4 de febrero 2020 - 00:01

Nervios en la City de Londres: un choque con Bruselas hace temer por el futuro del vínculo

El primer ministro británico Boris Johnson se niega a aceptar estándares europeos en materia laboral, ambiental, de competencia y subsidios. El brexit no eliminó los peligros para las empresas.

Euforia. El primer ministro británico Boris Johnson vive su hora de gloria política por haber logrado conducir al Reino Unido fuera de la Unión Europea. Sin embargo, los peligros económicos siguen latentes.

Euforia. El primer ministro británico Boris Johnson vive su hora de gloria política por haber logrado conducir al Reino Unido fuera de la Unión Europea. Sin embargo, los peligros económicos siguen latentes.

Londres y Bruselas - El Reino Unido y la Unión Europea (UE) protagonizaron ayer su primer choque público después de la salida de ese país del bloque, concretada el último viernes. El roce se produjo cuando el primer ministro británico, Boris Johnson, señaló su rechazo a adherir a una serie de normas comunitarias para llegar a un acuerdo amplio de libre comercio, a lo que Bruselas respondió con una severa advertencia sobre aranceles y cuotas de importaciones.

La libra se llegó a desplomar más del 1,5% en medio de la polémica, mientras analistas explicaban que los sectores exportadores británicos más ligados al mercado europeo podrían sufrir en caso de una escalada.

Dos días después de concretado el brexit, Johnson describió ayer al Reino Unido como una potencia del libre comercio y dijo que “no hay necesidad de un acuerdo de libre comercio que involucre aceptar las reglas de la UE sobre políticas de competencia, subsidios, protección social, medioambiente o nada similar. No más que si la UE estuviera obligada a aceptar las normas de Reino Unido”.

La alternativa para Reino Unido, dijo, es negociar un pacto como el que ostenta Canadá con la UE o uno distinto, como el acuerdo del bloque con Australia.

En tanto, al revelar el mandato de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) para negociar con Londres el futuro de la relación, el negociador europeo Michel Barnier respondió que es necesario preparar el camino y adecuarlo para sostener estándares sociales, medioambientales y de ayuda estatal en el largo plazo.

“Estamos dispuestos a ofrecer un acuerdo comercial muy ambicioso, que incluye aranceles cero y cero cuotas en todos los bienes que entran en nuestro mercado único de 450 millones de personas”, anunció en rueda de prensa. Sin embargo, esa “oferta excepcional” está sometida a dos condiciones: un acuerdo sobre el acceso de los pesqueros europeos a las aguas británicas y garantías sobre que el Reino Unido no se convertirá en un rival “desleal”.

“Seguiremos preparándonos para un escenario en el que no se ha llegado aún a un acuerdo. Ciertamente no queremos que eso suceda, trabajaremos para evitarlo, pero si no podemos llegar a un acuerdo a fines de este año estaremos en el límite en muchos frentes”, explicó Barnier, evocando la pesadilla de muchas empresas, sobre todo británicas, una que no culminó con el brexit.

Barnier añadió que un eventual acuerdo comercial debe incluir un compromiso sobre la industria pesquera que entregue libre acceso recíproco a las aguas y que estas condiciones deben quedar establecidas con Reino Unido para el 1 de julio de 2020.

Tras décadas de integración económica, la UE quiere evitar que el Reino Unido rebaje sus normas ambientales, laborales, fiscales y sobre ayudas de Estado, convirtiéndolas en “ventajas competitivas injustas” que dañen el mercado único.

Desde Londres, el premier Johnson aseguró que su país no hará “competencia desleal”, pero rechazó que se obligue al país a acatar esas normas como un “precio” a pagar por el “libre comercio”.

Los 27 países europeos no lo ven así. “Nada es gratis”, si se quiere acceder al mercado único europeo, “el más grande del mundo”, aseguró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abogando por unas reglas del juego “justas”.

El recrudecimiento de la incertidumbre planea así sobre la futura negociación, que se anuncia tensa, como lo demostró la caída de la libra esterlina de ayer, a pesar de que el Reino Unido inició el sábado un período de transición hasta fines de 2020 con la UE para reducir el daño del divorcio.

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