Lula inició nuevo mandato con acento social y sin "populismo"
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Lula da Silva saluda a sus seguidores durante un desfile anterior a su segunda jura en el
Congreso nacional acompañado por la primera dama, Marisa Leticia.
«Sé que el crecimiento, para ser rápido, sustentable y duradero, tiene que hacerse con responsabilidad fiscal. En eso no aflojaremos, de manera alguna», precisó. «Nuestro gobierno nunca fue ni es ' populista'. Este gobierno fue, es y será popular», proclamó.
«Soy presidente de todos. Pero no se engañen; aun siendo presidente de todos, seguiré haciendo lo que hace una madre: cuidaré primero de los más necesitados», dijo en otro discurso ante sus partidarios, desde el Palacio de Planalto.
Lula ratificó su política externa, basada en el refuerzo del multilateralismo y en el desarrollo de las relaciones Sur-Sur y en la integración sudamericana. «Brasil asocia su destino económico, político y social al del continente, al Mercosur y a la Comunidad Sudamericana de Naciones», afirmó.
También prometió combatir «de manera decidida y permanente todas las formas de discriminación de género, raza, orientación sexual y edad».
Lula puso énfasis en la seguridad, que se convirtió en una pesadilla tras los sangrientos ataques llevados a cabo en 2006 por grupos mafiosos contra pobladores y organismos públicos de Rio de Janeiro y San Pablo. «Eso es terrorismo y tiene que ser combatido con una política fuerte y con la mano fuerte del estado brasileño», proclamó.
Lula debe anunciar en las próximas semanas la composición de un gobierno de coalición, en el se prevé que gane espacio el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), en detrimento de su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
Bajo una tenue llovizna, Lula llegó al Congreso junto a su esposa Marisa Leticia en un Rolls Royce descapotable desde donde ambos saludaron a varios miles de activistas del PT.
El mandatario optó por una ceremonia sencilla, que contrastó con la de 2003, cuando dignatarios de todo el mundo llegaron a Brasil y cientos de miles de personas celebraron en todo el país la asunción del primer presidente de origen obrero.
El Palacio de Planalto, sede del gobierno, invitó a unas 1.800 personalidades oficiales, aunque entre ellos no hubo ningún extranjero ilustre.
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