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Gentileza diario "La Tercera".
La marcha, que se inició en tres puntos distintos del centro de Santiago, se realizó de forma pacífica, con bailes y alegres cánticos a lo largo de todo su recorrido, constató un periodista de la AFP.
"Todos somos parte de cambio, sí a la educación de calidad e igualdad", proclamaba uno de los miles de carteles levantados por los manifestantes.
Pero al finalizar, tal como en otras ocasiones, volvieron a registrarse enfrentamientos entre encapuchados y la policía, que en gran número resguardaban la manifestación.
Los manifestantes lograron cortar el tránsito en la céntrica avenida Alameda, atacaron locales comerciales -que debieron bajar sus cortinas- y destruyeron el mobiliario público.
La Policía, que repelió los ataques con gran cantidad de gas lacrimógeno y chorros de agua, no entregaba aún una cifra oficial de detenidos ni de manifestantes que asistieron a la marcha.
Más temprano, se informó de 10 detenidos tras las barricadas.
"No son estudiantes, son delincuentes, extremistas y violentistas y en esta oportunidad han actuado de forma simultánea, coordinada y preparada", dijo el ministro del Interior y Seguridad, Andrés Chadwick.
"Ya han sido años de movilizaciones en las que no hemos recibido respuesta alguna", respondió por su parte, la vocera de los estudiantes secundarios, Isabel Salgado, quien exigió además la renuncia de la ministra de Educación, Carolina Schmidt, quien por estos días se encuentra de vacaciones.
El presidente Sebastián Piñera repudió también los ataques y anunció el envío al Congreso de una nueva ley para hacer frente a los desórdenes públicos, que busca permitir a la policía la identificación preventiva de manifestantes sin que hayan cometido delitos.
La medida se suma a otras propuestas legales enviadas ya por su gobierno para detener a los encapuchados y calificar como delito el insulto a los policías, aún no aprobadas en el Congreso.
La nueva iniciativa, según Piñera, no quiere restringir las libertades individuales, sino "proteger mejor la libertad de la inmensa mayoría de chilenos que queremos vivir en paz".
La jornada de manifestación marca la radicalización de las protestas estudiantiles que se iniciaron en 2011, en favor de una profunda reforma del sistema educativo que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Los estudiantes exigen educación pública, gratuita y de calidad, una demanda que el gobierno ha acogido parcialmente, rebajando los créditos con los que se pagan los aranceles universitarios y aumentando las becas de gratuidad, pero sin comprometer la constitución de un nuevo sistema.
La manifestación sigue a una masiva marcha de estudiantes que se registró la semana pasada en Santiago y que culminó también con enfrentamientos con la policía.
Los desórdenes se suman a la ocupación de una cincuentena de colegios y universidades, alguno de los cuales deben servir como locales de votación para las elecciones primarias de este domingo, cuando las principales coaliciones políticas elegirán a sus únicos nominados a las elecciones generales del 17 de noviembre.
El gobierno exigió a los estudiantes desalojar los colegios que mantienen ocupados, pero la mayoría se ha negado a entregar los recintos, en una pugna que debe resolverse antes del viernes, cuando las fuerzas armadas tomen el control de los locales de votación, según establece la legislación chilena.



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