Estamos viendo en los últimos días a los comentaristas de distintos medios y consultoras argumentar sobre el poder predictivo que tendría el Índice de Confianza en el Gobierno de la UTDT -o similares- al momento de determinar el resultado electoral de los oficialismos.
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Cuidado con el ICG de la UTDT y su uso en la proyección eleccionaria
En un país futbolero como el nuestro, lo que sobran son las cábalas, que no son otra cosa que correlaciones espurias con las cuales calmar nuestra ansiedad y temores. Tras la elección del domingo el Indice de Confianza en el Gobierno de la UTDT se convirtió en el sortilegio favorito del mercado para predecir los resultados eleccionarios. Cuidado.
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Buscando señales “mágicas” los analistas económicos y políticos se han volcado al Indice de Confinaza de la UTDT como “el gran” predictor del resultado eleccionario de este domingo. Cuídese que el desconocimiento de la realidad y las estadísticas de otros pueden llevarlo a cometer un gran error
Desde estas páginas estuvimos en los últimos días jugando con distintos modelos para predecir el resultado que obtendría LLA en el voto popular. Nuestra estimación fue 41.2% (margen de error +/-3%), lo logrado fue 40.7%. Mejor que lo estimado en base al ICG (42%) y con apenas una de las encuestas realizadas en los últimos tres meses obteniendo un resultado tan “finito” (DC Consultores).
¿Significa el que hayamos “acertado” más que cualquiera, que tengamos razón o una “bola de Cristal”? ¡No!. Como advertimos oportunamente lo que estábamos haciendo era un juego. Un juego con ciertos fundamentos, pero nada más que un juego.
Como alguna vez nos advirtiera uno de los buenos profesores tuvimos, las más de las veces cuando nuestros fundamentos fuesen correctos, las proyecciones serían totalmente erróneas, y cuando acertásemos seria bajo presunciones incorrectas.
En nuestro mundo de Big Data, son incontables los pescadores de correlaciones buscando desentrañar alguna relación que los coloque en el parnaso de las mujeres y hombres sabios. Es que, dada una cantidad suficiente de datos, paciencia, libertad metodológica y una pizca de suerte, las correlaciones son prácticamente inevitables.
El problema es que correlación no implica causalidad o que vaya a existir exista alguna relación.
“Monos con Navaja”.
Dicen que pocas cosas hay tan peligrosas -para sí y para los demás- como un mono con una navaja. En el mundo académico, pocas cosas hay tan peligrosas como alguien que usa correlaciones sin entender de qué se trata.
Las ventas de helado se vinculan de manera directa con los ataques de tiburones, entonces disminuyendo el consumo de helados decrecería en número de ataques (la gente come mas helado en verano y se mete más en el mar), el incremento en el suministro de Energía Nuclear produce una mayor cantidad de muertes en las piletas, así que cerrando las plantas se ahogarían menos personas (a mayor cantidad de personas, más consumo energético y más accidentes), cuanto mas chocolate se consume en un país, es mayor el numero de premios nobel que logran, así que hay que incentivar su consumo (esto fue un trabajo de Franz H.Messerli que publicó el New England Journal of Medicene, el objetivo era demostrare la locura de las correlaciones, pero muchos lo tomaron en serio -los países más ricos consumen más chocolate y tienen más Nobel) y podríamos seguir dando ejemplos casi hasta el infinito.
Las anteriores pueden ser risueñas, pero el mal análisis de las correlaciones también ha probado ser mortal. A fines del siglo XIX Bayer comenzó a promocionar una droga “Heroica” para eliminar la tos, hoy la conocemos como Heroína; hasta los años 30 el mundo experimentó la manía de consumir productos radioactivos que se correlacionaban con una mayor vitalidad y energía; en los 50´s se consideraba a la Talidomida como una droga inocua que aliviaba las náuseas de las embarazadas, hasta los 60´s fumar estaba relacionado con una vida saludable; más cerca, tenemos al DDT, al Oxicontin , la terapia de reemplazo hormonal para prevenir las enfermedades coronaras en las mujeres, los esteroides, etc.
El mundillo económico no escapa a esto. Por mucho tiempo se creyó que existía una relación negativa entre la inflación salarial y la desocupación, lo que llamaos la “Curva de Phillips” (la estanflación de los 70´s derribo la idea original); la “Curva de Kuznets” sostenía que a medida que la economía se expandía, en un primer momento la desigualdad crecía, pero luego que se alcanzaba cierto nivel de ingresos, comenzaba a disminuir (se probó que era solo una coincidencia histórica); la idea de Friedman que la principal manera de controlar la inflación y los ciclos económicos era controlando la inflación, la idea de “La velocidad estable del dinero” (MV=PY; se ha determinado que V, la velocidad del dinero, cuan rápido cambia de manos, es un parámetro impredecible); la “Maldición Holandesa”, la idea que la abundancia de recursos naturales derivaba en una creciente corrupción, conflictos sociales y bajo crecimiento económico (se ha demostrado que no son los recursos el origen de los males, sino la calidad de las instituciones); la “Ley de Okun", la relación de 2:1 entre los cambios en la tasa de desocupación y el crecimiento del PBI (desde la crisis 2008 la relación se volvió menos significativa y volátil), etc.
Espero que con estos ejemplos el lector entienda de que hablamos.
El ICG de la UTDE
El gráfico lo dice, hay una relación evidente entre el Indice de Confianza en el Gobierno de la UTDT y los resultados electorales del mes concurrente.
Los números nos hablan en el mismo sentido. La correlación entre el ICG y el nivel de votación es de 79.75%, con un R cuadrado (que porcentaje de esta variación se vincula al otro factor) de 64%. Desde lo puramente estadístico, una relación significativa.
Lamentablemente no es así, ya que estamos frente a lo que podríamos llamar un espejismo visual y estadístico. Si bien es posible que exista cierta tendencia y en la última elección la cosa resultó bastante bien, el poder predictivo de los puntos individuales es extremadamente bajo y la dispersión de los intervalos predictivos demasiada elevada, llegando al 26.5%.
Para ponerlo de manera más clara, de las 13 elecciones consideradas, en siete (más de la mitad) el error del ICG como predictor eleccionario superó el +/-3%, es decir fue peor que el que le correspondería a una encuesta tradicional bien realizada.
Es cierto que podemos mejorar los resultados apelando a un simple ajuste lineal (en lugar de multiplicar por 20 el ICG, emplear la formula Y=16.59+0.569*ICG), pero aun así tenemos cuatro “outliners” (casi uno de cada tres) más de lo esperable para las encuestas (uno de cada veinte).
Sin ninguna duda el ICG de la di Tella o similares, son elementos útiles para entender la realidad, en cuanto a su valor como foto de un momento dado. Pero ni este ni ningún otro pergeño humano es capaz de reflejar la complejidad de los sentimientos y las decisiones humanas.
Cuando vea un mono que blande una navaja, lo mejor es alejarse.
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