23 de octubre 2007 - 00:00

Brasil: Central traba fondo de riqueza

Afines de la semana pasada en Washington, el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, hizo dos importantes anuncios: Brasil estaría a punto de lograr el investment grade y, una vez alcanzada esa meta, constituiría un Fondo de Riqueza Soberana (en inglés Sovereign Wealth Fund, o SWF).

Si bien Mantega es un funcionario que tiene palabra fácil y hasta a veces demasiado espontánea, en esta oportunidad sus declaraciones, intencionadas y graduales, fueron hechas en el escenario de la cumbre anual del FMI, ante los micrófonos encendidos de la prensa económica mundial y los oídos del establishment financiero global. Y además, en momentos en que en la reunión del Fondo se discutía una mayor participación para los países emergentes. Y cuando el presidente del Citi, Bill Rhodes, y a su vez vicepresidente del IIF (Institute of Internacional Finance, que reúne a los principales bancos del mundo), proponía a Brasil como nuevo integrante del G-7 (ver pág. 7).

El investment grade (grado de inversión) no es una meta para nada lejana en el horizonte brasileño. Los más optimistas, como el mismo ministro Mantega, calculan que se podría lograr dentro de los próximos tres meses. La mayoría de los analistas económicos, en cambio, lo traslada para el primer semestre de 2008. Pero lo cierto es que hoy el Banco Central do Brasil acumula u$s 162.430 millones en reservas, y el investment grade se lograría con u$s 170.000 millones. En definitiva, meses más o meses menos, todos están de acuerdo en que Brasil llega.

En cambio, ya se perfilan serias discrepancias frente a la constitución del fondo soberano. La más sonora es, sin duda, la que mantienen Mantega y el titular de Banco Central, Henrique Meirelles, un ex BankBoston, muy técnico y de cintura política algo estrecha. Desde hace algunos meses, el Ministerio y el Central vienen trabajando juntos en el proyecto del SWF, un vehículo para realizar inversiones en el exterior en activos financieros, con retornos más atrayentes que los que se obtienen con las reservas internacionales.

El problema entre las dos entidades surge en el momento de determinar el origen de los fondos. Mientras que el ministro de Hacienda propone -una vez obtenido el investment grade-colocar los excedentes de reservas, Meirelles cree que éstas no se deben tocar.

El presidente del Banco Central, además, recordó que la legislación vigente en Brasil impide el uso de las reservas para fines alternativos. Con lo cual, hoy por hoy, el fondo soberano tendría que constituirse con recursos adquiridos en los mercados.

  • Patrimonio

    El ministro Mantega, por su parte, insiste en que el patrimonio del SWF en proyecto deberá provenir del excedente de las reservas del Central. En un primer momento, calibró el monto del fondo soberano en 5% de las reservas, luego lo elevó a 15% y finalmente declaró que podría lanzarse con un mínimo de u$s 10.000 millones. «No vamos a entrar ni en el mercado de riesgo ni en el mercado secundario», dijo a la prensa, resaltando la diferencia con otros fondos soberanos, como los de China o Singapur, que han sido usados para la adquisición de acciones en empresas e instituciones de países ricos. Sí, en cambio, el futuro fondo podrá comprar papeles lanzados al exterior por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), ayudarlo a levantar recursos para financiar proyectos de infraestructura en América del Sur o asistir en la internacionalización de Petrobras. Es en este último punto, en el destino de los recursos del fondo soberano, donde Meirelles y Mantega sí están de acuerdo.

    Más allá de las discrepancias del momento, está claro-dada la ley vigente-que no se usarán recursos de las reservas cambiarias. Se necesita una nueva ley para ello, que tendrán que confeccionar el Central y Hacienda juntos. Mucho más claro está que una vez que Brasil logre su investment grade, el dinero para el SWF será captado en el exterior por medio de emisiones del Tesoro nacional, y ya a tasas más atractivas. Para algunos, el lanzamiento del fondo soberano no impactará sobre el resultado primario de las cuentas públicas. Para otros, al tener que realizar emisiones del Tesoro, Brasil tendrá que aumentar su deuda externa y cabe la duda de si los posibles beneficios justifican el sacrificio que ello implica.

    Los anuncios de Guido Mantega, en definitiva, caen en el mundo financiero cuando tanto en la cumbre anual del FMI como los ministros de Economía del G-7 (reunidos la semana pasada), o el mismo «Financial Times» en su editorial de ayer se preguntan sobre la transparencia de los SWF y sobre el peligro de que realicen compras hostiles de bancos, bonos del Tesoro (como es el caso de China con los bonos estadounidenses) o empresas de los países ricos. Hasta hace poco, la preocupación del FMI era cobrar las deudas de los países emergentes. Hoy, cuando los SWF tienen inversiones por u$s 3 billones, la preocupación de los países ricos es si estos fondos soberanos crecen demasiado. De constituir su Fondo de Riqueza Soberana, Brasil ingresaría a este poderoso club, que en Sudamérica sólo integra hasta hoy Chile con dos fondos.
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