En la misa por Año Nuevo Benedicto XVI pidió por la Paz en el mundo
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Por eso debe ser respetado, ninguna razón puede justificar jamás que se disponga de él a gusto, como si fuera un objeto".
El Papa se refirió también a las amenazas a la paz, "siempre presentes, frente a las situaciones de injusticia y de violencia que siguen persistiendo en diversas regiones de la tierra, frente al permanecer de conflictos armados, a menudo olvidados por la vasta opinión pública, y al peligro del terrorismo que perturba la serenidad de los pueblos".
Por ello "se hace cada vez más necesario operar juntos por la paz", agregó, recordando en particular que en Tierra Santa un "acuerdo de paz para ser durable debe apoyarse en el respeto a la dignidad y los derechos de cada persona".
Durante su mensaje, el Papa llamó a la comunidad internacional a "conjugar sus esfuerzos para que en nombre de Dios se construya un mundo en que los derechos esenciales del hombre sean respetados".
El Papa condenó también la eutanasia, los experimentos con embriones, el aborto y todo aquello que puede amenazar la vida humana desde sus primeras fases.
Luego llamó a las naciones a respetar siempre "el derecho internacional humanitario", lamentando que no haya tenido una "implementación coherente" en las últimas guerras.
También hizo mención a la crisis nuclear, expresando "gran inquietud" frente a la voluntad de algunos estados de equiparse con armas nucleares.
Más tarde, en el primer Angelus de 2007, pronunciado ante una plaza San Pedro repleta, Benedicto XVI dirigió "los más cordiales augurios de paz y de bien" a todos los presentes y a quienes seguían sus palabras "por radio y televisión".
El Papa invocó la "luz de Cristo, sol aparecido en el horizonte de la humanidad", en el camino "de todo 2007", para que "ilumine vuestro sendero".
Benedicto XVI se expresó así desde la ventana de su estudio en el palacio vaticano.
En una plaza repleta, donde según las estimaciones se concentraron más de 50.000 personas, numerosos carteles denunciaron la perduración de las guerras en muchos lugares del planeta.
En sus palabras, el Papa retomó el hilo del discurso de la homilía pronunciada en la basílica vaticana para la misa de la Jornada de la Paz, y dirigiéndose a los gobernantes y responsables de las naciones no dudó en exhortarlos a defender siempre "el valor de la persona humana", que es "el pilar de todo el edificio de la paz".
"Hoy se habla mucho de derechos humanos, pero a menudo se olvida que éstos necesitan un fundamento estable, no relativo, no opinable.
Y esto no puede ser sino la dignidad de la persona.
El respeto por esta dignidad comienza en el reconocimiento y la tutela de su derecho a vivir y profesar libremente la propia religión", afirmó.
"Esperemos que el Señor nos ayude y nos dé paz", concluyó el Papa, tras los saludos en diversos idiomas al terminar el Angelus y poco antes de despedir a los fieles y retirarse a sus apartamentos.
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