de su recomendación, el guardaespaldas de Messi se llevó unas cajas y Leo también adoró mis alfajores en Miami. A veces las cosas salen bien todas juntas: del triunfo deportivo nacional a mi triunfo como emprendedora”.

Pese a la cantidad de unidades que produce, Valeria Ricciardi continúa trabajando de manera puramente artesanal. Sorprende cuando declara, ante nuestra pregunta de cuántos empleados tiene, “sólo mi familia. Fabricamos los alfajores entre todos. Mi proyecto, por supuesto, es llegar a establecer una fábrica para aumentar la producción, y añadir, entre otras cosas, distintas clases de rellenos, y continuar desarrollando una línea, que ya existe, de alfajores para personas celíacas”.

La “fórmula de autor” de sus alfajores incluye, además, un diseño también personal. “El sabor de un producto, tal como aprendí durante mis muchos años en la industria de los helados, tiene que ir acompañado por una marca estética que lo distinga”. Una de sus últimas participaciones públicas, además de su aparición en el programa “Cocineros argentinos” de la Televisión Pública, fue en la Feria de la Ruta 0 Del Alfajor en Mar del Plata.

En la despedida, cuando le preguntamos si tiene algún parentesco con la familia Ricciardi de joyeros, responde riendo: “¡Ojalá! Si lo tuviera ya tendría mi propia fábrica. Pero nada que ver, yo empecé desde abajo, abriéndome camino sola”. Y la despedida es con una promesa: si alguna vez, le decimos, una multinacional le ofreciera millones de dólares para comprarle sus alfajores, que no siga el camino de otras marcas y los obligue, en ese caso, a respetar el mismo sabor y el mismo diseño. También riendo replica: “La fábrica será siempre mía”.

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