17 de septiembre 2025 - 09:30

Fue el primer millonario gracias a la tecnología y el más rico del mundo, pero sus herederos destrozaron la fortuna: quién fue Cornelius Vanderbilt

Pasó de manejar un ferry a construir un imperio de barcos y ferrocarriles en Estados Unidos, y su apellido se convirtió en símbolo de lujo y poder.

Su hijo duplicó la herencia en pocos años, pero las siguientes generaciones derrocharon el patrimonio familiar en lujos, fiestas y mansiones.

Su hijo duplicó la herencia en pocos años, pero las siguientes generaciones derrocharon el patrimonio familiar en lujos, fiestas y mansiones.

En el siglo XIX, mientras Estados Unidos se expandía, un joven nacido en Staten Island se convertiría en sinónimo de riqueza y ambición. Cornelius Vanderbilt, apodado “el Comodoro”, pasó de ser el hijo de un barquero a transformarse en el hombre más rico del mundo. Lo logró apostando por la tecnología más revolucionaria de su época: la máquina de vapor, capaz de transportar personas y mercancías.

Sin embargo, sus descendientes ya no figuran entre los ricos de Nueva York. En 1973, cuando 120 herederos se reunieron para un encuentro familiar, ninguno de ellos era millonario. ¿Por qué una de las mayores fortunas se desmoronó tan rápido? A continuación, conocé los detalles.

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El negocio de Cornelius Vanderbilt

Cornelius Vanderbilt nació en 1794 en Staten Island, en una familia de origen inglés y holandés dedicada a la agricultura. Dejó la escuela a los once años para trabajar con su padre en un ferry que cruzaba la bahía de Nueva York. Su talento para los negocios apareció rápido, ya que a los 16 ya operaba su propio servicio de transporte de pasajeros.

Por su energía y carácter imponente, otros tripulantes comenzaron a llamarlo “el Comodoro”, un apodo que lo acompañaría toda su vida. Se casó joven con su prima Sophia, con quien tuvo trece hijos, y se mudaron a Manhattan. Allí dio el gran salto: se convirtió en capitán del empresario Thomas Gibbons, lo que le permitió aprender a manejar una compañía compleja y a moverse en el terreno legal.

Cuando dejó ese trabajo, fundó una empresa de barcos de vapor. Aprovechó la fiebre del oro de California para transportar pasajeros y mercancías entre la costa este y oeste de Estados Unidos, logrando ganancias increíbles. Más tarde, diversificó su imperio invirtiendo en ferrocarriles, el nuevo motor de la economía. Compró líneas en todo el país y construyó una estación en Nueva York, sobre la cual, décadas después, se levantaría la icónica Grand Central Terminal.

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Además, comenzó una intensa actividad filantrópica. En 1873 donó un millón de dólares para crear la Vanderbilt University en Tennessee, que aún hoy figura entre las instituciones más prestigiosas del país. Cuando murió en 1877, era considerado el hombre más rico del mundo y dejó casi toda su fortuna a su hijo mayor, William Henry Vanderbilt, quien la duplicó en apenas nueve años.

Qué pasó con la fortuna de Cornelius Vanderbilt

Aunque Henry logró multiplicar la herencia, sus decisiones marcaron el comienzo del declive. En lugar de concentrar la fortuna en un único heredero capaz de gestionarla, la dividió entre sus dos hijos. Esa fragmentación se intensificó con el paso de las generaciones: los nietos y bisnietos recibieron porciones cada vez más pequeñas y se volcaron al lujo, alejándose de los negocios que los habían hecho ricos.

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A comienzos del siglo XX, varios de ellos competían por quién construía la mansión más ostentosa en la Quinta Avenida, gastando fortunas en obras de arte, fiestas y viajes. En 1903, William Kissam Vanderbilt entregó el control de la New York Central a otra empresa y la familia empezó a desentenderse por completo del negocio.

Los problemas se agravaron con la aparición de impuestos a la renta y sucesiones, la caída de la bolsa en 1929 y la Gran Depresión, que redujo sus ingresos de forma drástica. La industria ferroviaria también decayó frente a la competencia del transporte por ruta y el auge de los camiones. En 1954 vendieron sus últimas acciones, y la compañía quebró en 1970.

Sin empresas rentables y con un estilo de vida imposible de sostener, la fortuna se evaporó. Hoy, aunque algunos Vanderbilt siguen siendo figuras conocidas, como la diseñadora Gloria Vanderbilt o el periodista Anderson Cooper, están muy lejos de la riqueza que convirtió a la familia en leyenda.

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