Llegó el sábado a Brasilia el nuevo avión que usará Luiz Inácio Lula da Silva, por el que el gobierno brasileño pagó u$s 56,7 millones y que fue bautizado socarronamente por la prensa local como «Aerolula». La nueva nave (foto), que cuenta con suite presidencial, sala de comunicaciones y sistema antimisiles, encendió los previsibles debates acerca del costo, típicos de países que no se plantean la posibilidad de un accidente por falta de mantenimiento.
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Más allá de cuestionamientos atendibles, como que la compra fue efectuada sin licitación, las críticas en Brasil (se le reprocha que lo invertido equivale al prespuesto anual para la prevención de la explotación infantil) traen a la memoria el debate que implicó en la Argentina la compra del Tango 01 en tiempos de Carlos Menem. Claro que la promesa aliancista de vender la nave, actualmente en reparación, duró lo que tardó Fernando de la Rúa en comprender que los costos terminaban siendo mayores al intentarse sobreactuar austeridad viajando en vuelos de línea.
El flamante avión de Lula, un Airbus ACJ, reemplazará a un viejo Boeing 757 de 1968 y será estrenado el miércoles en vuelo hacia la ciudad brasileña de Tabatinga. Luego, Lula se movilizará en él a Davos. Lo que se dice, una herramienta más del presidente brasileño en su agresiva política exterior.
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