La agenda de sustentabilidad corporativa en Argentina tiene un hito anual que marca tendencias y reconoce liderazgos: el Premio Ciudadanía Empresaria (PCE) de AmCham Argentina. En su 27° edición, celebrada con más de 300 asistentes, el galardón distinguió a Toyota, Grupo Mitre y Pluspetrol en las categorías tradicionales de Productos, Servicios y Procesos, mientras que Agua Segura obtuvo el reconocimiento al "Nuevo Paradigma Empresario" por su modelo de triple impacto que ha beneficiado a más de 290.000 personas desde 2015.
Casi tres décadas de sustentabilidad: AmCham entregó los Premios Ciudadanía Empresaria
La 27° edición del galardón reconoció iniciativas en productos, servicios y procesos. Agua Segura ganó como empresa de triple impacto.
-
La famosa cadena de comida rápida cierra más de 200 locales para siempre: qué pasará en Argentina
-
Ranking Great Place to Work: cuáles son los mejores lugares para trabajar del mundo
Desde su lanzamiento en 1999, el PCE ha recibido más de 2.100 postulaciones y distinguido a más de 170 empresas, consolidándose como uno de los premios más relevantes en materia de responsabilidad social empresaria y sustentabilidad en la región. Este track record de casi tres décadas permite trazar la evolución del compromiso ambiental corporativo argentino: de iniciativas periféricas y voluntaristas a estrategias integradas que combinan rentabilidad con impacto positivo social y ambiental.
La ceremonia, que convocó a referentes del ámbito empresarial y del sector público, incluyó una innovación significativa: por primera vez, AmCham midió la huella de carbono del evento junto a LatCarbon y compensó su impacto con Certificados de Reducción de Emisiones (CER) generados por Genneia, convirtiendo al PCE 2025 en un evento carbono neutral. Esta práctica de medir, reducir y compensar refleja el tránsito de la sustentabilidad como discurso a la sustentabilidad como operación concreta y auditable.
La coincidencia estratégica con la COP30 y la agenda global
Alejandro Díaz, CEO de AmCham Argentina, abrió la ceremonia destacando la sincronía temporal con la COP30 que se desarrolla actualmente en Brasil. "La conexión entre negocio y el cuidado del planeta ya no es una discusión local ni sectorial, sino un desafío global", sostuvo el ejecutivo, posicionando al premio argentino en el contexto más amplio de las negociaciones climáticas internacionales.
Alejandro Díaz, CEO de AmCham Argentina.
Esta referencia no es casual. La COP30 concentra la atención mundial sobre compromisos de reducción de emisiones, financiamiento climático y transición energética. Que AmCham vincule explícitamente su premio con este evento global señala una maduración del ecosistema empresarial argentino: las prácticas de sustentabilidad locales ya no se piensan en clave exclusivamente nacional sino integradas a estándares, métricas y objetivos globales como los del Acuerdo de París.
Díaz también anunció el lanzamiento del Programa de ESG (Environmental, Social and Governance) de la Cámara, "un espacio que consolida nuestros esfuerzos en materia de sostenibilidad y busca seguir acompañando y fortaleciendo la capacidad de las empresas para integrar la ética y la gobernanza en los negocios". Este programa institucional complementa al premio con servicios de capacitación, asesoramiento y networking que apuntan a elevar los estándares de las empresas asociadas en criterios ESG cada vez más exigidos por inversores, reguladores y consumidores.
El enfoque ESG representa la evolución natural de la responsabilidad social empresaria tradicional. Mientras la RSE se centraba principalmente en acciones filantrópicas o de impacto comunitario, el ESG integra consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en la estrategia de negocio, las decisiones de inversión y la evaluación de riesgos. Para empresas que buscan acceder a mercados de capitales internacionales, mostrar credenciales ESG sólidas dejó de ser opcional para convertirse en requisito de entrada.
Los ganadores 2025: diversidad sectorial y alcance territorial
Toyota obtuvo el reconocimiento en la categoría Productos, compitiendo con Moldintec y Tenaris. Aunque el comunicado no detalla la iniciativa específica premiada, la automotriz japonesa ha desarrollado en Argentina estrategias de economía circular, gestión de residuos en plantas productivas y promoción de vehículos híbridos con menor huella de carbono. La presencia de Toyota en el podio señala que la sustentabilidad en productos no se limita a startups o nichos especializados sino que permea industrias tradicionales de manufactura pesada.
Grupo Mitre ganó en Servicios, superando a Goodenergy y Schneider Electric. Este multimedios —que incluye radio, televisión y plataformas digitales— probablemente fue reconocido por iniciativas vinculadas a gestión energética de sus operaciones, reducción de residuos en producción audiovisual o programas de concientización ambiental a través de sus medios. La victoria de un grupo de comunicación en una categoría dominada históricamente por empresas de servicios públicos o tecnología indica diversificación sectorial de la agenda de sustentabilidad.
Pluspetrol, empresa de hidrocarburos, obtuvo el premio en Procesos, compitiendo con Arcor y Pan American Energy (PAE). Este resultado genera lecturas complejas: por un lado, reconoce que dentro de industrias extractivas pueden implementarse procesos más sustentables en términos de eficiencia energética, gestión de agua, restauración de ecosistemas o relacionamiento comunitario. Por otro lado, plantea debates sobre si empresas cuyo core business es la extracción de combustibles fósiles —principal driver del cambio climático— pueden ser consideradas líderes de sustentabilidad.
Esta tensión no es nueva ni exclusiva de Argentina. Globalmente, empresas petroleras como Shell, BP o ExxonMobil promueven iniciativas de sustentabilidad mientras siguen extrayendo hidrocarburos a gran escala. La pregunta es si estas prácticas representan transición genuina hacia modelos de negocio compatibles con objetivos climáticos o constituyen greenwashing —lavado verde de imagen— sin modificar estructuralmente el impacto ambiental. La respuesta probablemente está en los detalles de las iniciativas concretas, sus métricas verificables y su alineamiento con trayectorias de descarbonización basadas en ciencia.
Agua Segura: el triple impacto como modelo de negocio
El reconocimiento al "Nuevo Paradigma Empresario" fue para Agua Segura, organización que fusiona rentabilidad económica con impacto social y ambiental de manera equivalente. Desde 2015, implementó 175 proyectos en Argentina beneficiando a más de 290.000 personas, entregando 200 millones de litros de agua segura y devolviendo 921.000 metros cúbicos a la naturaleza.
Este tipo de empresas —también denominadas empresas B o de triple impacto— representan una ruptura con el modelo tradicional donde el beneficio económico era el objetivo primario y el impacto social/ambiental se gestionaba como externalidad o responsabilidad secundaria. En el nuevo paradigma, los tres componentes tienen igual peso estratégico: la empresa debe ser rentable para sostenerse, pero esa rentabilidad debe generarse creando valor social y ambiental, no a costa de destruirlo.
Agua Segura opera en un sector crítico: el acceso al agua potable en comunidades vulnerables. Según datos de Naciones Unidas, aproximadamente 6 millones de argentinos carecen de acceso a agua segura y 20 millones no tienen cloacas. Esta brecha sanitaria genera problemas de salud pública, limita el desarrollo económico de territorios y perpetúa desigualdades. Las soluciones estatales tradicionales —grandes obras de infraestructura— son costosas, lentas y a menudo no llegan a comunidades dispersas o asentamientos informales.
El modelo de Agua Segura incluye programas de conservación de suelos, acceso al agua, saneamiento e higiene, uso eficiente del recurso y restauración de ecosistemas acuáticos. Esta integralidad es clave: no basta con entregar agua embotellada o instalar un tanque; es necesario trabajar sobre todo el ciclo hídrico, las prácticas de uso, los sistemas de saneamiento y la regeneración de fuentes naturales. Es intervención sistémica, no parche asistencialista.
Los 921.000 metros cúbicos devueltos a la naturaleza representan un componente regenerativo que va más allá de la sustentabilidad clásica (que busca no dañar) para activamente restaurar ecosistemas degradados. Esta lógica regenerativa es el siguiente horizonte de la agenda ambiental corporativa: no solo reducir el daño sino revertir daños históricos y reconstruir capacidades naturales.
De la filantropía al negocio: la evolución de casi tres décadas
Las más de 2.100 postulaciones recibidas desde 1999 y las 170 empresas distinguidas permiten trazar una cartografía de la evolución del compromiso empresarial argentino con la sustentabilidad. Los primeros años del premio se caracterizaron por iniciativas mayormente filantrópicas o de responsabilidad social clásica: donaciones a comedores, construcción de escuelas, programas de becas. Eran acciones loables pero periféricas al core business, financiadas con excedentes y gestionadas por áreas de relaciones institucionales.
A partir de mediados de la década de 2000, emergen iniciativas de sustentabilidad integradas a operaciones: eficiencia energética que reduce costos y emisiones, gestión de residuos que recupera materiales vendibles, diseño de productos con menor impacto ambiental que atienden demandas de consumidores conscientes. La sustentabilidad empieza a pensarse no como gasto sino como fuente de valor: reduce riesgos, genera ahorros, abre mercados.
En la última década, el salto cualitativo es hacia modelos de negocio donde el impacto positivo no es consecuencia de la actividad sino su razón de ser. Empresas como Agua Segura, reconocidas en la categoría "Nuevo Paradigma", no hacen filantropía: hacen negocios cuyo propósito es resolver problemas socioambientales. La rentabilidad no es un fin en sí mismo sino un medio para escalar soluciones y sostener el impacto en el tiempo.
Florencia Salvi, consultora del premio, sintetizó esta evolución: "Celebramos la posibilidad de reconocer a empresas de impacto, así como productos, servicios y procesos que cada vez más priorizan un mejor entorno social o ambiental. Esperamos que estos ejemplos inspiren y contagien a otras organizaciones para generar más innovación sustentable". El término clave es "cada vez más": la sustentabilidad transita de excepción a norma, de ventaja competitiva de nicho a estándar sectorial.
Carbono neutralidad y alianzas estratégicas: la práctica coherente con el discurso
La decisión de AmCham de medir y compensar la huella de carbono del evento representa una coherencia entre discurso y práctica que no siempre está presente en ceremonias de premios de sustentabilidad. Es contradictorio celebrar prácticas ambientales responsables en eventos que generan emisiones significativas sin ningún esfuerzo de medición o mitigación.
El trabajo con LatCarbon para cuantificar emisiones y con Genneia para compensarlas mediante CERs generados en parques eólicos y solares establece un estándar: si se va a premiar sustentabilidad, el premio mismo debe ser sustentable. Esta lógica aplica no solo a huella de carbono sino también a gestión de residuos del evento, catering con criterios de comercio justo y kilometraje cero, materiales de comunicación sin uso de papel innecesario.
Los Certificados de Reducción de Emisiones funcionan como mecanismo de compensación: por cada tonelada de CO2 emitida por el evento (transporte de asistentes, energía consumida, residuos generados), se adquiere un certificado equivalente que representa energía renovable generada en reemplazo de fósiles. El esquema tiene sus críticos —argumentan que permite seguir emitiendo sin cambiar comportamientos de fondo— pero representa un paso en la transición hacia eventos de menor impacto.
La alianza con ASDRA para promover inclusión laboral de personas con síndrome de Down añade la dimensión social del ESG. La sustentabilidad no es solo ambiental: incluye equidad, diversidad e inclusión. Incorporar trabajadores con discapacidad en experiencias laborales eventuales del evento genera visibilidad, desmitifica prejuicios y construye capacidades organizacionales para gestionar diversidad.
El rol de AmCham en el ecosistema empresarial argentino
AmCham Argentina —Cámara de Comercio de Estados Unidos en el país— congrega principalmente a empresas multinacionales estadounidenses o con fuerte vínculo comercial con EEUU. Su membresía incluye nombres como Coca-Cola, Dow, General Motors, Microsoft, Pfizer. Este perfil corporativo le otorga capacidad de influencia para promover estándares globales de sustentabilidad en el mercado local.
Las palabras de Mariana Schoua, presidenta de AmCham y CEO de Aconcagua Energía Generación, reflejan esta visión: "Creemos profundamente en el liderazgo del sector privado argentino para construir un modelo de desarrollo sostenible. Cada proyecto presentado demuestra que hay un empresariado que piensa más allá de los resultados y busca dejar una huella positiva". Esta afirmación posiciona al sector privado como motor de la transición sustentable, un discurso que genera adhesiones y resistencias en partes iguales.
Los defensores del liderazgo privado en sustentabilidad argumentan que las empresas tienen capacidad de innovación, recursos financieros, alcance territorial y velocidad de implementación que el Estado no siempre posee. Cuando el sector público enfrenta restricciones presupuestarias o burocracias que ralentizan la acción, el sector privado puede desplegar soluciones con mayor agilidad.
Los críticos señalan que el liderazgo privado en sustentabilidad puede convertirse en sustituto de regulación estatal robusta, permitiendo que sean las propias empresas quienes definan estándares que deberían ser impuestos por ley. Además, cuestionan si iniciativas voluntarias —por loables que sean— pueden alcanzar la escala necesaria para enfrentar crisis sistémicas como el cambio climático, que requieren transformaciones estructurales de los modelos productivos.
La verdad probablemente está en una combinación: se necesita liderazgo privado con innovación y despliegue territorial, pero enmarcado en regulaciones públicas que establezcan pisos mínimos, incentiven comportamientos deseables y sancionen incumplimientos. El PCE funciona en esa intersección: reconoce liderazgos privados mientras genera visibilidad que presiona indirectamente a otras empresas para elevar estándares.
Perspectivas: de premio anual a cultura empresarial permanente
El desafío que enfrenta el PCE —y cualquier reconocimiento de sustentabilidad— es trascender la lógica de evento anual para convertirse en motor de transformación cultural permanente. Los premios generan incentivos, visibilidad y benchmarking, pero su impacto real depende de si las prácticas reconocidas se replican, escalan y normalizan más allá de los ganadores.
El anuncio del Programa ESG de AmCham sugiere una estrategia en esa dirección: pasar del reconocimiento retrospectivo de buenas prácticas a la construcción prospectiva de capacidades. Si el programa efectivamente ofrece formación, asesoramiento y networking continuo, puede funcionar como acelerador de la adopción de criterios ESG en empresas que hoy no están en condiciones de competir por el premio.
La cantidad de postulaciones —más de 2.100 en 26 ediciones, un promedio de 80 por año— indica que existe una masa crítica de empresas trabajando en sustentabilidad. El objetivo debe ser ampliar esa base: que no sean 80 postulaciones anuales sino 200, 300, 500. Para lograrlo, se necesita reducir barreras de entrada (costos de implementación, complejidad de medición), aumentar incentivos (beneficios fiscales, acceso preferente a crédito) y generar presión de mercado (consumidores que premian con compras, inversores que exigen reportes ESG).
Toyota, Grupo Mitre, Pluspetrol y Agua Segura son los rostros visibles de la edición 2025. Pero el impacto del PCE se mide también en las decenas de empresas que postularon y no ganaron, pero en el proceso formalizaron estrategias, midieron impactos y construyeron narrativas de sustentabilidad que antes no existían. Y se mide en las empresas que aún no participan pero observan los ganadores y consideran que vale la pena invertir en estas dimensiones.
Casi tres décadas después de su lanzamiento, el Premio Ciudadanía Empresaria de AmCham se ha consolidado como termómetro de la madurez de la agenda ESG en Argentina. Los ganadores de 2025 muestran diversidad sectorial, alcance territorial y sofisticación de iniciativas. El desafío ahora es que lo excepcional se vuelva ordinario: que la sustentabilidad deje de ser un premio para convertirse en el modo estándar de hacer negocios.
- Temas
- Amcham




Dejá tu comentario