4 de julio 2005 - 00:00

Batalla en EE.UU. por la vacante en la Corte

La jueza renunciante, Sandra Day OConnor.
La jueza renunciante, Sandra Day O'Connor.
Washington (El Mundo, EFE, AFP, ANSA) - Es la guerra. El objetivo es la toma del venerable edificio de corte neoclásico, con su pórtico con ocho columnas, construido en los años '30 junto al Capitolio. El presidente George W. Bush se encuentra ante la posibilidad de volcar la balanza a su favor en la Corte Suprema, tras la renuncia el viernes de la jueza centrista Sandra Day O'Connor.

El candidato que más sonó el fin se semana es el actual fiscal general de los EE.UU., Alberto Gonzales, un hispano amigo de Bush enrolado en las filas más conservadoras del gobierno.

La amistad de Gonzales con Bush se remonta a mediados de los '90 cuando el actual mandatario ocupaba el puesto de gobernador de Texas. Bush nominó a Gonzales para el Tribunal Supremo de Texas en 1999 y luego lo impulsó para su actual cargo.

Pese a sus méritos, el licenciado de Derecho de la Universidad de Harvard tiene también puntos débiles, contra los que sus adversarios lanzaron ya un ataque implacable.

La postura moderada de Gonzales ante el aborto es su talón de Aquiles con el bando conservador, que teme que de resultar elegido acabe convirtiéndose en otro David Souter, el magistrado nominado por el padre del actual presidente, que defraudó a la derecha con sus posiciones centristas.

Las críticas también llueven desde las filas demócratas, que acusan al fiscal general de haber dado carta blanca a la detención de sospechosos de terrorismo sin las garantías debidas, lo que, afirma el partido de la oposición, permitió los abusos que han salido a la luz recientemente. La mayoría de los senadores demócratas votó en contra de su confirmación como fiscal, que se aprobó en febrero por 60 votos a favor y 36 en contra.

• Despreocupado

Ayer, Gonzales aseguró, durante una visita sorpresa a las tropas estadounidenses en Irak, que no le preocupan las críticas sobre sus credenciales conservadoras. El fiscal, que evitó responder a las preguntas sobre su interés en la vacante del Supremo, señaló que «lo que es importante es lo que el presidente de los EE.UU. piensa sobre mí», a lo que agregó que la opinión de Bush es «evidente, dado el puesto que me ha pedido ocupar».

Otras organizaciones civiles, como Progress for America, un grupo conservador, adelantó que destinará 18 millones de dólares a respaldar a un juez afín, mientras que en el otro extremo del espectro político, People for the American Way, tiene lista «una sala de guerra» con 40 ordenadores y 75 líneas de teléfono para bombardear al candidato de Bush.

«Cuando uno se detiene a pensarlo, tener un juez en la Corte Suprema que haya obtenido sólo 51 votos no es una muy buena señal para el resto del país»,
declaró el senador por el senador liberal demócrata Patrick Leahy, advirtiendo sobre los riesgos de que el próximo supremo sea electo por un margen estrecho.

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